Julio 1
El castigo inevitable

"De cierto te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante", Mateo 5:26

No existe un cielo en donde haya un lugar con un pedacito de infierno. Y como Dios está resuelto a hacerte puro, santo y recto, no te permitirá escapar ni por un momento del escrutinio del Espíritu Santo. Fue Él quien te instó a presentarte en seguida a juicio cuando te convenció de tu pecado, pero no obedeciste. Entonces, el proceso empezó a obrar, trayendo consigo su inevitable castigo. Ahora has sido echado a la cárcel y no saldrás de allí hasta que pagues hasta el último cuadrante. Sin embargo, preguntas: "¿Es este un Dios de misericordia y amor?" Desde el punto de vista divino es un glorioso ministerio de amor. Él te va a sacar puro, limpio y sin mancha, pero quiere que reconozcas cuál era la naturaleza que estabas manifestando: la de exigir el derecho sobre tu vida. Tan pronto estés dispuesto a que Dios cambie esa inclinación, sus fuerzas regeneradoras empezarán a obrar. Cuando comprendas su propósito, es decir, que te relaciones de una manera correcta con Él y con tus semejantes, Dios hará que hasta el último término del universo contribuya a que sigas el camino correcto. Así que decídete a hacerlo de inmediato y di: "Sí, Señor, escribiré esa carta", o "me reconciliaré con esa persona ahora".

Estos mensajes de Jesucristo son para tu voluntad y tu conciencia, no para tu cabeza. Si te pones a cuestionar en tu mente el Sermón del Monte, le quitarás fuerza a la exhortación a tu corazón.

"¿Por qué no estoy creciendo espiritualmente en mi comunión con Dios?" Pregúntate si estás pagando tus deudas desde el punto de vista divino. Haz ahora lo que tarde o temprano tendrás que hacer. Detrás de lodo llamado moral existe un "debes".

 

Julio 2
Las condiciones del discipulado

"Si alguno viene a mí y no aborrece a padre, madre, mujer, hijos, hermanos, hermanas y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo", Lucas 14:26

Si las relaciones más cercanas en la vida de un discípulo chocan con las demandas de Jesucristo, Él exige obediencia inmediata. El discipulado implica una consagración personal y apasionada por una persona: nuestro Señor Jesucristo. Hay una gran diferencia entre la devoción a una persona y la devoción a unos principios o a una causa. Nuestro Señor nunca proclamó una causa, sino que predicó la devoción personal hacia Él. Ser un discípulo me convierte en un devoto esclavo de amor al Señor Jesús. Muchos de los que nos denominamos cristianos no estamos verdaderamente consagrados a Jesucristo. Ninguna persona en el mundo tiene este amor apasionado por el Señor Jesucristo si el Espíritu Santo no se lo ha infundido. Lo podemos admirar, respetar y reverenciar, pero no lo podemos amar por nosotros mismos. El único que ama realmente al Señor es el Espíritu Santo y es Él que ha derramado en nuestros corazones el amor de Dios (ver Romanos 5:5). Siempre que el Espíritu perciba una oportunidad de glorificar a Jesús a través de ti, tomará todo tu ser y realmente te hará arder con una resplandeciente devoción a Él.

Como la vida cristiana se caracteriza por una "originalidad moral espontánea", un discípulo está expuesto a la misma acusación que se le hizo a Jesucristo, es decir, que Él era un inconsecuente. Jesús nunca se contradijo en su relación con Dios. Y un cristiano debe ser consecuente en su relación con la vida del Hijo de Dios en él, pero no con las doctrinas estrictas e inflexibles. La gente se aferra a sus propias doctrinas y por eso Dios tiene que hacer estallar sus prejuicios antes de que se puedan consagrar a Jesucristo.

 

Julio 3
La concentración de mi pecado

"¡Ay de mí que soy muerto!, porque, siendo hombre inmundo de labios... ", Isaías 6:5

Cuando entro en la presencia de Dios, no me doy cuenta vagamente de que soy pecador, sino que percibo la concentración de pecado en un área particular de mi vida. Una persona puede decir con facilidad: "Oh, sí, yo sé que soy pecador"; pero de la presencia de Dios no puede salir con una declaración tan general e indefinida. La convicción que recibimos se concentra en un pecado específico: yo soy esto o aquello. Esa siempre es la señal de que una persona se encuentra en la presencia de Dios. No hay un sentimiento indefinido del pecado, sino que lo veo concentrado en alguna área de mi vida. Dios empieza por darnos convicción de ese pecado en particular hacia el cual su Espíritu Santo ha dirigido la atención de nuestra mente. Si nos rendimos y sometemos a su convicción específica, Él nos mostrará la disposición a pecar que se encuentra debajo. Dios siempre nos trata así cuando estamos en su presencia de una manera consciente.

Esta experiencia de la concentración del pecado es cierta en la vida de cada uno, desde el más grande de los santos hasta el peor de los pecadores. Cuando una persona empieza a subir la escalera de la experiencia, puede decir: "No sé en dónde me he desviado", pero el Espíritu de Dios le señalará algún pecado definido y específico. El efecto de la visión de la santidad del Señor sobre Isaías fue la comprensión de que era un hombre de labios inmundos. Tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios y es quitada tu culpa y limpio tu pecado (Isaías 6:7). El fuego purificador tuvo que aplicarse donde el pecado se había concentrado.

 

Julio 4
Uno de los grandes "no" de Dios

"Deja la ira y abandona el furor; no te irrites, sólo harías lo malo ", Salmo 37:8, LBLA

Irritarse implica desgastarse mental y espiritualmente. Una cosa es decir: "No te irrites", pero otra muy diferente es tener una naturaleza tal que seas capaz de evitarlo. Suena tan fácil declarar: "Confía callado en el Señor y espérale con paciencia", Salmo 37:7, LBLA, hasta que se alborota el avispero... Hasta que nos vemos obligados, como tantos, a vivir en confusión y agonía. Entonces, ¿será posible esperar en el Señor? Si este "no" es ineficaz en este caso, no funcionará en ningún otro. Este "no" debe ser eficaz tanto en nuestros días de dificultad e inseguridad, como en los de paz, o nunca dará resultados. Y si no funciona en tu situación particular, tampoco funcionará en la de nadie más. Esperar en el Señor no depende en manera alguna de tus circunstancias externas, sino de tu relación con Él.

Preocuparse siempre termina en pecado. Nosotros nos imaginamos que un poco de ansiedad y preocupación son un indicativo de nuestra gran prudencia; pero más bien señalan cuan malos somos en realidad. Irritarnos nace de la determinación de salimos con la nuestra. El Señor nunca se enojó ni tuvo ansiedad, porque su propósito no era lograr la realización de sus propios planes, sino cumplir los del Padre. Irritarse es malo para un hijo de Dios.

¿Has estado engañando tu insensata alma con la idea de que las circunstancias que vives son demasiado difíciles como para que Dios las gobierne? Pon todas tus opiniones y especulaciones a un lado y vive bajo la sombra del Omnipotente. Dile a Dios de manera intencional que no te irritarás en esa situación específica. Hacer planes es la causa de toda nuestra ira y preocupación.

 

Julio 5
No planees sin Dios

"Encomienda a Jehová tu camino, confía en Él y Él hará", Salmo 37:5

No planees sin Él. Dios parece tener una deliciosa manera de desbaratar los planes que hemos hecho sin haberlo tomado en cuenta. Nosotros nos metemos en circunstancias que no fueron elegidas por Dios y de pronto descubrimos que hemos estado planeando sin Él. Ni siquiera lo hemos considerado como un factor real y vital en la planificación de nuestra vida. Y, sin embargo, lo único que nos guarda de la posibilidad de preocuparnos es el hecho de contar con Él como el agente principal en todos nuestros planes.

Acostumbramos poner primero a Dios en los asuntos espirituales, pero somos propensos a creer que es inadecuado e innecesario hacerlo con los asuntos prácticos de nuestra vida. Si imaginamos que debemos poner una "cara espiritual" antes de acercarnos a Dios, nunca nos acercaremos a Él. Debemos presentarnos tal como somos.

No planees teniendo en cuenta el mal. ¿Es realmente la intención de Dios que no consideremos la maldad que nos rodea? "El amor... no toma en cuenta el mal...", ver 1 Corintios 13:4-5, LBLA. El amor no ignora la existencia del mal, pero no lo tiene en cuenta como un factor para planear. Cuando estábamos apartados de Dios, sí planeábamos teniendo en mente lo malo y tratábamos de que todos nuestros razonamientos partieran de este punto de vista.

No planees para la época de las vacas flacas. No puedes atesorar para posibles necesidades futuras, si estás confiando verdaderamente en el Señor. Jesús dijo: "No se turbe vuestro corazón...", Juan 14:1. Dios no va a impedir que tu corazón se llene de inquietud, pues el "no se turbe" es una orden. Para cumplirla, repréndete a ti mismo cien veces al día, hasta que adquieras el hábito de ponerlo a Él en primer lugar y de planear teniéndolo en la mira.

 

Julio 6
Visión y realidad

"El lugar seco se convertirá en estanque...", Isaías 35:7

Siempre tenemos una visión antes de que algo se convierta en realidad. Cuando nos damos cuenta de que aunque la visión es real, todavía no es real en nosotros, entonces Satanás viene para tentarnos y nos inclinamos a decir que no vale la pena seguir adelante. En lugar de que la visión se vuelva real para nosotros, entramos en un valle de humillación.

"La vida no es como una roca de mineral sin trabajar, sino hierro extraído desde las tinieblas del centro de la tierra y golpeado por la adversidad para moldearlo y poderlo utilizar".

Dios nos da una visión y luego nos hace descender al valle para martillarnos hasta que tomemos la forma de esa visión. Y es en el valle donde tantos desfallecemos y claudicamos. Toda visión dada por Dios se cumplirá, si tenemos paciencia. ¡Sólo piensa en el tiempo ilimitado que Él tiene a su disposición! Nunca tiene afán. Pero nosotros siempre estamos frenéticamente afanados y salimos a hacer cosas a la luz de la gloria de la visión, aunque ella todavía no sea real en nosotros. Dios tiene que llevarnos al valle y hacernos pasar por fuegos e inundaciones para moldearnos hasta que lleguemos al punto donde puede confiarnos la auténtica realidad. Desde el momento en que recibimos la visión, el Señor ha estado trabajando, es decir, moldeándonos según el objetivo que tiene para nosotros. Una y otra vez procuramos huir de su mano y tratamos de martillarnos y moldearnos de acuerdo con nuestro propio objetivo.

La visión que Dios te da no es un inalcanzable castillo en el aire sino una imagen de lo que Él quiere que hagas aquí. Deja que el alfarero te ponga en su rueda y te haga girar como quiera y, luego, tan cierto como que Dios es Dios y tú eres tú, serás formado exactamente conforme a la visión. Pero no te desanimes durante el proceso. Si alguna vez haz tenido una visión de Dios, puedes tratar tanto como quieras de estar satisfecho en un nivel más bajo, pero Él nunca te lo permitirá.

 

Julio 7
Todo lo noble es difícil

"Entrad por la puerta angosta... pues angosta es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida... ", Mateo 7:13-14

Si vamos a vivir como discípulos de Jesús, debemos recordar que lo valioso y excelente cuesta trabajo. La vida cristiana es gloriosamente difícil, pero esa complicación no nos hace desfallecer y caer, sino que nos alienta para triunfar. ¿Apreciamos la maravillosa salvación de Jesucristo lo suficiente como para cambiar lo máximo de nosotros por lo supremo de Él? ¿Lo mejor de nosotros por su gloria?

Dios nos salva por su gracia soberana a través de la expiación de Jesús, "y Él...es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad", Filipenses 2:13. Pero nosotros debemos "poner por obra" esa salvación en nuestra vida práctica diaria (ver Filipenses 2:12). Sólo cuando empezamos a ejecutar lo que Él manda, sobre la base de su redención, descubrimos que es posible realizarlo. Si fracasamos, se debe a que aún no hemos puesto en práctica lo que Dios ha colocado en nosotros. Pero una crisis revelará si hemos sido obedientes o no. Si obedecemos al Espíritu Santo y practicamos en nuestro diario vivir lo que Dios ha puesto en nosotros por su Espíritu, entonces, cuando venga la crisis hallaremos que nuestra propia naturaleza y la gracia divina nos sustentarán.

¡Gracias a Dios porque nos da tareas difíciles! Su salvación produce gozo, pero también exige valentía, coraje y santidad. Pone a prueba todo lo que hay de valor en nosotros. Jesús está "llevando muchos hijos a la gloria", Hebreos 2:10, y Dios no nos eximirá de las exigencias de un hijo. Su gracia forma hombres y mujeres con un fuerte parecido de familia a Jesucristo y no personas débiles, cobardes e indecisas. Se requiere muchísima disciplina para vivir la noble vida de un discípulo de Jesús en las realidades cotidianas y siempre es necesario esforzarse para vivir una vida de valor y excelencia.

 

Julio 8
La voluntad de ser fiel

"... escoged hoy a quien habéis de servir...", Josué 24:15, LBLA

La voluntad de una persona hace parte de todas sus acciones. No puedo renunciar a mi voluntad, debo ejercitarla poniéndola en acción. Debo tener la voluntad de obedecer y ser controlado por el Espíritu Santo. Cuando Dios me da una visión de la verdad, ya no debo preocuparme por lo que Él hará, sino únicamente por lo que debo hacer. El Señor nos ha estado planteando a cada uno de nosotros algunas grandes propuestas, pero lo mejor que puedes hacer es recordar lo que hiciste cuando inicialmente Él te tocó. Recuerda el momento cuando fuiste salvo, cuando reconociste por primera vez a Jesús, o cuando comprendiste alguna verdad. En ese entonces te resultó fácil serle fiel. Cada vez que el Espíritu de Dios te presente una nueva propuesta, recuerda de inmediato esos momentos.

"Escoged hoy a quién habéis de servir". Esto implica un cálculo a conciencia, no algo a lo cual llegas impulsado con facilidad. Todo lo demás en tu vida queda bloqueado hasta cuando tomes la decisión. La propuesta es entre tú y Dios. No consultes "con carne y sangre" al respecto (Gálatas 1:16). Con cada nueva propuesta, las otras personas van siendo dejadas "de lado" cada vez más. Aquí es donde se presenta la tensión. Dios permite que la opinión de los otros santos te afecte y, sin embargo, vas perdiendo poco a poco la certeza de que otros entienden realmente el paso que estás dando. No tienes por qué saber hacia dónde te está dirigiendo el Señor. Lo único que Dios te explicará es a Él mismo.

Declárale abiertamente: "Te seré fiel". Pero recuerda que tan pronto elijas serle fiel a Jesucristo, te convertirás en un "testigo contra ti mismo" (ver Josué 24:22). No consultes con otros creyentes, sino confiesa delante de Él: "Yo te serviré". Sé fiel y reconoce la fidelidad de otras personas.

 

Julio 9
El gran examen

"Josué dijo al pueblo: ¿No podréis servir a Jehová...", Josué 24:19

¿Depositas la más mínima confianza en cualquier cosa o persona diferente a Dios? ¿Te queda un residuo de confianza en cualquier virtud natural, o en un conjunto de circunstancias? Con respecto a esta nueva propuesta que Dios ha puesto delante de ti, ¿estás confiando en ti mismo en cualquier detalle? Esto es lo que significa examinarse. Es correcto que digas: "No puedo vivir de una manera santa", pero luego toma la decisión de permitir que Jesucristo te santifique. No podréis servir a Jehová, pero puedes ubicarte en el lugar donde la omnipotencia de Dios fluya a través de ti. ¿Es tan buena tu relación con Él como para que esperes la manifestación de su maravillosa vida en ti?

El pueblo entonces dijo a Josué: "No, sino que a Jehová serviremos", Josué 24:21. No es una acción impulsiva, sino un compromiso deliberado. Tenemos la tendencia a decir: "Pero Dios nunca pudo haberme llamado a mí. Soy demasiado indigno. No puede ser a mí. Sí, es a ti y cuanto más débil e incapaz seas, tanto mejor. Aquél que aún está apoyándose y confiando en algo dentro de sí mismo es el último en acercarse siquiera un poco para decir: "Al Señor serviré".

Decimos: "¡Ay! ¡Si tan sólo pudiera creer de verdad!" La pregunta es: "¿Quiero creer?" No es de extrañar que Jesucristo hiciera tanto énfasis en el pecado de la incredulidad. "Y no hizo allí muchos milagros debido a la incredulidad de ellos", Mateo 13:58. Si realmente creyéramos que lo que ha dicho Dios es en serio, ¡imagínate cómo seríamos! ¿Realmente me atrevo a permitir que Dios sea para mí todo lo que Él afirma que será?

 

Julio 10
El perezoso espiritual

"Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos", Hebreos 10:24-25

Todos tenemos la capacidad de ser unos perezosos espirituales: Queremos permanecer fuera de los caminos tortuosos de la vida y nuestro objetivo principal es asegurarnos un refugio pacífico lejos del mundo. La idea que expresan estos versículos de Hebreos 10 es la de estimularnos unos a otros y reunirnos. Ambas acciones requieren iniciativa, es decir, nuestra disposición a dar el primer paso para exaltar a Cristo y no a nosotros mismos. Una vida distante y solitaria es totalmente opuesta a la espiritualidad que Jesucristo enseñó.

La verdadera prueba de nuestra espiritualidad se presenta cuando tropezamos con la injusticia, la mezquindad, la ingratitud y el caos. Todas estas situaciones tienden a hacernos espiritualmente perezosos. Mientras estamos siendo probados, queremos emplear la oración y la lectura bíblica para encontrar un refugio de paz. Utilizamos a Dios solo para obtener paz y gozo, es decir, no queremos que Jesucristo se haga real en nuestra vida, sino solamente disfrutarlo. Este es el primer paso hacia una dirección equivocada. Todas estas situaciones simplemente son efectos y, sin embargo, nosotros tratamos de convertirlas en causas.

"Tengo por justo, dijo Pedro, despertaros con amonestación", 2 Pedro 1:13. Resulta muy perturbador recibir un golpe en el estómago por parte de algún "estimulador" de Dios, alguien que está lleno de actividad espiritual. El trabajo activo y la actividad espiritual no son lo mismo. El trabajo activo puede ser realmente una falsificación de la actividad espiritual. El peligro de la pereza es que no queremos ser estimulados, pues solo queremos oír hablar del retiro espiritual. Sin embargo, Jesucristo nunca estimula la idea del aislamiento. Él dice: "Id, dad las nuevas a mis hermanos...", Mateo 28:10.

 

Julio 11
El santo que anda en el Espíritu

"Quiero conocerlo a Él...", Filipenses 3:10

La iniciativa del creyente no debe estar dirigida hacia la autorrealización, sino hacia el conocimiento de Jesucristo. Un santo que anda en el Espíritu nunca cree que sus circunstancias son casuales, ni piensa que su vida está dividida entre lo secular y lo sagrado, él ve todas las circunstancias en que se encuentra como un medio para conocer más a nuestro Señor. Su actitud es de entrega y sumisión incondicional a él. Como el Espíritu Santo está decidido a que desarrollemos plenamente a Jesucristo en cada área de nuestra vida, nos hará volver al mismo punto una y otra vez hasta que lo hagamos. La autorrealización solo conduce a la exaltación del trabajo. En actividades como beber, comer o lavar los pies de los discípulos, debemos tomar la iniciativa de que Jesucristo sea exaltado y pleno en ellas. Cada etapa de nuestra existencia tiene su contraparte en la vida de Jesús. Nuestro Señor desarrolló plenamente su relación con el Padre incluso en el trabajo más sencillo. "Sabiendo Jesús... que había salido de Dios y a Dios iba... tomando una toalla... comenzó a lavar los pies de los discípulos", Juan 13:3-5.

La meta de un santo que anda en el Espíritu es "conocerlo a Él". ¿Lo conozco en el lugar donde me encuentro hoy? Si no, le estoy fallando. No estoy aquí para la autorrealización, sino para conocer a Jesucristo. Con demasiada frecuencia ocurre en el trabajo cristiano que la iniciativa es el resultado de comprender que hay algo por hacer y que debemos hacerlo. Sin embargo, esa nunca es la actitud del creyente espiritual. Su objetivo es alcanzar la exaltación y la plenitud de Jesucristo en todas las circunstancias de la vida.

 

Julio 12
La comunidad espiritual

"Hasta que todos lleguemos... a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo", Efesios 4:13

Reconciliar significa restaurar la relación entre Dios y todo el género humano, llevándola de nuevo al nivel que Él determinó. Esto fue lo que Jesucristo llevó a cabo en la redención. La Iglesia deja de ser una comunidad espiritual cuando se vuelve egoísta, es decir, cuando sólo se interesa en el desarrollo de su propia organización. La reconciliación de la raza humana, de acuerdo con el plan de nuestro Señor significa que lo entronicemos a Él, tanto en la vida grupal del cuerpo como en la individual. Jesucristo envió apóstoles y maestros con el propósito de que su organización e Iglesia, formada por muchos miembros, exista y sea conocida. No estamos aquí para desarrollar nuestra propia vida espiritual o para disfrutar de un tranquilo retiro espiritual. Estamos aquí para que Jesucristo sea exaltado y sea pleno en una forma tal que su cuerpo se pueda edificar.

¿Estoy edificando al cuerpo de Cristo, o solamente estoy buscando mi propio desarrollo? Lo esencial es mi relación personal con Jesucristo: "Quiero conocerlo a él...", Filipenses 3:10. Cumplir el designio perfecto que Dios tiene para mí exige una total sumisión, mi completa rendición a Él. Siempre que deseo bienes para mí, la relación se distorsiona. Será una gran humillación comprender que no me he preocupado por la exaltación y el desarrollo pleno de Jesucristo, sino únicamente por saber lo que Él ha hecho por mí.

Mi meta es Dios mismo, no el gozo ni la paz,

Ni siquiera su bendición, sino Él mismo, mi Dios.

¿Mido mi vida de acuerdo con este parámetro o con uno inferior?

 

Julio 13

El precio de la visión

"El año que murió el rey Uzías vi yo al Señor...", Isaías 6:1

La historia de nuestra relación con Dios a menudo es la historia de "la muerte de nuestros héroes". Una y otra vez, Él tiene que remover a nuestros amigos para ubicarse en el lugar de ellos. Aquí es cuando desfallecemos, fallamos y nos desanimamos. Y ahora, tomémoslo de una forma personal. El año en que murió quien representaba para mi todo lo que Dios debe ser, ¿lo eché todo por la borda y me di por vencido? ¿Me enfermé? ¿Me desanimé? ¿O hice lo mismo que Isaías y vi al Señor?

Mi visión de Dios depende de la condición de mi carácter, el cual determina la revelación. Antes de que pueda decir, vi yo al Señor, debe haber algo en mi carácter que sea semejante a Él. Mientras no haya nacido de nuevo y empezado realmente a ver el reino de Dios, sólo veo desde la perspectiva de mis propios prejuicios. Necesito su intervención quirúrgica a través de las circunstancias externas y la purificación interior.

El orden de tus prioridades debe ser: Primero Dios, segundo Dios y tercero Dios, hasta que tu vida siempre esté de frente con Él y nadie más, en absoluto, sea tenido en cuenta. Entonces, tu oración será: "En todo el mundo no hay nadie sino tú, amado Dios, no hay nadie más que tú".

Sigue pagando el precio. Que Él vea cuan dispuesto estás a vivir a la altura de la visión.

 

Julio 14
Mi respuesta a la persecución

"Pero yo os digo: no resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra", Mateo 5:39

Este versículo revela el privilegio de la humillación por ser cristianos. En la vida natural, a una persona que no devuelve el golpe se la califica de cobarde; pero, espiritualmente, si no lo devuelve, demuestra que el Hijo de Dios vive en ella. Cuando te insultan, no debes ofenderte sino convertir esa situación en la oportunidad de manifestar al Hijo de Dios en tu vida. No puedes imitar la naturaleza de Jesús, pues la tienes, o no la tienes. Para un creyente el insulto personal es una ocasión para revelar la increíble dulzura del Señor Jesús.

La enseñanza del Sermón del Monte no es: "Cumple tu deber", sino "haz lo que no es tu deber". No es tu deber ir la segunda milla ni poner la otra mejilla, pero Jesús dijo que, si hemos de ser sus discípulos, siempre vamos a actuar de esta manera. No diremos: "¡Bueno, ya no puedo hacer más! ¡Me han malinterpretado y tergiversado tanto!" Cada vez que insisto en defender mis derechos, ofendo al Hijo de Dios. Pero puedo impedir su dolor, si recibo el golpe yo mismo. Ese es el significado de cumplir en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo (ver Colosenses 1:24). Un discípulo comprende que es el honor de su Señor el que está en juego en su vida, no el propio.

Nunca busques la rectitud en el otro, pero tú nunca dejes de ser recto. Siempre estamos buscando la justicia; sin embargo, la esencia de la enseñanza del Sermón del Monte es: Nunca busques la justicia, pero nunca dejes de vivirla.

 

 

Julio 15
El punto de partida del honor espiritual

"A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor", Romanos 1:14

Pablo estaba abrumado por el sentido de su deuda para con el Señor y se esforzaba por expresarlo. La mayor inspiración de su vida era concebir a Jesucristo como su acreedor espiritual. ¿Tengo yo esa misma sensación de deuda con Cristo en cuanto a toda alma no salva? El honor espiritual de mi vida como creyente es pagarle mi deuda a Él con respecto a todo hombre. Cada valiosa partecita de mi vida se la debo a la redención de Jesucristo. ¿Estoy haciendo algo para que Él manifieste su redención de manera efectiva en otras vidas? Sólo lo puedo lograr a medida que el Espíritu de Dios produce en mí ese sentido de deuda.

No soy una persona superior a los demás, sino un siervo del Señor Jesús. Pablo dijo: "No sois vuestros... pues habéis sido comprados por precio", 1 Corintios 6:19-20. Pablo se vendió a sí mismo a Jesucristo y dijo: "Por causa del Evangelio de Jesús soy deudor a toda persona que vive sobre la faz de la tierra. Únicamente soy libre para ser Su esclavo absoluto". Esto es lo que caracteriza a un cristiano a partir del momento en que los principios del honor y el deber son reales en su vida espiritual. Como eres un siervo de Jesucristo, deja de orar por ti y consúmete a favor de los demás. Eso es lo que significa ser pan partido y vino derramado en la vida real.

 

Julio 16
El concepto del gobierno divino

"¿Cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que se la pidan?", Mateo 7:11

Mediante estas palabras, Jesús establece las reglas de conducta para quienes tienen a su Espíritu. Él nos desafía a mantener nuestra mente saturada del concepto del gobierno divino sobre todo, lo cual significa que el discípulo debe mantener una actitud de perfecta confianza y un vivo anhelo de pedir y buscar.

Llena tu mente con el pensamiento de que puedes contar con Dios. Una vez que lo hagas, tener esta actitud cuando te encuentres en dificultades te resultará tan fácil como respirar: "Mi Padre celestial sabe todo lo que está pasando". No tendrás que esforzarte, sino que surgirá naturalmente cuando se presenten las situaciones complicadas o desconcertantes. Antes de formar poderosamente en tu mente este concepto del control divino, sueles recurrir a varias personas en busca de ayuda. Pero cuando lo desarrollas, acudes a Dios. Jesús está instaurando las reglas de conducta para quienes tienen a su Espíritu y lo hace según este principio: Como Dios es mi Padre y me ama, nunca debo pensar que olvidará algo. Entonces ¿por qué he de preocuparme?

Jesús dijo que en ocasiones Dios no puede disipar las tinieblas que te rodean, debes confiar en Él. A veces Dios parece un amigo despiadado, pero no lo es; un Padre perverso, pero no lo es; un juez injusto, pero no lo es. Persevera y crece en el principio de que la mente de Dios está detrás de todo. Ni siquiera el más mínimo detalle de la vida ocurre sin que sea su voluntad. Por lo tanto, puedes descansar en Él con una perfecta confianza. La oración no es sólo pedir, sino una actitud mental que produce el ambiente en el que pedir es perfectamente natural. "Pedid y se os dará", Mateo 7:7.

 

Julio 17
Es un milagro

"Y ni mi palabra ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de humana sabiduría", 1 Corintios 2:4

Pablo era un erudito y orador notable y aquí él no está hablando por un profundo sentido de humildad. Él dice que al predicar el Evangelio podía encubrir el poder de Dios si impresionaba a las gentes con la excelencia de su discurso. La fe en Jesús es un milagro que se produce únicamente por la eficacia de la redención, no por palabras persuasivas ni por galanteos y conquistas, sino por el poder de Dios sin ayudas adicionales. El poder creativo de la redención se debe a la predicación del Evangelio, no a la personalidad del que predica.

El verdadero y efectivo ayuno de un predicador no es abstenerse de comida, sino más bien de su elocuencia, de su lenguaje impresionante y de todo aquello que pueda obstruir el Evangelio que se está presentando. El predicador está en la tierra como el representante de Dios, "como si Dios rogara por medio nosotros", 2 Corintios 5:20. Está aquí para presentar el Evangelio de Él. Si es sólo debido a mi predicación que las personas desean mejorar, jamás se acercarán de Jesucristo. Todo lo que me adule cuando predico el Evangelio terminará convirtiéndome en un traidor a Jesús e impedirá que el poder creativo de su redención haga su obra.

"Y yo, cuando sea levantado... a todos atraeré a mí mismo", Juan 12:32.

 

Julio 18
El misterio de creer

"Él dijo: ¿Quién eres, Señor?", Hechos 9:5

Por el milagro de la redención, en un instante Saulo de Tarso, un fariseo tenaz y obstinado, se transformó en un humilde devoto esclavo del Señor Jesús.

En las situaciones que el hombre se puede explicar no existe nada de milagroso. Nosotros tenemos una posición segura frente a aquello que tenemos claridad y, por eso, resulta lógico que busquemos una explicación para todo. No es natural obedecer; sin embargo, desobedecer no es necesariamente pecaminoso. No puede haber desobediencia real ni virtud moral alguna en la obediencia, a menos que se reconozca como una autoridad más elevada a quien imparte la orden. Si no se obedece, entonces posiblemente es una emancipación. Si un hombre le dice otro: "Tienes que hacer esto" y "harás aquello", quebranta el espíritu humano y lo vuelve incompetente para Dios. Un ser humano es esclavo de la obediencia, a menos que tras ese acto reconozca al Dios santo.

Muchas personas cuando dejan de ser religiosas empiezan a acercarse a Dios porque solo hay un Señor del corazón humano, Jesucristo y no la religión. ¡Pero, ay de mí si después de verlo a Él, no lo obedezco! Jesús nunca insistirá en que yo lo obedezca, pero si no lo hago, he comenzado a firmar la condena de muerte para el Hijo de Dios en mi alma. Cuando me enfrento cara a cara con Él y le digo: "No obedeceré", Él nunca va a insistir, pero esa actitud me aparta del poder regenerador de su redención. Si acudo a la luz, para la gracia de Dios no es importante cuán abominable yo sea. Pero ay de mí si rechazo la luz (ver Juan 3:19-21).

 

Julio 19
El señorío sobre el creyente

"Vosotros me llamáis Maestro y Señor y decís bien porque lo soy", Juan 13:13

Nuestro Señor nunca insiste en ejercer autoridad sobre nosotros. No dice: "Te someterás a mí". Él nos deja completamente libres; tan libres, que podríamos escupirle la cara, o darle muerte como otros lo han hecho y nunca diría una palabra. Pero, cuando en mí se ha creado la vida de Él por medio de su redención, de inmediato reconozco su derecho a una absoluta autoridad sobre mí. Es un dominio moral: "Señor, digno eres", Apocalipsis 4:11. Solo lo indigno en mí se niega a inclinarse o someterse ante el único que es digno. Cuando me encuentro con alguien que es más santo que yo y no reconozco su dignidad ni obedezco sus instrucciones, estoy revelando lo que es indigno en mí. Dios nos educa por medio de las personas que son un poco mejor que nosotros, no intelectualmente, sino más santas. Y continúa haciéndolo hasta que voluntariamente nos sometemos y, entonces, nuestra vida se caracteriza por una actitud de completa obediencia a Él.

Si el Señor insistiera en nuestra obediencia, se convertiría en un tirano y dejaría de tener autoridad real. Nunca lo hace, pero cuando realmente lo vemos, le obedecemos en seguida. Fácilmente Él es nuestro Señor y vivimos para adorarlo desde la mañana hasta la noche. Mi nivel de crecimiento en la gracia se pone al descubierto por la manera en que considero la obediencia. Debemos tener una visión mucho más alta de la palabra “obediencia” para rescatarla del fango del mundo. Ésta debe ser el resultado de una relación cercana, como la de un padre y su hijo y no como la de un amo y su siervo. Jesús mostró este tipo de relación y, además, dijo: "El Padre y yo uno somos", Juan 10:30. "Y, aunque era Hijo, a través del sufrimiento aprendió lo que es la obediencia", Hebreos 5:8, Jesús, nuestro Redentor, fue obediente porque era Hijo, no para convertirse en Hijo.

 

Julio 20
Dependientes de la presencia de Dios

"Mas los que esperan a Jehová... caminarán y no se fatigarán", Isaías 40:31

De ninguna manera caminar representa una gran emoción, pero es lo que prueba todas nuestras cualidades de firmeza y constancia. "Caminar y no fatigarse" es la prueba suprema de mi grado de fortaleza. El verbo andar o caminar se emplea en la Biblia para expresar el carácter de una persona. Y mirando a Jesús que andaba por allí dijo: "¡Este es el Cordero de Dios!" Juan 1:36. En la Biblia no hay nada abstracto, todo es vivo y real. Dios no dice: "Sé espiritual", sino: "Anda delante de mí", Génesis 17:1.

Cuando nuestro estado físico o emocional no es saludable, siempre queremos sensaciones. En nuestra vida física esto conduce a la falsificación de la obra del Espíritu Santo; en la emotiva, nos lleva a pasiones desordenadas y a la destrucción de la moralidad. En el ámbito espiritual si nos empeñamos en conseguir emociones, en tener alas y remontarnos sobre las alturas, terminaremos destruyendo nuestra espiritualidad.

En realidad, disfrutar de la presencia de Dios no depende de estar en ningún lugar o circunstancia, sino de nuestra decisión de mantener al Señor siempre delante de nosotros. Los problemas surgen cuando rehusamos poner nuestra confianza en la realidad de su presencia. La experiencia de la cual habla el autor del Salmo 46:2, "No temeremos, aunque...", también será nuestra una vez que nos basemos en la realidad; no en la conciencia de la presencia de Dios, sino en la realidad de ella. Entonces exclamaremos: "¡Él ha estado aquí todo el tiempo!"

En los momentos críticos de nuestra vida es necesario pedirle a Dios su dirección, pero es innecesario decirle todo el tiempo: "Oh Señor, dirígeme en esto y aquello". ¡Por supuesto que Él lo hará y, de hecho, ya lo ésta haciendo! Si nuestras decisiones diarias no están de acuerdo con su voluntad, Él actuará y refrenará nuestro espíritu. Por esa razón debemos estar quietos y esperar la dirección de su presencia.

 

Julio 21
La puerta de entrada al reino

"Bienaventurados los pobres en espíritu", Mateo 5:3

Cuídate de considerar al Señor apenas como un maestro. Si Jesucristo es sólo un maestro, entonces lo único que puede lograr es martirizarme al establecer unas normas que no puedo cumplir. ¿De qué sirve que me presente un ideal tan alto, si me resulta imposible alcanzarlo? Sería más feliz si no lo conociera. ¿Para qué sirve que me ordene ser lo que nunca puedo: Que sea limpio de corazón, que haga más de lo que me ha ordenado, o que me consagre completamente a Dios? Debo conocer a Jesucristo como Salvador antes de que su enseñanza signifique para mí algo distinto a un ideal elevado que lleva a la desesperación. Pero cuando he nacido de nuevo por el Espíritu de Dios, comprendo que Jesús no vino solamente para enseñar, sino también para hacer de mí lo que debo ser. La redención significa que Jesucristo le puede impartir a cualquier persona la misma naturaleza que controló su propia vida. Todas las normas que Dios nos da están fundamentadas en esa naturaleza.

La enseñanza del Sermón del Monte desespera al hombre natural; y eso es precisamente lo que Jesús quiere que suceda. Mientras nos justifiquemos a nosotros mismos creyendo que podemos poner en práctica las enseñanzas de nuestro Señor, Dios nos dejará seguir hasta que nuestra ignorancia se rompa contra algún obstáculo. En ese momento estaremos dispuestos a acercarnos como indigentes para recibir de Él. Bienaventurados los pobres en espíritu. Este es el principio número uno en el Reino de Dios. La piedra angular en el reino de Jesucristo es la pobreza, no las posesiones; ni las decisiones a favor de Él, sino un sentido de absoluta inutilidad. Al final admitimos: "Señor, ni siquiera puedo empezar a hacerlo". Entonces, Jesús nos dice: "Bienaventurados seréis", Mateo 5:11. Esa es la puerta de entrada al reino y, sin embargo, ¡nos toma mucho tiempo creer que somos realmente pobres! El conocimiento de nuestra propia pobreza nos lleva al lugar correcto, es decir, donde Jesucristo obra.

 

Julio 22
Santificación

"La voluntad de Dios es vuestra santificación", 1 Tesalonicenses 4:3

El lado de la muerte. Al santificarnos, Dios tiene que tratar con nosotros tanto en el lado de la muerte como en el de la vida. El exige que vayamos al sitio de muerte, pero como muchos de nosotros pasamos tanto tiempo allí, nos volvemos lúgubres y pesimistas. Siempre hay una dura batalla antes de la santificación, algo dentro de nosotros que siempre se resiste y se resiente ante las demandas de Cristo. La lucha comienza tan pronto el Espíritu Santo empieza a mostrarnos lo que significa ser santificados. Jesús dijo: "Si alguno viene a mí, y no aborrece... su propia vida, no puede ser mi discípulo", Lucas 14:26.

En el proceso de santificación el Espíritu de Dios me despojará de todo, hasta que no quede sino "yo mismo". Ese es el lugar de muerte ¿Estoy dispuesto a ser "yo mismo" y nada más? ¿Dispuesto a no tener ningún amigo, padre, hermano, ni interés personal y listo para morir? Esa es la condición necesaria para la santificación. No es de extrañar que Jesús dijera: "No he venido a traer paz, sino espada", Mateo 10:34. Es aquí donde luchamos y muchos de nosotros desmayamos. Rehusamos identificarnos con la muerte de Jesucristo en este sentido. Decimos: "¡Pero es tan duro! De seguro Él no quiere que yo lo haga". Nuestro Señor es estricto y sí quiere que lo hagamos.

¿Estoy dispuesto a reducirme a lo más simple de mi condición como persona? ¿Estoy decidido a despojarme de todo lo que mis amigos piensan de mí y de todo lo que pienso de mí mismo? ¿Estoy dispuesto y decidido a entregarle a Dios mi yo desnudo? Tan pronto lo esté, Él me santificará por completo y mi vida se liberará de cualquier determinación y persistencia que no sea Dios mismo.

Cuando ore: "Señor, muéstrame qué significa la santificación para mí", Él me responderá: "significa ser hecho uno con Jesús". La santificación no es algo que Jesucristo me da, es Él mismo en mi (ver 1 Corintios 1:30).

 

Julio 23
Santificación

"Pero por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios... santificación", 1 Corintios 1:30

El lado de la vida. El misterio de la santificación es que las cualidades perfectas de Jesucristo me son dadas como un regalo, no de manera gradual, sino instantánea, cuando, por la fe, comprendo que Él se hizo para nosotros santificación. La santificación es la forma en que su santidad se vuelve mía y se refleja en mi vida. Nada más ni nada menos.

El secreto más maravilloso de una vida santa no consiste en imitar a Jesús, sino en permitir que sus cualidades perfectas se manifiesten en mí. La santificación es "Cristo en vosotros", Colosenses 1:27. Es su maravillosa vida que se me imparte por fe y como un don soberano de la gracia divina. ¿Estoy dispuesto a que Dios haga tan real la santificación en mi vida como lo es en su Palabra?

Por la santificación Jesucristo me hace partícipe de sus cualidades de santidad. Es cuando los dones de su paciencia, amor, santidad, fe, pureza y piedad se manifiestan en y a través de cada alma santificada. La santificación no es tomar de Jesús el poder para ser santo, sino la santidad que se manifestó en Él y entonces Él la manifiesta en mí. La santificación es una participación, no una imitación. Imitar es algo totalmente distinto. Como Jesucristo es la perfección de todo, el misterio de la santificación consiste en que todas las cualidades perfectas de Jesús están a mi disposición. En consecuencia, de manera lenta, pero segura empezamos a vivir una vida de orden, sanidad y santidad inefables, "guardados por el poder de Dios", 1 Pedro 1:5.

 

Julio 24
Motivos y obras

"Por tanto, os digo que si vuestra justicia no fuera mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos", Mateo 5:20

Lo que distingue a un discípulo no son sus buenas obras, sino sus buenas motivaciones debido a la gracia sobrenatural de Dios. Lo único que supera a hacer lo correcto es ser correcto. Jesucristo vino a poner, en cualquiera que se lo permita, una nueva herencia con una justicia que excede a la de los escribas y fariseos. Jesús dice: "Si eres mi discípulo, no solo tus acciones deben ser rectas, sino tus motivos, aspiraciones y tus más recónditos pensamientos. Tus motivos deben ser tan puros que el Dios Todopoderoso no pueda ver nada reprobable”.

¿Quién puede estar en la luz eterna de Dios sin tener nada que Él pueda censurar? Tan solo Jesucristo, el Hijo de Dios. Y Él declara que mediante su redención puede colocar dentro de una persona su propia naturaleza y volverla tan pura y sencilla como un niño. La pureza que Dios exige sólo es posible cuando eres renovado interiormente y esto es precisamente lo que Jesús se comprometió a hacer por medio de su redención.

Nadie se vuelve puro obedeciendo leyes. Jesucristo no nos da reglas ni reglamentos; nos da sus enseñanzas, es decir, verdades que sólo pueden interpretarse mediante la naturaleza que Él ha puesto en nosotros. La gran maravilla de la salvación de Jesucristo es que Él cambia lo que heredamos. No modifica la naturaleza humana, sino que cambia la fuente y, de ese modo, también los motivos.

 

Julio 25
¿Soy así de bienaventurado?

"Bienaventurados...", Mateo 5:3-11

Las afirmaciones de Jesús penetran de manera inadvertida en nuestro subconsciente, porque cuando las leemos por primera vez nos parecen notablemente sencillas y tranquilizadoras. Por ejemplo, las Bienaventuranzas sólo parecen preceptos delicados y hermosos para personas demasiado idealistas y aparentemente ineptas, pero de muy poca utilidad práctica para los duros y laboriosos días del mundo en que vivimos. No obstante, pronto descubrimos que las Bienaventuranzas contienen la "dinamita" del Espíritu Santo y que se "estallan" con las situaciones de nuestra vida. Cuando el Espíritu nos recuerda alguno de los "Bienaventurados", decimos: "¡Qué declaración tan asombrosa!" Pero es ahí cuando debemos elegir si aceptamos el tremendo revolcón espiritual que se producirá en nuestras circunstancias, si obedecemos sus palabras. Esta es la manera como obra el Espíritu de Dios. No es necesario que hayamos nacido de nuevo para interpretar literalmente el Sermón del Monte. Su interpretación literal es un juego de niños. Pero, es una dura labor para el creyente interpretarlas por el Espíritu de Dios, cuando Él aplica a nuestras circunstancias las declaraciones del Señor. Las enseñanzas de Jesús están fuera de toda proporción desde nuestra manera natural de mirar las cosas e inicialmente las recibimos con una incomodidad que sorprende. Debemos moldear gradualmente nuestro andar y nuestra conversación conforme a los preceptos de Jesucristo, a medida que el Espíritu Santo los aplica a nuestras circunstancias. El Sermón del Monte no consiste en una serie de reglas y reglamentos; es una ilustración de lo que viviremos cuando el Espíritu esté haciendo en nosotros lo que Él quiere.

 

Julio 26
El arreglo de cuentas con la pureza

"Porque del corazón salen...", Mateos15:19

Nosotros empezamos a confiar en nuestra ignorancia llamándola inocencia y luego confiamos en nuestra inocencia llamándola pureza. Pero cuando oímos las escabrosas afirmaciones de nuestro Señor que siguen a este versículo, nos sobrecogemos y decimos “Nunca sentí en mi corazón ninguna de esas cosas terribles". Nos resentimos por lo que Él nos revela. Si Jesucristo no es la autoridad suprema en el corazón humano, entonces Él no es digno de que le prestemos ninguna atención. ¿Estoy listo para confiar en la penetración de su Palabra en mi corazón, o prefiero confiar en mi "ignorancia inocente”? Si pongo a prueba la inocencia de mi vida de la cual estoy consciente, probablemente me sorprenda de manera desagradable por la verdad de las palabras de Jesús y sentiré pánico por la iniquidad y la perversidad que hay en mí. Pero, mientras continúe en la falsa seguridad de mi propia "inocencia", estoy viviendo en el paraíso de los tontos, feliz por mi ignorancia. Si nunca he sido un sinvergüenza malvado, se debe a una mezcla de cobardía y del sentido de protección que me brindan mis buenos modales y mi educación. Pero cuando quedo desnudo delante de Dios, encuentro que Él tiene razón en su diagnóstico de mí.

Lo único que provee verdadera protección es la redención de Jesucristo. Si sencillamente me someto a Él, nunca tendré que experimentar el malvado potencial que encierra mi corazón. La pureza es demasiado profunda para que yo la pueda alcanzar por medios naturales pero cuando el Espíritu de Dios entra en mí, coloca en el centro de mi vida el mismo Espíritu que se manifestó en la vida de Jesucristo, es decir, el Espíritu Santo, quien es completamente puro y sin mancha.

 

Julio 27
El camino al conocimiento

"El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios...", Juan 7:17

La regla de oro para obtener discernimiento espiritual no es la búsqueda intelectual, sino la obediencia. Si una persona quiere tener conocimiento científico, se guía por la curiosidad intelectual. Pero, si desea revelación de las enseñanzas de Jesucristo, únicamente lo puede lograr obedeciéndole. Si las verdades espirituales son secretas y ocultas para mí, entonces puedo estar seguro de que en mi vida hay algo que no quiero hacer. La oscuridad intelectual proviene de la ignorancia, pero la espiritual se debe a que hay algo que no tengo la intención de obedecer.

Nadie recibe una palabra de Dios sin que sea puesto a prueba de inmediato con respecto a ella. Nosotros desobedecemos y luego nos sorprendemos porque no estamos creciendo espiritualmente. Jesús dijo: "Por tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar y ve, reconcíliate primero con tu hermano y entonces vuelve y presenta tu ofrenda", Mateo 5:23-24. En esencia está diciendo: "No me digas ni una palabra más, primero sé obediente y rectifica eso". Las enseñanzas de Jesús nos impactan donde más nos duele. No podemos engañarlo ni por un instante. Él nos enseña hasta en el más mínimo detalle. El Espíritu de Dios descubre nuestra actitud de auto justificación y nos hace sensibles a verdades en las que nunca habíamos pensado.

Cuando Jesús te muestre algo por medio de su Palabra, no lo evadas. Si lo haces, te convertirás en un farsante religioso. Examina aquello en lo cual tiendes a encogerte de hombros, a desobedecer y comprenderás por qué no estás creciendo espiritualmente. Como dijo Jesús: Ve, reconcíliate primero. Debes obedecer lo que Dios te dice aunque corras el riesgo de que te crean un fanático.

 

Julio 28
Y después de la obediencia, ¿qué?

"En seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a Betsaida, en la otra ribera", Marcos 6:45

Somos propensos a imaginar que si Jesucristo nos exhorta a hacer algo y lo obedecemos, Él nos llevará hacia un gran triunfo. Nunca deberíamos pensar que nuestros sueños de éxito hacen parte del propósito de Dios para nosotros. De hecho, su objetivo puede ser exactamente lo contrario. Tenemos la idea de que Él nos está conduciendo hacia un fin particular, una meta deseada, pero no es así. Llegar a un fin especial es de poca importancia y alcanzarlo simplemente es un episodio en el camino. Lo que nosotros vemos sólo como el proceso para alcanzar un fin, Dios lo ve como la meta.

¿Cuál es mi visión de lo que Dios se propone conmigo? Su propósito es que dependa de Él y de su poder ahora. Si en medio de la tempestad de la vida permanezco tranquilo, fiel y decidido, esa es la finalidad de su propósito. Él no está obrando para llevarnos hacia una meta particular. Su objetivo es el proceso en sí. Lo que desea para mí es que lo ven caminar sobre las olas, sin ninguna playa, éxito o meta a la vista sino con la absoluta certeza de que todo está bien porque lo veo andar sobre el mar (Marcos 6:49). Lo que glorifica a Dios es el proceso, no el resultado.

El entrenamiento de Dios es para hoy, no para mañana. Su propósito es para este minuto, no para un tiempo futuro. A nosotros no nos incumbe lo que viene después de nuestra obediencia y estamos equivocados cuando pensamos en eso. Lo que la gente llama preparación, Dios lo ve como la meta misma.

El propósito divino es capacitarme para que vea que Él puede caminar sobre las tormentas de mi vida precisamente ahora. Si tenemos una meta posterior en perspectiva, no le prestaremos la suficiente atención al presente inmediato. Pero si comprendemos que la obediencia es el fin, entonces cada momento, venga como venga, será precioso.

 

Julio 29
¿A quién ves en tus nubes?

"He aquí que viene con las nubes", Apocalipsis 1:7

En la Biblia las nubes siempre están relacionadas con Dios. Las aflicciones, los sufrimientos o las circunstancias providenciales, dentro o fuera de nuestras vidas, en realidad parecen contradecir su soberanía. Pero precisamente por medio de esas nubes el Espíritu de Dios nos está enseñando cómo andar por fe. Si el cielo siempre estuviera despejado, no tendríamos fe... "las nubes son el polvo de sus pies", Nahum 1:3. Indican que Dios está ahí. ¡Qué revelación saber que el dolor, la aflicción y el sufrimiento son las nubes que lo acompañan! Sin ellas, Él no se puede acercar a nosotros. Dios no viene en un claro resplandor.

Es incorrecto decir que Él quiere enseñarnos algo durante nuestras pruebas. Por medio de cada nube que trae a nuestro camino Él quiere que olvidemos lo aprendido. Su propósito con la nube es simplificar nuestras creencias hasta que nuestra relación con Él sea exactamente como la de un niño: Sólo Dios y mi alma. Los demás no son más que sombras. Hasta que las otras personas no se conviertan en sombras, serán para nosotros nubes y oscuridad de vez en cuando. ¿Mi relación con Dios se está volviendo más sencilla que antes?

Hay una relación entre las extrañas circunstancias providenciales de Dios y lo que conocemos de Él y debemos aprender a interpretar los misterios de la vida a la luz de ese conocimiento. Sólo lo conoceremos cuando podamos ver cara a cara el hecho más oscuro de la vida, sin menoscabar nuestra visión del carácter de Dios.

"Y...tuvieron temor al entrar en la nube", Lucas 9:34. ¿Hay alguien aparte de Jesús en tu nube? Si es así, se oscurecerá más. Debes llegar al lugar donde no haya nadie más sino sólo Jesús (ver Marcos 9:7-8).

 

Julio 30
La disciplina de la desilusión

"Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos... pues él sabía lo que hay en el hombre", Juan 2:24-25

La desilusión implica que en mi vida ya no hay más conceptos erróneos, impresiones y juicios falsos. Pero, aunque ya no seamos engañados, nuestra experiencia con la desilusión puede volvernos cínicos y demasiado severos en nuestros juicios acerca de los demás. La desilusión que viene de Dios nos lleva al punto donde vemos a la gente como realmente es y, sin embargo, no hay cinismo ni pronunciamos palabras hirientes o amargas. Muchas de las circunstancias de la vida que causan las más grandes heridas, aflicciones y dolor se deben a que tenemos ilusiones. No somos leales unos a otros en cuanto a los hechos, viéndonos como realmente somos, sino que somos leales solamente con las ideas que tenemos los unos de los otros. Según nuestra manera de pensar, todo es encantador y bueno, o perverso, malévolo y cobarde.

Negarnos a ser desilusionados es la causa de gran parte del sufrimiento de la vida. Y ocurre así: Si amamos a alguien, pero no a Dios, le exigimos a esa persona perfección y rectitud totales y cuando no encontramos estas virtudes nos volvemos crueles y vengativos. Estamos demandando de un ser humano lo que él o ella no pueden dar. Sólo hay un ser que puede satisfacer completamente las inmensas profundidades del adolorido corazón humano: el Señor Jesucristo. Según vemos, nuestro Señor es muy severo en cuanto a toda relación humana y esto si debe a que Él sabe que toda relación que no se base en la fidelidad a Él terminará en desastre. Nuestro Señor no se fió de nadie ni puso su confianza en la gente, pero nunca fue receloso ni amargado. La confianza de nuestro Señor en Dios y en lo que su gracia podía hacer por cualquier persona, era tan perfecta que nunca se impacientó ni perdió la esperanza por nadie. Si nuestra confianza está puesta en los seres humanos terminaremos perdiendo la esperanza en todos.

 

Julio 31
Hasta que seamos completamente suyos

"Pero tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna", Santiago 1:4

Muchos de nosotros estamos bien en lo principal, pero aún hay algunas áreas en las que somos descuidados y perezosos. No es un problema de pecado, sino de los residuos de nuestra vida carnal que tienden a hacernos descuidados. La negligencia es un insulto para el Espíritu Santo y no debemos permitirla en ningún aspecto, ya sea la manera de comer y de beber o la forma de adorar a Dios.

Nuestra relación con Dios no sólo debe estar bien, sino también la manifestación externa de esa relación. A la larga, nada se le escapará a Él, porque cada detalle de nuestra vida está bajo su escrutinio. Él nos hará volver al mismo punto una y otra vez y de muchas maneras y nunca se cansará de llevarnos al mismo asunto hasta que aprendamos la lección, porque su propósito es terminar la obra. Puede ser un problema que surge por nuestra naturaleza impulsiva, pero una y mil veces, con la más persistente paciencia, Dios nos devolverá a ese punto en particular. Pueden ser nuestros ociosos y vacilantes pensamientos, nuestra naturaleza independiente o nuestros intereses personales. Mediante este proceso Dios trata de resaltar en nosotros aquello que no es completamente correcto.

Hasta aquí ha sido maravilloso nuestro estudio sobre la verdad revelada de la redención divina y nuestros corazones son perfectos para con Dios. Su maravillosa obra en nosotros nos permite saber que, en general, estamos bien con Él. Pero tenga la paciencia su obra completa. El Espíritu Santo nos dice, por medio de Santiago: "Ahora permite que tu paciencia se convierta en un producto terminado". Ten cuidado con la negligencia en los pequeños detalles de la vida y no digas: "Ah, por ahora eso tendrá que esperar". Sea lo que sea, Dios te lo señalará con persistencia hasta que seas completamente suyo.

José Mateus
zemateus@msn.com