John Wesley
       Nació en 
		la rectoría de Epworth, Lincolnshire, el 17 de junio de 1703, 
		decimoquinto hijo del clérigo Samuel Wesley y su madre Susana, quienes 
		tuvieron diecinueve hijos. A la edad de 5 años escapa de un incendio que 
		se produce en casa de padre y en donde de igual forma Hetty su hermana 
		se salva de morir quemada al caer escombros de llamas sobre su cama.  
		En una de sus publicaciones posteriores del propio John, aparece el 
		relato al pie del mismo se aprecia la ilustración de una casa ardiendo y 
		junto a ella la siguiente inscripción: "No es éste un tizón arrebatado 
		del incendio" Zacarías 3:2.  Desde muy pequeño en el hogar se 
		Samuel Wesley y su esposa, aprendieron el valor que tiene la observación 
		fiel de los cultos.
       
       Después del espectacular salvamento de Juan del incendio, su madre, 
		profundamente convencida de que Dios tenía grandes planes para su hijo, 
		resolvió firmemente educarlo para servir y ser útil en la obra de 
		Cristo.  La familia del pastor Samuel Wesley era muy pobre, pero 
		mediante la influencia del Duque de Duckingham, consiguieron un lugar 
		para Juan en la escuela de Londres.  Estudió en el colegio 
		Charterhouse y en Christ Church, Universidad de Oxford. En 1725 se 
		ordenó diácono y tres años después pasó a formar parte del clero de la 
		Iglesia de Inglaterra. Fue coadjutor de su padre hasta que en 1729 se 
		trasladó a Oxford como miembro de la junta directora del Lincoln 
		College; comenzó a reconocer que el corazón es la fuente de la religión 
		verdadera y reservaba dos horas cada día para quedarse a solas con Dios, 
		se esforzaba para levantarse diariamente a las cuatro de la mañana. Allí 
		fundó con su hermano Charles el Holy Club, en el que ingresó también 
		George Whitefield, futuro fundador del metodismo calvinista. Los 
		miembros del club debían cumplir con rigor y método los preceptos y 
		prácticas religiosas, entre ellas visitar prisiones y confortar a los 
		enfermos, por lo que sus compañeros de universidad los llamaron 
		“metodistas” de una forma irónica.
       
       En 1735 viajó a Estados Unidos como misionero anglicano en donde 
		permaneció cerca de dos años. En el barco a Savannah, Georgia, conoció a 
		unos alemanes de Moravia cuya sencilla devoción evangélica le 
		impresionó. Durante su estancia en Georgia siguió tratándolos y tradujo 
		algunos de sus himnos al inglés. Excepto por esta relación, su 
		experiencia americana fue un fracaso. Su ritmo de vida era levantarse a 
		las cuatro de la mañana y se acostaba después de las nueve.  Las 
		tres primeras horas del día las dedicaba a la oración y al estudio de 
		las Escrituras.
       
       En 1738 volvió a Inglaterra y el 24 de mayo, mientras esperaba un 
		encuentro con los moravos en la calle Aldersgate, en Londres, 
		experimentó un despertar religioso que le convenció de que cualquier 
		persona podía alcanzar la salvación sólo con tener fe en Jesucristo.
       
       En marzo de 1739, George Whitefield, entonces famoso predicador en 
		Bristol, lo llamó para que unieran sus esfuerzos. A pesar de su rechazo 
		inicial a predicar fuera de las iglesias, la entusiasta reacción de la 
		audiencia tras el sermón que pronunció el 2 de abril al aire libre lo 
		convenció de que era la forma más efectiva de llegar a las masas. En 
		cualquier caso, pocos púlpitos estarían abiertos para él, pues la 
		Iglesia anglicana no aprobaba el evangelismo.
       
       Desde el mismo comienzo de su carrera evangélica, Wesley convocó enormes 
		muchedumbres. Su éxito se explica, en parte, debido a que en aquel 
		momento Inglaterra estaba preparada para su doctrina, pues la Iglesia 
		anglicana era incapaz de ofrecer la clase de fe personal que la gente 
		ansiaba. El énfasis de Wesley en la religión personal y su seguridad de 
		que todos eran aceptados como hijos de Dios tuvo una tremenda 
		repercusión popular.
       
       El 1 de mayo de 1739 Wesley y un grupo de sus seguidores se reunieron en 
		Londres en un local de la calle West para crear la primera congregación 
		metodista. Dos organizaciones similares se fundaron en Bristol ese mismo 
		mes. A finales de 1739 la sociedad londinense empezó a congregarse en un 
		edificio llamado The Foundry (La Fundición) que durante muchos años fue 
		el cuartel general del metodismo.
       
       Al crecer el movimiento metodista se hizo acuciante la necesidad de una 
		organización más sólida. En 1742 las sociedades estaban divididas en 
		grupos dirigidos por un líder, lo que contribuyó en gran medida al éxito 
		del movimiento; estos líderes, muchos de los cuales fueron designados 
		por Wesley como predicadores laicos, tuvieron gran importancia. En 1744 
		convocó la primera conferencia de líderes metodistas, que desde entonces 
		se celebraron cada año.
       
       En 1751, a los 48 años, se casó con Mary Vazeille, una viuda con cuatro 
		hijos, pero el matrimonio fue un fracaso y ella lo abandonó. Wesley no 
		tuvo descendencia.
       
       Organizador y predicador infatigable, viajó cerca de 8.000 kilómetros al 
		año pronunciando cuatro o cinco sermones al día sin dejar de fundar 
		nuevas congregaciones. En 1740 se separó de los moravos por desacuerdos 
		doctrinales y rechazó la doctrina calvinista de la predestinación, 
		rompiendo así con Whitefield. También se deshizo de muchos principios de 
		la Iglesia anglicana, como el de la sucesión apostólica (el 
		mantenimiento de una misma línea de sucesión episcopal iniciada con san 
		Pedro), y, aunque nunca expresó intención alguna de establecer el 
		movimiento como una nueva iglesia, sus actividades hicieron inevitable 
		la separación. En 1784 publicó una declaración en la que se establecían 
		las normas y las reglas que debían servir de guía a las congregaciones 
		metodistas y encargó a su ayudante, Thomas Coke, un clérigo anglicano, 
		la organización metodista en Estados Unidos, otorgándole poderes para 
		administrar los sacramentos. Aunque la separación con la Iglesia 
		anglicana no se produjo hasta después de su muerte, estas ordenaciones 
		implicaban un paso decisivo hacia la ruptura. 
       Wesley se 
		preocupó por el bienestar intelectual, económico y físico de las masas. 
		También escribió sobre diversos temas históricos y religiosos y vendió 
		sus libros muy baratos para que hasta los pobres pudieran comprarlos, 
		contribuyendo así a fomentar los hábitos de lectura del público en 
		general. Además de fundar dispensarios médicos, ayudó a los que tenían 
		deudas y a los que querían establecer un negocio. Se opuso a la 
		esclavitud y se interesó por diversos movimientos de reforma social. Su 
		influencia en el pueblo inglés fue tal que se cree que el metodismo 
		evitó una revolución en Inglaterra en el siglo XIX.
       
       Wesley reunió 23 colecciones de himnos, editó una revista mensual, 
		tradujo obras del griego, latín y hebreo, y editó con el título de El 
		modelo cristiano, el famoso devocionario medieval De Imitatione Christi 
		(La imitación de Cristo), atribuido al eclesiástico alemán Tomás de 
		Kempis. Su Diario (1735-1790) destaca por la exposición franca de su 
		evolución espiritual.
Durante los últimos años de su vida fue un hombre muy admirado; en esta época la hostilidad de la Iglesia anglicana hacia el metodismo desapareció en la práctica. Un pastor en ese tiempo, predicaba un promedio de cien veces por año, pero el promedio de Juan Wesley fue de 780 veces por año durante 54 años; Juan no solo excedía en predicaciones a sus consiervos sino que además iba de casa en casa exhortando y consolando a los creyentes cuyo promedio era de 7 kilómetros por año para llegar a los lugares donde tenía que predicar. Tenía características físicas cuya altura no sobrepasaba un metro sesenta y seis centímetros y su peso era de menos de 70 kilogramos. Murió el 2 de marzo de 1791, cuando casi iba a cumplir los 88 años, dio fin a su carrera terrestre, durante toda la noche no cesó de pronunciar palabras de adoración y alabanzas, a las 10 de la mañana mientras los creyentes rodeaban el lecho orando el dijo "Adiós"; fue enterrado en el cementerio de City Road Chapel, en Londres. En la abadía de Westminster hay una placa con su nombre, se calcula que diez mil personas desfilaron frente a su ataúd para ver el rostro que tenía una sonrisa celestial.