Febrero 1

El llamamiento divino

"No me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio...", 1 Corintios 1:17.

Pablo afirma en este versículo que el llamado de Dios es a predicar el Evangelio. Pero recuerda lo que el apóstol quiere decir con evangelio, esto es, la realidad de la redención en nuestro Señor Jesucristo. Nosotros tenemos la tendencia a convertir la santificación en la meta de lo que predicamos. Pablo se refiere a las experiencias personales únicamente a manera de ilustración, no como la finalidad del tema. No fuimos comisionados para predicar la salvación o la santificación, sino para levantar a Jesucristo (ver Juan 12:32). Es injusto decir que en la redención Jesucristo sufrió dolores de parto para volverme a mí un santo. Jesucristo sufrió en la redención para redimir al mundo entero y colocarlo perfectamente íntegro y restaurado ante el trono de Dios. El hecho de que nosotros podamos experimentar la redención ilustra el poder de su realidad, pero esa experiencia es una con secuencia y no el objetivo de la redención. Si Dios fuera humano, ¡cuán hastiado y cansado estaría de los continuos ruegos que hacemos luz por nuestra salvación y santificación! ¡Le imponemos cargas desde que amanece hasta que anochece pidiéndole que nos dé cosas, o que nos libre de algo! Pero cuando finalmente tocamos el fundamento sólido de la realidad del Evangelio de Dios, nunca más lo molestamos con nuestras pequeñas quejas personales.

La única pasión en la vida de Pablo era proclamar el Evangelio. Él recibió con beneplácito las angustias, desilusiones y tribulaciones por una sola razón: estas circunstancias lo mantenían imperturbable en su devoción al Evangelio de Dios.

Febrero 2

La apremiante fuerza del llamado

"¡Ay de mí si no anunciara el evangelio!", 1 Corintios 9:16.

 

Ten cuidado de rehusarte a escuchar el llamamiento de Dios. Todo el que es salvo está llamado a dar testimonio de ese hecho. Sin embargo, este testimonio no es lo mismo que el llamado a predicar, sino que es tan sólo una ilustración que podemos utilizar cuando predicamos. En este versículo Pablo se estaba refiriendo a los agudos dolores producidos en él por la fuerza apremiante del llamado a predicar el Evangelio. Nunca trates de aplicar a las personas que están siendo llamadas por Dios para salvación, lo que Pablo dijo con respecto al llamado a predicar. No hay nada más fácil que ser salvo, porque es la obra soberana de Dios: "Mirad a mí y sed salvos", Isaías 45:22. Nuestro Señor nunca exige las mismas condiciones para el discipulado que para la salvación. Nosotros hemos sido conducidos inevitablemente a la salvación por medio de la Cruz de Cristo. Pero el discipulado lleva en sí una opción: "Si alguno…", Lucas 14:26.

Las palabras de Pablo tienen que ver con que seamos hechos siervos de Jesucristo y nunca se nos pide permiso en cuanto a qué haremos o a dónde iremos. Dios nos vuelve como pan partido y vino derramado para glorificarse. Ser apartado para el Evangelio significa poder oír el llamamiento de Dios (Romanos 1:1). Cuando alguien comienza a oír ese llamado, se produce un sufrimiento digno del nombre de Cristo. De repente, toda ambición, todo deseo de la vida y todo punto de vista personal son completamente aniquilados y extinguidos. Únicamente permanece esta verdad: apartado para el Evangelio. ¡Ay del corazón que trata de encaminarse en cualquier otra dirección una vez que ha recibido el llamado! El Instituto de Entrenamiento Bíblico existe con el propósito de que cada uno pueda saber si en este lugar Dios tiene o no, a un hombre o una mujer que verdaderamente se interese en proclamar su Evangelio y para ver si Él los toma para este propósito. Una vez que el llamado de Dios se apodere de ustedes, cuídense de los llamamientos que le hacen competencia .

 

 

Febrero 3

El rechazo que nos identifica

"...Hemos venido a ser hasta abona como la escoria del mundo...", 1 Corintios 4:13

Estas palabras no son una exageración y la razón para que no sean verídicas con respecto a nosotros, que nos llamamos ministros del Evangelio, no es que Pablo olvidara su significado exacto o lo interpretara mal. Se debe a que nos interesamos y ocupamos demasiado en nuestros propios deseos como para permitir que nos convirtamos en el desecho o escoria del mundo. "Cumplir ...en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo", Colosenses 1:24, no es el resultado de la santificación, sino la evidencia de la consagración: ser "apartado para el evangelio de Dios...", Romanos 1:1.

"Amados, no os sorprendáis del fuego de la prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciera", 1 Pedro 4:12. Sin embargo, si nos extraña lo que nos sucede es porque somos temerosos y cobardes. Le prestamos tanta atención a nuestros propios intereses y deseos que nos quedamos fuera del lodo, y decimos: "No me voy a someter, no me rebajaré ni me doblegaré". No necesitas hacerlo, puedes ser salvo apenas con el mínimo margen, si lo prefieres. Puedes rehusar a permitir que Dios te considere como uno que ha sido "apartado pare el Evangelio" o puedes decir: "No me importa si me tratan como la escoria del mundo con tal que el Evangelio sea proclamado". El verdadero siervo de Jesucristo está dispuesto a experimentar el martirio por la realidad del Evangelio de Dios. Cuando una persona virtuosa se enfrenta al desprecio, la inmoralidad, la deslealtad o la deshonestidad, repudia tanto la ofensa, que aparta la vista y defraudada cierra su corazón contra el ofensor. Pero el milagro de la verdad redentora de Dios es que el peor y el más vil ofensor nunca puede agotar las profundidades de su amor. Pablo no dijo que Dios lo había apartado para mostrar al hombre maravilloso en que el Señor lo podía convertir, sino "para revelar a su Hijo en mí", Gálatas 1:16.

Febrero 4

La apremiante majestad de su poder

"El amor de Cristo nos constriñe..." 2 Corintios 5:14

Pablo dijo que estaba dominado, sometido y sujetado como en una prensa, por el amor de Cristo. Muy pocos de nosotros sabemos realmente lo que significa ser asidos en un apretón del amor de Dios. Con frecuencia nuestra tendencia es a ser controlados simplemente por nuestra experiencia personal. Pero lo único que tenía sujeto a Pablo, con exclusión de todo lo demás, era el amor de Dios. El amor de Cristo nos constriñe: Cuando escuchas este sonido en la vida de un hombre o una mujer, no te resulta posible confundirlo con algo más. Tú sabes que el Espíritu de Dios está obrando con plena libertad en la vida de esa persona.

Cuando nacemos de nuevo por el Espíritu de Dios, nuestro testimonio se basa únicamente en lo que Dios ha hecho por nosotros y con toda razón. Pero, el bautismo en el Espíritu Santo elimina eso para siempre y entonces comenzamos a comprender lo que Jesús quiso decir cuando declaró: "me seréis testigos...", Hechos 1:8. No testigos de lo que Él puede hacer - este testimonio es básico y se sobreentiende - sino que seréis testigos de mi. Aceptaremos todo lo que ocurra como si le estuviera sucediendo a él, tanto si recibimos alabanzas o vituperios, persecuciones o elogios. Nadie que no esté totalmente apremiado por la majestad de su poder es capaz de asumir esta posición por Jesucristo. Es lo único importante, sin embargo, es extraño que es lo último que los obreros cristianos comprendemos. Pablo dijo que estaba asido por el amor de Dios y por eso actuaba como lo hacía. No le importaba si la gente lo calificaba de loco o cuerdo. Tenía una sola razón para vivir: persuadir a los hombres del juicio venidero de Dios y contarles del amor de Cristo. La sumisión total al amor de Cristo es el único propósito que producirá fruto en tu vida y siempre dejará la huella de la santidad y el poder de Dios, sin llamar nunca la atención hacia tu santidad personal.

 

Febrero 5

¿Estás listo para ser derramado como una ofrenda?

"Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros", Filipenses 2:17

¿Estás dispuesto a sacrificarte por la obra de otro creyente, a derramar tu vida como un sacrificio por el ministerio y la fe de otras personas? O dices: "No estoy dispuesto a ser derramado en este momento y no deseo que Dios me diga cómo servirle. Yo quiero escoger el lugar de mi propio sacrificio y quiero que cierta clase de personas se fijen en mí y me feliciten.

Una cosa es seguir el estilo de servicio para Dios en el cual la gente te ve como un héroe, pero es algo muy distinto si el camino que Dios te ha trazado requiere que te conviertas en un "tapete" bajo los pies de las personas. Quizá el propósito de Dios es enseñarte a decir: "Sé vivir humildemente", Filipenses 4:12. ¿Estás listo para ser sacrificado de esta manera? ¿Estás dispuesto a ser menos que una simple gota de agua en un balde, a ser tan irremediablemente insignificante que ninguna persona te recuerde, ni siquiera aquellos a quienes tú serviste? ¿Estás dispuesto a dar y a ser derramado hasta el agotamiento, sin buscar ser ministrado sino ministrar? Algunos santos no pueden realizar un trabajo humilde y mantener al mismo tiempo una actitud santa porque piensan que ese servicio está por debajo de su dignidad.

 

 

Febrero 6

¿Estás listo para ser derramado como una ofrenda?

"Porque yo ya estoy para ser derramado como una ofrenda de libación...", 2 Timoteo 4:6, LBLA

¿Estás listo para ser derramado como una ofrenda? Es un acto de tu voluntad, no de tus emociones. Dile a Dios que estás para ser ofrecido como un sacrificio para Él. Luego, acepta las consecuencias sin importar cuales sean y sin ninguna queja, a pesar de lo que Dios pueda permitir en tu camino. Dios te hace pasar por una crisis en privado, donde ninguna persona te puede ayudar. Desde afuera, tu vida tal vez parezca la misma, pero la diferencia está en tu voluntad. Una vez que sufras esta crisis en la voluntad, no le prestarás atención al costo cuando la crisis comience a afectarte exteriormente. Si no tratas primero con Dios en el área de tu voluntad, el único resultado será que comiences a compadecerte de ti mismo.

"Atad el sacrificio de la fiesta con cuerdas a los cuernos del altar", Salmos 118:27. Debes estar dispuesto a ser colocado sobre el altar y a pasar por las llamas; dispuesto a experimentar lo que el altar representa: quemarte en fuego, purificación y separación, con el único fin de eliminar todo deseo y pasión que no estén arraigados en Dios o dirigidos hacia Él. Sin embargo, tú no los destruyes, Dios lo hace. Tú atas el sacrificio a los cuernos del altar y tienes cuidado de no sumirte en la autocompasión cuando las llamas comiencen a arder. Después de que hayas pasado por el fuego, no habrá nada capaz de afligirte o deprimirte. Y cuando sobrevenga otra crisis, te darás cuenta de que las circunstancias no pueden afectarte como antes. ¿Qué fuego estás experimentando en tu vida?

Dile a Dios que estás dispuesto a ser derramado como una ofrenda, y Él demostrará todo lo que alguna vez soñaste que Él sería.

 

Febrero 7

La disciplina de no decaer

"Pero nosotros esperábamos que él fuera el que había de redimir a Israel. Sin embargo, además de todo, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido", Lucas 24:21

Todos los hechos mencionados por los discípulos eran verídicos, pero las conclusiones a las que llegaron a partir de ellos eran erróneas. Cualquier cosa en la que haya siquiera un indicio de decaimiento espiritual siempre es incorrecta. Si estoy deprimido o cargado, la culpa es mía, no de Dios, ni de nadie más. El abatimiento proviene de una de estas dos fuentes: O he satisfecho un deseo pecaminoso o no lo he podido satisfacer. En cualquiera de los casos, el resultado es el decaimiento. La concupiscencia o deseo pecaminoso se expresa con estas palabras: "Quiero tener eso inmediatamente". La concupiscencia espiritual me hace exigir una respuesta de Dios, en lugar de buscarlo a Él mismo, el dador de la respuesta. ¿Qué he estado esperando que Dios haga? ¿Hoy es el tercer día de espera y todavía no ha hecho lo que yo pensaba? Por lo tanto, ¿eso justifica que me encuentre decaído y que culpe a Dios? Cuando insistimos en que Él siempre debe responder a nuestras oraciones, vamos por el camino equivocado. El propósito de la oración es que nos aferremos a Dios y no a la respuesta. Es imposible estar bien físicamente y a la vez decaídos, porque el decaimiento es un signo de enfermedad. Lo mismo sucede espiritualmente. El abatimiento espiritual es incorrecto y nosotros siempre somos los culpables de que ocurra.

Para ver el poder de Dios buscamos visiones celestiales y sucesos estremecedores, lo cual se comprueba con el hecho de que estemos decaídos. Sin embargo, nunca nos damos cuenta de que todo el tiempo Él está obrando en nuestros acontecimientos cotidianos y en las personas que nos rodean. Si solamente lo obedecemos y realizamos la tarea que ha puesto más cerca de nosotros, lo veremos a Él. Una de las más asombrosas revelaciones de Dios surge cuando aprendemos que, por medio de las experiencias diarias de la vida, entendemos la magnífica Deidad de Jesucristo.

 

Febrero 8

La santificación: instantánea e insistente

"Que el mismo Dios de paz os santifique por completo...", 1 Tesalonicenses 5:23

Cuando le pedimos a Dios en oración que nos santifique, ¿estamos dispuestos a vivir a la altura de lo que eso realmente significa? Tomamos con mucha liviandad el término santificación. ¿Estamos dispuestos a pagar el precio por ella? Este costo implica una fuerte restricción de todos nuestros intereses terrenales y un amplio cultivo de todos nuestros intereses en Dios. La santificación significa estar concentrados profundamente en el punto de vista de Él. Significa resguardar y mantener toda la fuerza de nuestro cuerpo, alma y espíritu, únicamente para el propósito divino. ¿Estamos realmente dispuestos a que Dios haga en nosotros todo aquello para lo cual nos apartó? Y después que haya ejecutado su obra, ¿estamos dispuestos a apartamos a nosotros mismos para Dios, así como lo hizo Jesús? "Por ellos yo me santifico a mi mismo...", Juan 17:19. Algunos de nosotros no hemos participado de la experiencia de la santificación porque no hemos entendido su significado desde la perspectiva divina. La santificación significa ser hechos uno con Jesús, de tal forma que la naturaleza que lo controlaba a Él nos controle a nosotros también. ¿Estamos realmente preparados para pagar el precio? Nos va a costar absolutamente todo lo que hay en nosotros que no es de Dios.

¿Estamos dispuestos a ser arrebatados por la fuerza de esta oración de Pablo? ¿Estamos preparados para decir: "Señor, hazme a mí, un pecador salvo por gracia, tan santo como Tú puedas"? Jesús oró para que fuéramos uno con Él, así como Él es uno con el Padre (ver Juan 17:21-23). La única evidencia del Espíritu Santo en la vida de una persona es el inconfundible parecido familiar con Jesucristo y el desapego de todo lo que no sea como Él ¿Estamos dispuestos a apartarnos para la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas?

 

 

Febrero 9

¿Estás agotado espiritualmente?

"...El Dios eterno... no desfallece ni se fatiga con cansancio...", Isaías 40:28

Estar exhaustos significa que nuestras fuerzas vitales se han agotado por completo. El agotamiento espiritual nunca es el resultado del pecado sino del servicio y el hecho de que te agotes o no, depende del lugar donde te aprovisiones. Jesús le dijo a Pedro: Apacienta mis ovejas, pero no le dio nada con qué alimentarlas (Juan 21:17). El proceso de convertirte en pan partido y en vino derramado, significa que tú tienes que ser el alimento para otras personas hasta que ellas aprendan a alimentarse de Dios. Deben vaciarte hasta la última gota. Pero ten cuidado de reponer tus provisiones o, de lo contrarío, muy pronto te encontrarás totalmente exhausto. Antes de que los otros aprendan a servirse directamente de la vida del Señor Jesús, tendrán que valerse de ella por medio de ti. Debes ser, literalmente, su fuente de provisión hasta que aprendan a nutrirse de ÉL. Le debemos a Dios ser los mejores para sus corderos y ovejas, al igual que para El.

¿La forma en que le has estado sirviendo a Dios te ha llevado al agotamiento? Si es así, entonces renueva y reanima tus deseos y emociones. Examina tu motivación para el servicio. ¿Se origina en tu propio entendimiento o parte de la redención de Jesucristo? Reflexiona continuamente sobre el fundamento de tus afectos y tu amor y recuerda en dónde se encuentra la fuente de poder. No tienes derecho a decir: “¡Oh, Señor, estoy tan exhausto!" Él te salvó y te santificó para agotarte. Llega al agotamiento para Dios, pero recuerda que Él es tu provisión. "Todas mis fuentes están en ti", Salmo 87:7.

 

Febrero 10

¿Se muere de hambre tu imaginación?

"Levantad en alto vuestros ojos y mirad quién creó estas cosas...", Isaías 40:26

En el tiempo de Isaías el pueblo de Dios había atrofiado su pensamiento por el hambre espiritual debido a que miraba el rostro de los ídolos. Pero Isaías logró que levantara la vista a los cielos, es decir, que las personas comenzaran a usar correctamente su poder para pensar e imaginar. Si somos hijos de Dios, la naturaleza es un extraordinario tesoro para nosotros. En todo viento que sopla, en cada amanecer y atardecer, en cada nube del cielo, en toda flor que se abre y en cada hoja que se marchita Dios realmente nos extiende su mano y nos alcanza, si tan sólo usamos nuestra desnutrida imaginación para damos cuenta de ello.

Nuestra concentración espiritual se prueba al llevar cautivos los pensamientos y especulaciones. ¿Está concentrada tu mente en el rostro de un ídolo? ¿Eres tú ese ídolo? ¿Es tu trabajo? ¿O tu concepto de lo que debería ser un obrero? ¿Tu experiencia personal de salvación y santificación? Si es así, entonces tu capacidad para ver a Dios es raquítica y te encontrarás impotente frente a las dificultades y tendrás que soportarlas a oscuras. Si tu pensamiento muere de hambre, no pongas la mirada en tus experiencias del pasado; es a Dios a quien debes mirar, es a Él a quien necesitas. Sale de ti mismo, aléjate del rostro de tus ídolos, aléjate de todo lo que ha estado atrofiando tu imaginación. Despiértate y acepta el sarcasmo de Isaías con el pueblo y dirige tus pensamientos y tus ojos hacia Dios de manera deliberada.

Uno de los motivos para la ineficacia de nuestras oraciones es que nuestro pensamiento está vacío. Ya ni siquiera podemos imaginar el acto de presentarnos intencionalmente delante de Dios. En realidad, es más importante que seamos pan partido y vino derramado en el área de la intercesión que en el contacto personal con otros. La imaginación es el poder que Dios le da a un santo para situarse fuera de sí mismo, en relaciones que nunca antes vivió.

 

Febrero 11

¿Agoniza tu esperanza en Dios?

"Tu guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado", Isaías 26:3

¿Tu pensamiento persevera en Dios, o está atrofiado por el hambre? Esta inanición es una de las principales fuentes de agotamiento y debilidad en la vida de un obrero. Si nunca has empleado tu pensamiento para presentarte delante de Dios, comienza a hacerlo ahora. Es inútil esperar a que Dios venga a ti. Debes apartar tus pensamientos y tus ojos del rostro de los ídolos, mirarlo a Él y ser salvo (Isaías 45:22). Como el pensamiento y la imaginación constituyen el don más grande que Dios te ha dado, debes consagrarlos enteramente a Él. Si tu has estado llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo (2 Corintios 10:5), esto se convertirá en una de las mayores cualidades de tu fe cuando venga el tiempo de la prueba, porque tu fe y el Espíritu de Dios trabajarán juntos. Aprende a asociar las ideas que sean dignas de Dios con todo lo que sucede en la naturaleza: los amaneceres y las puestas de sol, el brillo de la luna y las estrellas, el cambio de las estaciones. De este modo, la imaginación nunca estará a merced de tus impulsos, sino que siempre se encontrará al servicio de Dios.

"Pecamos nosotros, como nuestros padres... no se acordaron", Salmo 106:6-7. Entonces, aviva tu memoria y despierta inmediatamente. No te digas a ti mismo: "Pero Dios no me está hablando en este momento". Él debe estar haciéndolo. Recuerda a quién le perteneces y a quién sirves. Motívate por medio de los recuerdos y tu afecto por Dios aumentará diez veces; tu imaginación ya no se morirá de hambre, sino que tendrá viveza y entusiasmo y no podrás expresar con palabras la brillantez de tu esperanza.

 

Febrero 12

¿Necesito escucharlo?

"Entonces dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos", Éxodo 20:19

No desobedecemos a Dios de manera consciente y deliberada; sencillamente no lo escuchamos. Dios nos ha dado sus mandamientos, pero no les prestamos atención, no por una desobediencia obstinada, sino porque no lo amamos ni lo respetamos de verdad. Si me amáis, guardaréis mis mandamientos (Juan 14:15, LBLA). Tan pronto como comprendamos que hemos estado irrespetando a Dios constantemente, nos sentiremos sumamente avergonzados y humillados por rechazarlo.

Habla tú con nosotros..., pero no hable Dios con nosotros... Cuando preferimos escuchar a sus siervos demostramos lo poco que amamos al Señor. Nos gusta oír testimonios personales, pero no deseamos que Dios nos hable personalmente. ¿Por qué nos aterroriza tanto que Él nos hable? Porque sabemos que cuando habla debemos hacer lo que pide o decirle que no vamos a obedecer. Pero si apenas escuchamos la voz del siervo, sentimos que la obediencia es opcional, no imperativa, y reaccionamos diciendo: "Bueno, esa es simplemente tu idea personal, aunque no niego que es probable que sea la verdad de Dios".

¿Humillo constantemente al Señor no tomándolo en cuenta, mientras que Él continúa tratándome amorosamente como hijo suyo? Cuando por fin lo escucho, la humillación que le he causado regresa a mí. Entonces, mi respuesta es: "Señor, ¿por qué fui tan insensible y obstinado?” Cuando comenzamos a escuchar a Dios, este siempre es el resultado. El verdadero gozo de oírlo a Él se empaña por la vergüenza de haber tardado tanto tiempo en hacerlo.

 

Febrero 13

Mi dedicación continua a escuchar

"...habla, que tu siervo escucha", 1 Samuel 3:10

El hecho de haber escuchado con cuidado y atención algo que Dios me haya hablado no garantiza que voy a prestarle atención a todo lo que Él dice. La insensibilidad de mi mente y corazón hacia lo que Dios habla pone en evidencia que no lo amo ni lo respeto. Si amo a un amigo, automáticamente entenderé lo que él quiere; y Jesús dijo: "Vosotros sois mis amigos...", Juan 15:14. ¿Desobedecí algún mandamiento de mi Señor esta semana? Si hubiera comprendido que era un mandamiento de Jesús, yo no lo hubiera desobedecido de manera consciente. Pero la mayoría de nosotros demostramos una falta de respeto tan grande hacia Dios que ni siquiera lo escuchamos. Mejor sería que nunca nos hubiera hablado.

La meta de mi vida espiritual es que me identifique tanto con Jesucristo que siempre escuche a Dios y sé que Él siempre me oye (Juan 11:41). Si estoy unido a Jesucristo, le prestaré atención a Dios todo el tiempo mediante mi fervor y dedicación a escuchar. Una flor, un árbol o un siervo del Señor pueden transmitir el mensaje divino para mi vida. Estar ocupado en otras cosas es lo que me impide oír. No es que me rehúse a escuchar a Dios, sino que mi consagración no está bien ubicada. Me dedico a las cosas, al servicio, a mis propias convicciones y Dios puede decir lo que quiera, pero simplemente no lo escucho. La actitud de un hijo de Dios siempre debe ser: "Habla, que tu siervo escucha". Si no he desarrollado y alimentado la devoción continua a escuchar, solamente puedo oír la voz de Dios algunas veces; y en otras ocasiones me vuelvo sordo a Él porque mi atención se encuentra en las cosas - las cosas que pienso que debo hacer. Esto, en realidad, no es vivir como un hijo de Dios. ¿Has escuchado hoy su voz?

 

Febrero 14

La disciplina de atender a su voz

"Lo que os digo en tinieblas, decidlo a plena luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas", Mateo 10:27

En ocasiones Dios nos hace pasar por la disciplina de las tinieblas para enseñarnos a oírlo y obedecerlo. Las aves canoras aprenden a cantar en la oscuridad y nosotros somos puestos bajo la sombra de su mano hasta que aprendemos a escucharlo (Isaías 49:2). "Lo que os digo en tinieblas": Presta atención cuando Dios te ponga en la oscuridad y permanece en silencio mientras estés allí. ¿Tus circunstancias o tu relación con Dios indican que ahora mismo te encuentras a oscuras? Si es así, entonces calla. Si abres tu boca cuando no hay luz, hablarás de una manera errada; la oscuridad es un tiempo para escuchar. No hables al respecto con nadie; no leas libros para encontrar la razón de las tinieblas; sólo escucha y obedece. Si lo comentas con otras personas no podrás oír lo que Dios te está diciendo. Cuando te encuentres a oscuras, escucha; y Dios te dará un mensaje muy precioso para alguien más, una vez que salgas a la luz.

Después de cada período de oscuridad debemos experimentar una combinación de regocijo y humillación. Si sólo hay alegrías, dudo de que realmente hayamos escuchado a Dios. Deberíamos sentir gozo por haberlo escuchado, pero especialmente humillación por tardar tanto en escucharlo. Entonces, exclamaremos: "¡Cuánto me demoré en prestar atención y comprender lo que me ha estado hablando, a pesar de que lo venía haciendo durante días e incluso semanas!" Pero una vez que lo escuchas, Él te da el don de la humillación que ablanda el corazón. Este regalo siempre te lleva a escuchar a Dios ahora. 

 

Febrero 15

¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?

"Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo", Romanos 14:7, LBLA

¿Alguna vez te has dado cuenta de que espiritualmente eres responsable ante Dios por otras personas? Por ejemplo, si en mi vida privada me desvío de Dios en cualquier forma, todos los que me rodean sufren. Y juntos, "...nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús...; ... si un miembro padece, todos los miembros se duelen con el...", Efesios 2:6, 1 Corintios 12:26. Si permites el egoísmo material y físico, la negligencia y la pereza mental, la insensibilidad moral o la debilidad espiritual, todos los que pertenezcan a tu círculo van a sufrir. Pero, te preguntas, "¿quién es capaz de vivir a la altura de un patrón tan exigente?" Nuestra capacidad proviene de Dios y sólo de Él (2 Corintios 3:5).

"...Me seréis testigos...", Hechos 1:8. ¿Cuántos de nosotros estamos dispuestos a consumir hasta el último remanente de nuestras fuerzas físicas y emocionales, de nuestra energía mental, moral y espiritual en favor del Señor Jesucristo? Este es el sentido que Dios le da a la palabra "testigo", lo cual requiere tiempo. Por lo tanto, sé paciente contigo. ¿Para qué nos ha dejado Dios en la tierra? ¿Solamente para que seamos salvos y santificados? No, lo hizo para que trabajemos al servicio de ÉL ¿Estoy dispuesto a ser para Dios pan partido y vino derramado? ¿A no valer nada para esta vida o esta era, excepto por un único propósito y sólo uno: el de ser usado en el discipulado de hombres y mujeres para el Señor Jesucristo? Mi vida de servicio para Dios es la manera en que le digo "gracias" por su indescriptible y maravillosa salvación. Recuerda que es totalmente posible que a cualquiera de nosotros Dios nos eche fuera como a la escoria de la plata: "...No sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado", 1 Corintios 9:27.

 

Febrero 16

La inspiración de la iniciativa espiritual

"...Levántate de los muertos..." Efesios 5:14

No toda iniciativa - la disposición para dar el primer paso - es inspirada por Dios. Una persona te podría decir: "¡Anímate y sigue adelante! ¡Agarra por el cuello ese desgano y tíralo por la ventana! ¡Simplemente enfrenta las cosas!" Esa es la iniciativa humana. Pero cuando el Espíritu de Dios viene a nosotros y en verdad nos dice: “¡Anímate y sigue adelante!", de repente descubrimos que la iniciativa es inspirada.

Todos nosotros poseemos muchísimos sueños y aspiraciones cuando somos jóvenes, pero tarde o temprano nos damos cuenta de que no tenemos el poder para realizarlos. Debido a que no podemos llevar a cabo lo que anhelamos, somos propensos a considerar como muertos esos sueños y aspiraciones. Pero Dios se acerca y nos dice: "...Levántate de los muertos". Cuando Él envía su inspiración, nos llega con un poder tan milagroso que podemos levantarnos de los muertos y hacer lo imposible. Lo extraordinario de la iniciativa espiritual es que la vida y el poder vienen después de que nos “animamos y seguimos adelante". Dios no nos otorga una vida vencedora; nos da vida a medida que vencemos. Cuando viene la inspiración divina y Él nos dice: "...Levántate de los muertos", nosotros mismos debemos ponernos de pie; Dios no nos levantará. Nuestro Señor le dijo al hombre de la mano seca: "Extiende tu mano", Mateo 12:13. Su mano fue sanada tan pronto la extendió pero él tuvo que tomar la iniciativa. Si nosotros tomamos la iniciativa vamos a encontrar que tenemos la inspiración de Dios, porque Él nos da de inmediato el poder de la vida.

 

Febrero 17

La iniciativa contra la depresión

"Levántate y come", 1 Reyes 19:5

En este pasaje el ángel no le dio una visión a Elías, ni le explicó las Escrituras, ni realizó un acto extraordinario. Tan sólo le dijo que hiciera algo muy corriente: levantarse y comer. Si nunca nos sintiéramos deprimidos, no estaríamos vivos; solamente los objetos inanimados nunca se deprimen. Los seres humanos somos susceptibles a la depresión, pues de lo contrario, tampoco poseeríamos la capacidad para la felicidad y el júbilo. Hay circunstancias en la vida que están proyectadas para deprimirnos, entre ellas las que se encuentran asociadas con la muerte. Al examinarte a ti mismo siempre ten en cuenta la capacidad que tienes para deprimirte.

Cuando el Espíritu de Dios viene a nosotros, no nos da visiones gloriosas sino que nos ordena hacer las tareas más comunes que nos podamos imaginar. La depresión tiende a alejarnos de lo que es usual y corriente en la creación de Dios. Pero siempre que El viene, su inspiración es que realicemos las cosas más sencillas, aquellas en las que nunca nos hubiéramos imaginado que Dios estuviera. Y cuando las hacemos, allí lo encontramos a Él. La inspiración que nos llega de esta manera es una iniciativa contra la depresión, pero tenemos que dar el primer paso y darlo bajo la inspiración divina. Si efectuamos algo por nuestra cuenta con el fin de vencer la depresión, entonces la vamos a agravar. Pero si el Espíritu de Dios nos guía de manera intuitiva a hacerlo y lo hacemos, la depresión desaparece. Tan pronto nosotros nos levantamos y obedecemos, entramos en un nivel de vida superior.

 

Febrero 18

La iniciativa contra la desesperación

"¡Levantaos, vamos!" Mateo 26:46

En el huerto de Getsemaní los discípulos se fueron a dormir cuando debieron haberse quedado despiertos; y una vez que comprendieron lo que habían hecho, se sintieron desesperados. El sentimiento de haber hecho algo que no se puede corregir tiende a desesperarnos y decimos: "Bueno, ya no hay nada que hacer, es inútil intentarlo de nuevo". Si pensamos que esta clase de desesperación es excepcional, estamos equivocados. Se trata de una experiencia muy común del ser humano. Siempre que nos damos cuenta de que hemos desaprovechado una magnífica oportunidad, fácilmente nos hundimos en la desesperación. Sin embargo, Jesús se acerca a nosotros y nos dice con amor: “Duerme ya. Esa oportunidad se perdió para siempre y eso no lo puedes cambiar. Pero, levántate y hagamos lo que sigue”. En otras palabras, deja que el pasado duerma, pero que repose en el dulce abrazo de Cristo. Y continuemos hacia ese inexorable futuro con Él.

En las vidas de cada uno de nosotros se presentan experiencias similares. Vamos a sufrir períodos de desesperación causados por situaciones reales y no podremos salir de ellos. En este caso, los discípulos habían hecho algo completamente inexcusable: Se durmieron en lugar de velar con Jesús. Pero nuestro Señor, tomando la iniciativa espiritual en contra de su desesperación, se les acercó y les dijo: "Levántense y hagan lo que sigue”. Si somos inspirados por Dios, ¿qué es lo siguiente? Confiar totalmente en Él y orar partiendo del fundamento de su redención.

Nunca permitas que el sentimiento de haber fracasado eche a perder tus acciones futuras.

 

Febrero 19

La iniciativa contra el trabajo desagradable

"¡Levántate, resplandece…!", Isaías 60:1

Cuando se trata de tomar la iniciativa contra un trabajo que nos parece desagradable o pesado, debemos dar el primer paso como si Dios no existiera. Es inútil esperar a que Él nos ayude, pues no lo va a hacer. Sin embargo, tan pronto nos levantamos descubrimos que está presente. Siempre que Dios nos inspira, tomar la iniciativa se conviene en una cuestión moral, en un asunto de obediencia. Entonces, debemos actuar para ser obedientes y no seguir acostados sin hacer nada. Si nos levantamos y resplandecemos, Dios le cambiará el rostro a ese oficio tedioso y servil.

Esta clase de trabajo es una de las mejores pruebas para determinar la autenticidad de nuestro carácter. Es la labor que no se acerca en lo más mínimo a lo que nosotros consideramos como un trabajo ideal. Es una obra totalmente difícil, baja, molesta y sucia. Y cuando pasamos por ella, se prueba nuestra espiritualidad porque vamos a saber inmediatamente si somos o no espiritualmente auténticos (ver Juan 13). En este capítulo vemos al Dios encarnado realizando la más grande muestra de trabajo servil: el lavado de los pies de unos pescadores. "Luego pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros", Juan 13:14. La inspiración divina es necesaria si el trabajo desagradable y servil ha de resplandecer con la luz de Dios. La forma en que algunas personas llevan a cabo cierta labor santifica ese trabajo de ahí en adelante. Puede ser un oficio corriente, pero se vuelve diferente después de que hemos visto a esas personas realizarlo. Cuando nuestro Señor hace algo por medio de nosotros, siempre lo transforma. El asumió la forma de nuestra carne humana y la transformó. Ahora el cuerpo de cada creyente se ha convertido en el templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19).

 

Febrero 20

La iniciativa contra soñar despiertos

"¡Levantaos, vámonos de aquí!", Juan 14:31

Soñar con respecto a algo, para poder hacerlo de una manera correcta, está bien; pero soñar sobre eso, cuando deberíamos estar haciéndolo, está mal. En este pasaje, después de haberles dicho esas palabras maravillosas a sus discípulos, podríamos esperar que nuestro Señor les hubiera dicho que se fueran y meditaran en ellas; pero Jesús nunca permitió que pasaran el tiempo fantaseando. Cuando nuestro propósito es buscar a Dios y descubrir su voluntad para nosotros, soñar despiertos es correcto y aceptable. Sin embargo, cuando nuestra tendencia es a pasar el tiempo soñando despiertos sobre lo que ya se nos ha ordenado hacer, esto es inaceptable y Dios nunca lo podrá bendecir. Él tomará la iniciativa contra esa clase de ensoñación y nos instará a la acción. Sus instrucciones para nosotros serán en estos términos: “¡No te sientes ni te detengas ahí! ¡Sólo sigue adelante!"

Si estamos esperando en silencio delante de Dios después de que nos ha dicho: Venid vosotros aparte, estamos meditando delante de Él para buscar su voluntad (Marcos 6:31). Sin embargo, cuidémonos de que Él sea la fuente de todos tus sueños y deleites y con diligencia obedece lo que Él ha dicho. Cuando estás enamorado, tú no te sientas y sueñas despierto todo el tiempo con la persona amada, sino que vas y haces algo por ella. Eso es lo que Jesucristo espera de nosotros. Soñar despierto después de que Dios ha hablado indica que no confiamos en Él.

 

Febrero 21

¿Has perdido alguna vez la compostura por causa de Dios?

"Buena obra me ha hecho", Marcos 14:6

Si lo que llamamos amor no nos lleva más allá de nosotros mismos, entonces no es realmente amor. Si tenemos la idea de que el amor se caracteriza por ser discreto, siempre sabio, siempre sensato y prudente, y que nunca pierde la compostura, hemos pasado por alto su verdadero significado. Talvez esas características nos describan al afecto, al sentimiento de cariño, pero no representan una descripción verdadera y precisa del amor.

¿Alguna vez te has conmovido o emocionado tanto como para hacer algo por Dios, no porque sentías que era tu deber hacerlo, o porque era útil, o porque tú ganabas algo, sino simplemente porque lo amabas? ¿Alguna vez te has dado cuenta de que le puedes dar cosas que son valiosas para Él? ¿O simplemente estás ocioso, soñando despierto sobre la grandeza de su redención, mientras descuidas todo lo que podrías estar realizando para Él? No me refiero a obras que se puedan considerar como divinas y milagrosas, sino a actos humanos sencillos y corrientes que le indican a Él tu entrega total. ¿Alguna vez has producido en el corazón del Señor Jesús lo que hizo María de Betania? "Buena obra me ha hecho".

Hay ocasiones en las que pareciera que Dios se encuentra en espera de que le demos pequeños regalos de nuestra entrega con el único fin de demostrarle cuán genuino es nuestro amor por Él. Estar rendidos a Dios es de mayor valor que nuestra santidad personal y preocuparnos por ella nos lleva a enfocar la mirada en nuestra blancura. Entonces nos preocupamos excesivamente por la forma en que caminamos, hablamos y miramos, porque tememos ofender a Dios. Pero el perfecto amor echa fuera todo eso cuando nos hemos rendido a Él (1 Juan 4:18). No sigamos preguntándonos "¿Somos útiles para algo?", sino aceptemos la verdad de que realmente no lo somos. Nunca es un asunto de servir para algo, sino del valor que tengo para Dios mismo. Cuando nos hemos rendido totalmente a Él, Dios obra a través de nosotros todo el tiempo.

 

Febrero 22

La disciplina de la tenacidad espiritual

"Estad quietos y conoced que yo soy Dios", Salmo 46:10

La tenacidad es más que resistencia. Es resistencia combinada con la absoluta certeza de que lo que esperamos sucederá. Tenacidad significa más que aferrarse, lo cual solo podría estar revelando nuestro temor a soltarnos y caer. La tenacidad es el esfuerzo supremo de un hombre que se rehúsa a creer que su héroe va a ser vencido. Nuestro mayor temor no es que nos vayamos a condenar sino que de alguna manera Jesucristo sea derrotado; y que las virtudes que Él encarnó — amor, justicia, perdón y bondad entre los hombres — al final no prevalezcan y representen un objetivo inalcanzable para nosotros. Entonces, viene el llamado a la tenacidad espiritual. No un llamado a confiar sin hacer nada, sino a trabajar, sabiendo con certeza que Dios nunca será derrotado.

Si en este momento nuestras esperanzas parecen estar sufriendo una desilusión, quiere decir que se están purificando. Toda esperanza o sueño de la mente humana se va a cumplir, si es noble y si proviene de Dios. Pero una de las más grandes presiones de la vida es la de esperar la intervención divina. Él cumple: "Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia...", Apocalipsis 3:10. ¡Continúa siendo espiritualmente tenaz!

 

Febrero 23

La determinación de servir

"Como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir...", Mateo 20:28

 

Jesús también dijo: "...Pero yo estoy entre vosotros como el que sirve", Lucas 22:27. La idea que Pablo tenía sobre el servicio es la misma que la de nuestro Señor: "nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús", 2 Corintios 4:5. De alguna manera tenemos la noción de que el llamamiento de una persona al ministerio es para que sea alguien diferente y esté por encima de otros. Pero, de acuerdo con lo que dice Jesucristo, es llamada a ser el "tapete" de los demás; su líder espiritual, pero nunca su superior. Sé vivir humildemente, dijo Pablo (Filipenses 4:12). Su concepto acerca del servicio era el de derramar su vida por otros, hasta la última gota. Y si recibía alabanzas o reproches, no importaba. Mientras hubiera un ser humano que no conociera a Jesús, Pablo sentía una deuda de servicio hacia esa persona hasta que lo llegara a conocer. La motivación principal detrás de su servicio no era su amor hacia otros, sino hacia el Señor. Si nuestra consagración es a la causa de la humanidad, rápidamente seremos derrotados y quebrantados porque a menudo enfrentaremos mucha ingratitud por parte de los demás. Pero si somos motivados por el amor a Dios, ninguna ingratitud podrá impedir que nos sirvamos unos a otros.

El secreto de la determinación de Pablo para servir a otras personas estaba en su entendimiento personal sobre la manera en que Jesucristo había tratado con él: "habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador..." 1 Timoteo 1:13. En otras palabras, sin importar qué tan mal otros hubieran tratado a Pablo, nunca podían haberlo hecho con el mismo grado de rencor y odio que él había utilizado para tratar a Jesucristo. Cuando nos damos cuenta de que el Señor nos ha servido hasta el extremo de nuestra mezquindad, egoísmo y pecado, nada de lo que podamos recibir de los demás podrá agotar nuestra determinación de servirlos por amor a Él.

 

Febrero 24

El deleite del sacrificio

"Y yo, con el mayor placer, gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas...", 2 Corintios 12:15

Cuando el Espíritu Santo ha derramado el amor de Dios en nuestros corazones, empezamos a identificarnos conscientemente con los intereses y propósitos de Jesucristo para la vida de otras personas (Romanos 5:5). Y Él está interesado en cada persona de forma individual. En el servicio cristiano no tenemos derecho a dejarnos guiar por nuestras afinidades, gustos y simpatías. De hecho, esta es una de las pruebas más grandes para nuestra relación con Jesucristo. El deleite del sacrificio es que pongo mi vida por mi Amigo Jesús (ver Juan 15:13). No que la deseche, sino que voluntaria e intencionalmente la presento y la pongo a disposición de Él y de sus intereses en otras personas. Y no lo hago por una meta o una causa personal. Pablo consumió su vida con un único propósito: poder ganar almas para Jesucristo. Todo el tiempo atrajo a las personas hacia su Señor, nunca hacia él mismo. Dijo: "A todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos", 1 Corintios 9:22.

Cuando alguien piensa que para desarrollar una vida santa siempre tiene que estar a solas con Dios, ya no puede ser de ninguna utilidad para los demás. Es como si se colocara en un pedestal y se aislara del resto de la sociedad. Pablo fue una persona santa, pero dondequiera que iba siempre permitía que Jesucristo utilizara su vida. Muchos de nosotros estamos buscando nuestros propios fines y por esta razón Jesús no puede usarnos. Pero si estamos totalmente sometidos a Él, no tenemos propósitos personales que satisfacer. Pablo dijo que sabía ser un "tapete limpia piés" sin resentirse por ello, porque la motivación de su vida era la devoción a Jesús. Nuestra tendencia es a consagrarnos, pero no a Jesucristo, sino a las cosas que nos permiten más libertad espiritual que la que concede la completa sumisión a Él. Ese no fue de ninguna manera, el motivo de Pablo. En realidad él declaró: "porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos..." Romanos 9:3. ¿Había perdido Pablo su capacidad para razonar? ¡Por supuesto que no! Para alguien que está enamorado hablar así no es una exageración. Y Pablo estaba enamorado de Jesucristo.

 

Febrero 25

La pobreza total del servicio

"...aunque amándoos más, sea amado menos", 2 Corintios 12:15

El amor natural del ser humano espera ser correspondido, pero Pablo nos está diciendo: "No me importa si me amas o no, de todas maneras estoy dispuesto a privarme completamente de todo, a empobrecerme hasta la miseria, no solo por amor a ustedes sino para que los pueda llevar a Dios". "Ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre siendo rico", 2 Corintios 8:9. El concepto que tenía Pablo sobre el servicio era similar al de nuestro Señor. Sin importarle qué tan alto fuera el costo para si mismo, él estaba dispuesto a pagarlo con gusto. Y para él era un gozo. La noción que tiene la iglesia institucional sobre un siervo de Dios no es como la de Jesucristo. La idea del Señor es que lo sirvamos a Él siendo siervos de los demás. En realidad, Jesucristo es "más socialista” que los socialistas. Él declaró que en su reino el mayor sería el siervo de todos (Mateo 23:11). La prueba real de un santo no es que predique el evangelio, sino que lave los pies de los discípulos, es decir, que realice aquellas tareas que no tienen importancia según la opinión de la gente, pero que valen todo desde el punto de vista de Dios. Pablo se complacía en gastarse a sí mismo por causa de los intereses de Dios en otras personas, sin importar cuánto le costara. Pero nosotros, antes de servirle nos detenemos a ponderar los intereses personales y financieros. "Supongamos que Dios quiere que me traslade a otro lugar. ¿Qué de mi salario? ¿Cómo es el clima? ¿Quién se encargará de mis necesidades? Uno tiene que pensar en estas cosas". Todo lo anterior indica que servimos a Dios con restricciones. Pero el apóstol Pablo no tenía ninguna condición ni reserva. Él centro de su vida en el concepto de Jesucristo sobre un santo del Nuevo Testamento: no alguien que simplemente proclama el Evangelio, sino quien se convierte en pan partido y vino derramado en las manos de Jesucristo, por amor a otros.

 

Febrero 26

Nuestras mezquinas suspicacias con Jesús

"La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla y el pozo es hondo...", Juan 4:11

“¡Estoy impresionado con las maravillosas verdades de la Palabra de Dios, pero realmente Él no espera que yo las cumpla ni que ponga en practica toda esa cantidad de detalles en mi vida!" ¿Alguna vez has dicho esas palabras? El hecho de enfrentarnos al verdadero valor que le damos a Jesús refleja una superioridad religiosa. Sus ideas nos impresionan y nos parecen elevadas, pero creemos que Él no es realista y que lo que nos dice es impracticable. Cada uno de nosotros pensamos así de Jesús en alguna área de nuestra vida. Estas suspicacias empiezan a surgir cuando le damos cabida a preguntas que desvían nuestra atención de Dios, las cuales surgen mientras estamos hablando de nuestros tratos con Él y los demás nos dicen: "¿De dónde vas a sacar el dinero necesario para vivir? ¿Cómo vas a sobrevivir y quién se encargará de tus necesidades?" O los recelos comienzan en nosotros mismos cuando le decimos a Jesús que nuestro caso es demasiado difícil para Él. Entonces, expresamos: "Es fácil decir 'confía en el Señor', pero una persona tiene que comer. Además, Jesús ni siquiera tiene con qué sacar el agua del pozo, y no puede usar nada para darnos lo que necesitamos". Guárdate del engaño con apariencia de piedad que nos luce decir: "Yo no desconfío de Jesús, sino de mí". Si somos honestos, admitiremos que nunca hemos sido suspicaces con nosotros mismos porque sabemos exactamente lo que somos capaces e incapaces de hacer; pero sí tenemos recelos con respecto a Jesús. Y nuestro orgullo se hiere con solo pensar que Él puede hacer lo que nosotros no podemos. Mis suspicacias surgen del hecho de que me escudriño a mí mismo para encontrar la manera en que Él va a cumplir lo que dice. Mis dudas se levantan de las profundidades de mi propia inferioridad. Si percibo estos recelos en mi debo exponerlos a la luz y confesar abiertamente: "Señor, he tenido desconfianza. No he creído en tus capacidades, solamente en las mías. No he creído en tu omnipotencia sino en mi limitada comprensión de ella".

 

Febrero 27

El ministerio empobrecido de Jesús

"¿De dónde, pues, tienes el agua viva?" Juan 4:11

El pozo es hondo, ¡muchísimo más hondo de lo que la mujer samaritana entendía! (Ver Juan 4). Considera las profundidades de la naturaleza humana y de la vida del hombre, piensa en las aguas profundas de los "pozos" que hay en ti. ¿Has estado limitando o empobreciendo el ministerio de Jesús hasta el punto de que Él no puede obrar en tu vida? Imagínate que dentro de tu corazón hay un pozo profundo de dolor e inquietud, y que Jesús se acerca y te dice: No se turbe vuestro corazón... (Juan 14:1). Entonces, tú te encoges de hombros y le contestas: "Pero, Señor, el pozo es demasiado profundo y ni siquiera Tú puedes sacar tranquilidad y consuelo de él". Es verdad, Él los trae de lo alto, Jesús no saca nada de los pozos de la naturaleza humana. Cuando nosotros únicamente recordamos lo que le hemos permitido hacer al Santo de Israel en nuestra vida, entonces lo limitamos. También lo hacemos al decir: "Por supuesto, no puedo contar con que Dios va a hacer esto en particular". Aquello que pone a prueba su omnipotencia es lo mismo que nosotros como discípulos de Jesús deberíamos creer que Él hará. Empobrecemos y debilitamos su ministerio en nosotros cuando olvidamos que Él es omnipotente; el empobrecimiento está en nosotros, no en Él. Acudimos a Jesús como nuestro consolador o nuestro Dios compasivo, pero no queremos acercarnos a Él como nuestro Todopoderoso Dios. Algunos de nosotros somos ejemplos muy pobres del cristianismo porque no hemos logrado reconocer que Cristo es omnipotente. Contamos con cualidades y experiencias cristianas, pero no hay entrega ni rendición a Jesucristo. Al enfrentarnos a circunstancias difíciles, empobrecemos su ministerio declarando: "Por supuesto, Él no puede hacer nada al respecto". Entonces, luchamos por alcanzar el fondo de nuestro pozo y tratamos de conseguir el agua por nuestros propios medios. Cuídate de la gratificación de volverte a hundir y afirmar: "¡No se puede hacer!" Tú sabes que es posible, si miras a Jesús. El pozo de tu limitación es hondo, pero haz el esfuerzo de apartar la mirada de ti y dirigirla a Él.

 

Febrero 28

¿Ahora creéis?

"…Por eso creemos... ¿Jesús les respondió: ¿Ahora creéis?" Juan 16:30-31

Ahora creemos. Pero Jesús dice: "¿De veras? Llegará el momento en que me dejarán sólo" (ver Juan 16:32). Muchos obreros cristianos han dejado solo a Jesucristo y se han puesto a trabajar por el sentido del deber o porque, de acuerdo con su discernimiento personal, lo perciben como algo necesario. Esto se debe a la ausencia de la vida nueva que Jesús nos dio al resucitar. El alma se ha desviado del contacto íntimo con Dios y se apoya en su propio entendimiento religioso. No es un pecado deliberado y, por lo tanto, no implica un castigo. Pero cuando la persona se da cuenta de la manera en que ha obstruido su entendimiento de Jesucristo y se ha acarreado incertidumbres, penas y dificultades, tiene que regresar con vergüenza y dolor.

Necesitamos depender con mayor profundidad de la vida nueva en Cristo. Debemos buscar continuamente su consejo para todo, en lugar de tomar nuestras propias decisiones racionales y luego pedirle que las bendiga. Él no puede bendecirlas, lo cual no depende de su soberanía, pues esas decisiones están alejadas de la realidad. Si hacemos algo simplemente por el sentido del deber, estamos tratando de vivir según una norma que rivaliza con el Señor Jesucristo. Nos volvemos personas orgullosas y arrogantes porque creemos saber qué hacer en cada situación. Hemos colocado el sentido del deber en el trono en vez de la vida eterna en Cristo. No se nos dice que andemos en la luz de nuestra conciencia o de un sentido del deber, sino que andemos en la luz como Él esta en la luz (1 Juan 1:7). Cuando hacemos algo por el sentido del deber, lo podemos justificar por medio de argumentos. Pero cuando lo hacemos en obediencia al Señor, no puede haber otra explicación, sólo la obediencia. Por esta razón es que a un santo lo pueden ridiculizar tan fácilmente.

 

Febrero 29

¿Qué deseas que el Señor haga por ti?

"..Señor, que reciba la vista" Lucas 18:41

¿Existe en tu vida algo que además de ser un disturbio para ti, te convierte en un disturbio para otros? Si es así, siempre se trata de un asunto que tú mismo no puedes manejar. Los que iban delante lo reprendían para que callara; pero el gritaba aún más fuerte... (Lucas 18-39). Persiste en el disturbio hasta que te encuentres cara a cara con el Señor mismo. No hagas del sentido común tu dios. Cuando Jesús nos pregunte qué deseamos que Él haga por nosotros con respecto al problema que estamos enfrentando, recordemos que Él no obra de acuerdo con el sentido común sino en formas sobrenaturales.

Miremos como limitamos al Señor cuando recordamos lo que le hemos permitido hacer por nosotros en el pasado: "Yo siempre fracase en esa área y lo seguiré haciendo". En consecuencia, no pedimos lo que queremos. Y pensamos: "Es ridículo pedirle a Dios que haga esto". Debemos pedírselo cuando se trate de una imposibilidad, pues, si no lo es, no existe un verdadero motivo de disturbio. Dios hará lo que es absolutamente imposible.

Este hombre recibió la vista. La mayor imposibilidad para ti es que te identifiques tanto con el Señor que literalmente no quede nada de tu vida antigua. Él lo va hacer, si se lo pides. Pero tienes que llegar al punto de creer que Él es omnipotente. Nuestra fe no puede basarse en lo que Jesús dice sino en Él mismo. Cuando ponemos nuestra mirada sólo en sus palabras, nunca creeremos. Pero cuando lo vemos a Él, las cosas imposibles que hace en nuestras vidas se convierten en algo tan natural como respirar. La agonía que sufrimos es apenas el resultado de la superficialidad intencional de nuestro corazón. No vamos a creer, no vamos a cortar las amarras que aseguran el bote en la playa. Preferimos angustiarnos.

 

José Mateus
zemateus@msn.com