Mayo 1

Discernimiento, no emoción

"Porque por fe andamos, no por vista",

2 Corintios 5:7

Durante algún tiempo nosotros tenemos plena conciencia de los cuidados de Dios. Luego, cuando Él empieza a usarnos en su obra, adoptamos un aire de tristeza y hablamos únicamente de nuestras pruebas y dificultades. Durante todo ese tiempo Dios está tratando de que realicemos nuestro trabajo como personas humildes, que no se hacen notar. Si pudiéramos evitarlo, ninguno de nosotros pasará inadvertido espiritualmente. ¿Podemos hacer nuestro trabajo cuando parece que Dios ha cerrado los cielos? Algunos de nosotros siempre queremos ser santos iluminados, con aureolas doradas y un flujo continuo de inspiración, además de tener tratos todo el tiempo con otros santos del Señor. Un santo seguro de sí mismo es inútil, anormal e incompetente para la vida cotidiana y no se parece en nada a Dios. Estamos aquí como hombres y mujeres — no como ángeles en ciernes — con el propósito de hacer el trabajo de este mundo y hacerlo con un poder infinitamente mayor para resistir la lucha, ya que hemos nacido de lo alto.

Si intentamos revivir esos excepcionales momentos de inspiración, estamos demostrando que no es a Dios a quien deseamos. Nosotros nos obsesionamos con los momentos en que Él se acercó y nos habló e insistimos en que lo siga haciendo. Pero lo que Dios quiere de ti y de mí es que "andemos por fe". ¡Cuántos de nosotros nos hemos "guardado”, por así decirlo y hemos dicho: "Bueno, no puedo hacer nada más hasta que el Señor se me aparezca"! Pues Él nunca lo hará y debemos levantarnos, sin ninguna inspiración, sin ningún toque repentino suyo. Después viene la sorpresa: "¡Pero si Él estuvo allí todo el tiempo y yo nunca lo supe!" Nunca vivas para esos momentos excepcionales, son sorpresas. Dios nos dará sus toques de inspiración solamente cuando vea que no corremos el peligro de desviarnos por causa de ellos. Jamás debemos considerar nuestros momentos de inspiración como la norma de vida. Nuestra norma es la obra, nuestro deber.

 

Mayo 2

La pasión de la paciencia

"Aunque tarde, espérala", Habacuc 2:3.

La paciencia no es indiferencia. La paciencia nos transmite la idea de una roca inmensamente fuerte y capaz de resistir todo ataque violento. La visión de Dios es la fuente de la paciencia porque nos da una inspiración verdadera y adecuada. Moisés se mantuvo firme, no por sus ideales acerca del deber y lo que es correcto, sino porque tuvo una visión de Dios. "Se sostuvo como viendo al Invisible", Hebreos 11:27. Una persona con esta visión de Dios no se consagra a una causa o a un asunto en particular, sino al Señor mismo. Tú siempre sabes que la visión es de Dios por la inspiración que trae consigo. Las cosas te llegan con liberalidad y le dan fuerza a tu vida porque todo está vigorizado por Dios. Él te puede dar un tiempo espiritual en el que no tengas ninguna palabra suya en absoluto, como su Hijo lo experimentó durante la tentación en el desierto. Si Dios lo hace, mantente firme y el poder para sostenerte estará allí porque tú lo ves a Él.

Aunque tarde, espérala. La prueba de que tenemos la visión es que nos esforzamos por lograr más de lo que hemos alcanzado. No es bueno estar satisfechos espiritualmente. El salmista dijo: "¿Qué pagaré a Jehová...? Tomaré la copa de la salvación", Salmo 116:12-13. Somos propensos a buscar satisfacción en nosotros mismos, y decimos: "¡Ya lo conseguí! Ahora estoy completamente santificado. Ahora puedo mantenerme firme". Cuando esto sucede, de inmediato vamos camino a la rutina. Siempre debemos tratar de obtener más de lo que hemos alcanzado. Pablo dijo: "No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo", Filipenses 3:12. Si lo único que tenemos es lo que hemos experimentado, entonces no tenemos nada. Pero si contamos con la inspiración de la visión de Dios, tenemos más de lo que podemos experimentar. Cuídate del peligro del relajamiento espiritual.

 

Mayo 3

Intercesión llena de vida

"Orad en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu",

Efesios 6:18

A medida que perseveramos en la intercesión, es posible que descubramos que nuestra obediencia a Dios les cuesta a otras personas más de lo que pensábamos. El peligro, entonces, es comenzar a interceder en solidaridad con aquellos a quienes poco a poco Dios está elevando a una posición totalmente diferente, en respuesta directa a las oraciones que hacemos. Nuestra conexión vital con Dios se rompe cuando dejamos de identificarnos con el interés que Él tiene en los demás y les sentimos lástima. Interponemos nuestra conmiseración, nuestra consideración por ellos. Pero este es un reproche deliberado contra Dios.

Es imposible que nuestra intercesión se encuentre llena de vida, si no estamos completamente seguros de Dios. Los mayores destructores de esa relación de confianza con Él son nuestros prejuicios y autoconmiseración. La identificación con Dios es la clave para la intercesión. Entonces, cuando dejamos de identificarnos con Él, es por nuestra conmiseración y no por el pecado. Es improbable que el pecado estorbe nuestra relación de intercesión con Dios, pero no podemos decir lo mismo de nuestras lástimas. La conmiseración por nosotros mismos o por otras personas nos lleva a decir: "No voy a permitir que eso ocurra”. Cuando nos sucede, inmediatamente perdemos nuestra conexión vital con Dios.

Con la intercesión llena de vida no te queda ni el tiempo ni el deseo de orar por tu "pobrecito y lindo yo", ni tienes que luchar para no darle cabida a pensamientos, enfocados en ti mismo pues ni siquiera están allí para impedirles la entrada a tu mente. De esta manera estás absolutamente identificado con los intereses de Dios en la vida de los demás. El discernimiento que Él nos da sobre otras personas es un llamado a interceder por ellas, nunca a la censura o la crítica.

 

Mayo 4

Intercesión vicaria

"Así que, hermanos, tenemos libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo", Hebreos 10:19

Cuídate de imaginar que la intercesión significa llevar a la presencia de Dios nuestras compasiones y preocupaciones personales y exigir que Él haga lo que le pedimos. Nuestra capacidad para acercarnos a Dios está completamente basada en la identificación vicaria o sustituta de nuestro Señor con el pecado. Tenemos libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo.

La obstinación espiritual es el mayor obstáculo en la intercesión, porque está basada en la lástima que sentimos por aquello que vemos en nosotros y en otras personas y que consideramos que no tiene necesidad de expiación. Tenemos la idea de que hay ciertas cosas buenas y virtuosas en cada uno de nosotros las cuales no necesitan fundamentarse en la propiciación por medio de la cruz de Cristo. La pereza y el desinterés que produce esta clase de pensamiento nos incapacita para interceder. Como no nos identificamos con los intereses de Dios en otras personas, nos sentimos irritados con Él. Debido a que siempre estamos listos para anteponer las ideas personales, la intercesión se convierte en la exaltación de nuestras compasiones naturales. Debemos comprender que la identificación de Jesús con el pecado implica un cambio radical en todas nuestras compasiones e intereses. La intercesión vicaria significa que sustituimos de manera consciente nuestra compasión natural hacia otros por el interés que Dios tiene en ellos.

¿Soy obstinado, o he sido sustituido? ¿Soy mimado, o perfecto en mis relaciones con Dios? ¿Irritable, o espiritual? ¿Decidido a hacer mi voluntad, o a identificarme con Él?

 

Mayo 5

Juicio en las profundidades del amor

"Es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios",

1 Pedro 4:17

El obrero cristiano nunca debe olvidar que la salvación es una idea de Dios, no del hombre; por lo tanto, tiene una profundidad insondable. La salvación es la gran concepción de Dios y no una experiencia. La experiencia es solo la puerta por medio de la cual la salvación entra a nuestra vida consciente. Nunca prediques la experiencia; predica la gran idea de Dios que esta detrás de la experiencia. Cuando predicamos, no estamos proclamando simplemente la manera en que las personas se pueden salvar del infierno y ser hechas por Dios virtuosas y puras; estamos transmitiendo las Buenas Nuevas acerca de Él.

En las enseñanzas de Jesucristo siempre está presente un elemento de juicio, el cual es una señal del amor divino. Nunca te solidarices con alguien que encuentra difícil acercarse a Dios; el Señor no tiene la culpa. No es nuestro deber descubrir la razón de esa dificultad, sino presentar la verdad de Dios de tal manera que su Espíritu revele lo que está mal. La gran prueba de oro de nuestra predicación es que lleve a todos al juicio. Cuando se predica la verdad, el Espíritu Santo confronta a cada persona con Dios mismo.

Si alguna vez Jesús nos ordenara hacer algo que Él no pudiera darnos la capacidad de cumplir, sería un mentiroso. Y si hacemos de nuestra incapacidad una barrera o excusa para no obedecer, le estaríamos diciendo a Dios que hay algo que Él no ha tenido en cuenta. Todo elemento de confianza en nosotros mismos debe ser eliminado por el poder de Dios. En el momento que reconozcamos nuestra completa debilidad y dependencia de Él, su Espíritu manifestará su poder.

 

Mayo 6

Libertad en las profundidades del evangelio

"Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres",

Gálatas 5:1

La persona cuya mente es espiritual nunca vendrá a ti para exigirte que creas esto y aquello, sino para que ajustes tu vida a las normas de Jesús. No se nos pide que le creamos a la Biblia, sino a Aquel a quien la Biblia revela (ver Juan 5:39-40). Somos llamados a proclamar la libertad para la conciencia, no la libertad de opinión. Y si nosotros mismos somos libres con la libertad de Cristo, otros entrarán a esa misma libertad, la libertad de comprender su absoluto control y autoridad.

Mide constantemente tu vida de acuerdo con las normas de Jesús. Sométete únicamente a su yugo, jamás a otro y ten cuidado de nunca sujetar a los demás a un yugo que Jesucristo no les haya puesto. Dios necesita mucho tiempo para cambiar nuestra forma de pensar, según la cual, a menos que todas las personas no vean las cosas como nosotros, están equivocadas. Esa nunca es su perspectiva. Sólo existe una libertad: la de Jesús obrando en nuestra conciencia a fin de capacitarnos para hacer lo correcto.

No te impacientes con los demás. Recuerda que Dios trató contigo con paciencia y benignidad. Pero no suavices la verdad de Dios. Déjala actuar y nunca ofrezcas disculpas por ella. Jesús dijo: "Id y haced discípulos", Mateo 28:19; no: "Haced prosélitos que se conviertan a vuestros propios pensamientos y opiniones".

 

Mayo 7

Construyendo para la eternidad

"¿Quien de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?"

Lucas 14:28

Nosotros no debemos calcular el costo al que se refiere nuestro Señor, pues Él ya lo hizo: Son los 30 años en Nazaret; los tres años de popularidad, escándalo y odio; la insondable agonía que experimentó en Getsemaní; y la furiosa embestida contra Él en el Calvario, el eje central sobre el cual giran el tiempo y la eternidad. Jesucristo calculó el costo. La gente no se va a reír de Él al final diciendo: "Este hombre comenzó a edificar y no pudo acabar", Lucas 14:30.

Las condiciones del discipulado, establecidas por nuestro Señor en los versículos 26, 27 y 33, significan que las personas a quienes Él va a emplear en sus poderosas empresas constructoras son aquellas en que Él ha hecho todo. Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, madre, mujer, hijos, hermanos, hermanas y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo (Lucas 14:26). Este versículo nos enseña que el Señor únicamente usará en sus obras de construcción a los hombres y mujeres que lo aman de una forma personal, apasionada, devota y que supera a cualquiera de las relaciones más cercanas de la tierra. Las condiciones son estrictas, pero también gloriosas.

Dios inspeccionará todo lo que nosotros edifiquemos. Cuando Él nos supervise con su fuego que escudriña y purifica, ¿detectará que hemos construido un proyecto personal sobre el fundamento de Jesús? (ver 1 Corintios 3.10-15). Estos son días de empresas formidables, en los que estamos tratando de trabajar para Dios y es allí donde se encuentra la trampa. En un sentido profundo, nosotros nunca podemos trabajar para Él. Jesús, como el Maestro Arquitecto, se encarga de nosotros de la manera que pueda dirigirnos y controlarnos completamente para sus empresas y sus planes de edificación y nadie tiene el derecho de exigir donde se le debe colocar a trabajar.

 

Mayo 8

La paciencia de la fe

"Por cuanto haz guardado la palabra de mi paciencia",

Apocalipsis 3:10

La paciencia es más que resistencia, más que simplemente aguantar hasta el final. La vida de un santo está en las manos de Dios, como el arco y la flecha en las manos de un arquero. Dios está apuntando a un blanco que el santo no puede ver, pero como nuestro Señor estira y tensiona, de vez en cuando el santo dice: “No puedo soportar más”. Él no nos hace caso y sigue estirando hasta que su propósito esté a la vista, y entonces lanza la flecha. Colócate en las manos de Dios. ¿Hay una circunstancia en tu vida para la cual necesitas paciencia, ahora mismo? Mantén tu relación con Jesucristo por medio de la paciencia que produce la fe. Declara como Job: "Aunque él me mate, en él esperaré", Job 13:15.

La fe no es una emoción débil y lastimosa, sino una confianza fuerte y energética que se fundamenta en el hecho de que Dios es amor santo. Y aunque no lo puedes ver a Él en este momento y no puedes comprender lo que está haciendo, tú lo conoces. El desastre se presenta en tu vida cuando te falta la serenidad mental que proviene de arraigarte en la verdad eterna de que Dios es amor santo. La fe es el esfuerzo supremo de tu vida y significa que tú te rindes con una absoluta confianza en Él.

Dios arriesgó todo en su Hijo Jesucristo para salvarnos y ahora quiere que arriesguemos nuestro todo con plena confianza en Él. Existen áreas de nuestra vida donde esa fe no ha obrado todavía, lugares que no han sido tocados por Dios. En la vida de Jesucristo no hubo áreas sin tocar y tampoco nosotros debemos tenerlas. Jesús oró: "Y esta es la vida eterna, que te conozcan a ti", Juan 17:3. El verdadero significado de la vida eterna es una vida que puede enfrentar todo lo que tiene que enfrentar, sin vacilaciones. Cuando asumimos esta perspectiva, la vida se convierte en un gran idilio, en una gloriosa oportunidad para ver situaciones maravillosas todo el tiempo. Dios nos está disciplinando para llevarnos a ese punto central de poder.

 

Mayo 9

Vayamos más allá de lo presente

"Donde no hay visión, el pueblo se desenfrena",

Proverbios 29:18 LBLA

No es lo mismo un ideal que una visión. Un ideal no tiene una inspiración moral, mientras que una visión sí. La gente que se entrega a ideales rara vez hace algo. Una persona puede utilizar el concepto que tiene de Dios y sus atributos para justificar y racionalizar la negligencia intencional en sus deberes. Jonás trató de excusar su desobediencia diciéndole a Dios. "Yo sabía que tú eres un Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte y de gran misericordia, que te arrepientes del mal", Jonás 4:2. Yo puedo tener una concepción correcta acerca de Dios y esa puede ser la misma razón por la que no cumplo con mi deber. Por dondequiera que haya visión, también existe una vida recta porque la visión imparte el incentivo moral.

Los ideales pueden adormecer y llevar a la ruina. Examínate espiritualmente y verifica si únicamente posees ideales o una visión. "Ah. pero el alcance de un hombre debe ser superior a lo ha logrado. ¿O para qué es el cielo?

"Donde no hay visión"... Una vez que perdemos de vista a Dios, comenzamos a permitir algunos desenfrenos. Abandonamos la oración y cambiamos la visión de Dios por las pequeñeces de la vida. Sencillamente empezamos a obrar de acuerdo con nuestra propia iniciativa. Si obedecemos dócilmente a los dictados de nuestro yo y lo que hacemos es por iniciativa propia, sin esperar que Dios intervenga, vamos hacia abajo y hemos perdido la visión. ¿Nace hoy nuestra actitud de la visión de Dios? ¿Esperamos que Él haga obras mayores de las que ya ha hecho? ¿Tiene nuestra perspectiva espiritual frescura y vitalidad?

 

Mayo 10

Toma la iniciativa

"Añadid a vuestra fe, virtud",

2 Pedro 1:5 LBLA

Añadid implica que hay algo que nosotros debemos realizar. Corremos el riesgo de olvidar que no podemos hacer lo que Dios hace y que Él no hará lo que nosotros debemos hacer. No podemos salvarnos ni santificarnos a nosotros mismos. Dios es el que lo hace.

Pero Él no nos dará carácter ni buenos hábitos de compartimiento y no nos obligará a caminar rectamente delante de Él. Todo eso tenemos que hacerlo nosotros mismos. Debemos ocuparnos en la salvación personal que Dios ha obrado en nosotros (ver Filipenses 2:12). Añadid implica desarrollar el hábito de hacer cosas, lo cual es difícil en la etapa inicial. Tomar la iniciativa significa que comienzas a instruirte en el camino por el que debes andar.

Cuídate de preguntar por el camino cuando lo conoces perfectamente bien. Toma la iniciativa, deja de vacilar y da el primer paso. Sé decidido cuando Dios habla, obedece en fe y de inmediato lo que Él dice y nunca cambies tus decisiones iniciales. Si vacilas cuando Dios te ordena hacer algo, pones en peligro tu posición firme en la gracia. Toma la iniciativa, tómala tú mismo, da el paso voluntariamente y al instante, y hazlo de tal modo que resulte imposible volver atrás. Quema los puentes que están detrás de ti. Di: "Escribiré esta carta", "pagaré esa deuda" y luego hazlo. Que sea algo irrevocable.

Debemos adquirir la costumbre de escuchar a Dios con atención, en todo y desarrollar el hábito de descubrir lo que Él dice y obedecerle. Si cuando se presenta una crisis nos volvemos de manera instintiva hacia Dios, esa actitud indica que el hábito se ha formado. Debemos tomar la iniciativa en el lugar donde estamos y no donde no estamos.

 

Mayo 11

No lo alcanzarás sólo empinándote

"Poned toda diligencia en añadir... al afecto fraternal, amor",

2 Pedro 1:5,7

Para la mayoría de nosotros, el amor es algo indefinido. Cuando hablamos acerca de él no sabemos lo que queremos decir. El amor es la preferencia suprema de una persona por otra. Y, espiritualmente, Jesús exige que esa máxima preferencia sea por Él (ver Lucas 14:26) Cuando el amor de Dios es derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, es fácil colocar a Jesús en el primer lugar. Pero luego debemos practicar el desarrollo de esas verdades que se mencionan en 2 Pedro. Lo primero que Dios hace es extirpar completamente de mi vida las pretensiones y fingimientos, el orgullo y la vanidad. El Espíritu Santo revela que Dios me ama, no porque yo sea digno de su amor, sino porque esa es su naturaleza. Ahora Él me ordena manifestar el mismo amor hacia los demás: "Que os améis unos a otros, como yo os he amado", Juan 15:12. Nos dice: "Te rodearé de muchísimas personas a quienes no puedes respetar y, sin embargo, debes manifestarles mi amor así como yo te lo he manifestado a ti”. Sin embargo, no lo vas a alcanzar sólo empinándote. Se necesita un mayor esfuerzo. Algunos de nosotros hemos hecho el intento, pero pronto nos hemos sentido cansados y frustrados.

"El Señor... es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca", 2 Pedro 3:9. “Debo ver en mi interior para darme cuenta de cómo me ha tratado Él”. La comprensión de que Dios me ha amado hasta el extremo de todo límite me obligará a salir al mundo para amar de la misma forma. El amor que Dios me tiene es inagotable y yo debo amar a los demás a partir del fundamento de su amor por mí. El crecimiento en la gracia se detiene en el momento en que me enojo. Y me puedo disgustar porque debo vivir con una persona inusualmente difícil. Sin embargo, ¡sólo pensemos en lo desagradables que nosotros hemos sido con Dios!

¿Estoy preparado para identificarme tanto con el Señor Jesús que su vida y su dulzura salgan todo el tiempo a borbotones a través de mí? Ni el amor natural ni el divino van a durar a menos que los cultivemos. El amor es espontáneo, pero debemos mantenerlo por medio de la disciplina.

 

Mayo 12

Adquiere el hábito de no tener hábitos

"Si tenéis estas cosas y abundan en vosotros, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto",

2 Pedro 1:8

Cuando empezamos a desarrollar un hábito, tenemos plena conciencia del hecho. En ocasiones nos damos cuenta de que nos estamos volviendo personas virtuosas, pacientes y piadosas, pero esta conciencia es tan solo una etapa. Si nos quedamos allí, vamos a adquirir, ínfulas del mojigato espiritual. Lo que debemos hacer con los hábitos piadosos es dejar que se pierdan en la vida del Señor hasta que se vuelvan una expresión tan espontánea de nuestra vida que ya no estemos conscientes de ellos. Nuestra vida espiritual continuamente se transforma en un examen interior debido a que existen algunas cualidades que todavía no hemos añadido a nuestras vidas.

Tu dios podría ser el lindo hábito cristiano que tienes, como orar o leer la Biblia a determinadas horas. Observa cómo tu Padre va a transformar esos momentos, si empiezas a adorar tus costumbres y no lo que ellas simbolizan. Decimos: "No puedo hacer eso ahora, estoy en mi tiempo a solas con Dios". No, es el tiempo a solas con tu hábito. Hay una cualidad que aún te falta. Reconoce tu defecto y luego busca la oportunidad de introducir en tu vida esa cualidad faltante.

El amor implica que no hay ningún hábito visible, sino que has llegado al punto en que está perdido y, por la práctica, lo realizas sin darte cuenta. Si eres consciente de tu propia santidad, te imaginas que hay ciertas cosas que no puedes hacer, ciertas relaciones en las que estás lejos de ser sencillo. Esto significa que falta algo por añadir. La única vida sobrenatural es la que vivió el Señor Jesús y Él en todo lugar se encontraba "en casa" con su Padre. ¿Hay algún sitio donde no te sientes como en casa con Dios? Entonces, permite que el Señor obre a través de esa circunstancia particular hasta que crezcas en Él y tu vida se convierta en la vida sencilla de un niño.

 

 

Mayo 13

El hábito de mantener una buena conciencia

"Procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres",

Hechos 24:16

En realidad los mandamientos que Dios nos ha dado están dirigidos a la vida de su Hijo en nosotros. En consecuencia, para nuestra naturaleza humana en la cual se ha formado su Hijo, sus mandamientos son difíciles. Pero, tan pronto como obedecemos se vuelven fáciles debido a la intervención divina.

La conciencia es esa facultad que hay en mí que se acopla a la norma más alta que yo conozco y que luego me recuerda continuamente lo que ella me exige hacer. Es el ojo del alma que dirige su mirada hacia Dios o hacia lo que consideramos la norma más elevada. Esto explica por qué las personas no tienen la misma conciencia. Si yo tengo el hábito de confrontar mi vida con Dios, una y otra vez, la conciencia siempre me dirigirá a su perfecta ley indicándome lo que debo hacer. La pregunta es: ¿Obedeceré? Es necesario que yo me esfuerce para que mi conciencia se mantenga con tanta sensibilidad que pueda caminar sin ofensa. Debo vivir en una armonía tan perfecta con el Hijo de Dios que en todas las circunstancias se renueve el espíritu de mi mente y yo pueda comprobar rápidamente "cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta", Romanos 12:2; ver también Efesios 4:23.

Dios siempre nos instruye hasta en el más mínimo detalle. ¿Mi oído es tan sensible que puede escuchar el susurro más suave del Espíritu para que sepa lo que debo hacer? "Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios", Efesios 4:30. Él no habla con una voz de trueno, su voz es tan suave que fácilmente la podemos pasar por alto. Lo único que mantiene nuestra conciencia sensible a su llamado es el hábito de tener un corazón abierto para Dios. Cuando empieces a discutir en tu interior, para inmediatamente. Si te preguntas "¿Porqué no debo hacer esto?", estás equivocado. No hay controversia válida una vez que tu conciencia habla. Cuando permites que haya algo que opaque tu comunión interior con el Señor, lo haces bajo tu propio riesgo. Déjalo, sin importar lo que sea y ten cuidado de mantener clara tu visión interior.

 

Mayo 14

El hábito de disfrutar lo desagradable

"Para que también... la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos",

2 Corintios 4:10

Debemos desarrollar hábitos piadosos que expresen lo que la gracia de Dios ha hecho en nosotros. No se trata de que Él nos salvó del infierno, sino de que fuimos salvos para que la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Lo desagradable es lo que nos permite revelar su vida en nuestra carne mortal. ¿Muestra mi vida la dulzura inherente al Hijo de Dios, o sólo la irritación propia de la naturaleza de mi "yo" separado de Él? Lo único que hará posible que yo disfrute de lo desagradable es el deseo intenso de permitir que la vida del Hijo de Dios se manifieste en mí. No importa lo difícil que algo me resulte, yo debo decir: "Señor, me deleito en obedecerte en esto". Inmediatamente el Hijo de Dios se ubicará en el primer plano y en mi vida humana se manifestará lo que glorifica a Jesús.

No debes discutir. En el instante que obedeces la luz de Dios, Jesús brilla en ti en ese punto en particular. Pero si discutes con Él, entristeces al Espíritu (ver Efesios 4:30). Debes mantenerte dispuesto para que la vida del Hijo de Dios se manifieste en ti. Pero no puedes conservar esta disposición si le das cabida a la autocompasión. Nuestras circunstancias son el medio que Dios usa para revelar de manera maravillosa cuan perfecto y extraordinariamente puro es su Hijo. Lo que debe hacer latir nuestro corazón con un entusiasmo renovado es el descubrimiento de una nueva manera de manifestar al Hijo de Dios. Una cosa es elegir lo desagradable y otra muy diferente participar en ello porque Dios lo ha planeado y dirigido así. Y si Dios te pone allí, Él es ampliamente suficiente y "suplirá todo lo que os falta", Filipenses 4:19.

Mantén tu alma dispuesta para que se manifieste la vida del Hijo de Dios. Nunca vivas de los recuerdos de experiencias pasadas, sino deja que la Palabra de Dios siempre esté viva y activa en ti.

 

Mayo 15

El hábito de estar a la altura de las circunstancias

"Para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado",

Efesios 1:18

Recuerda que fuiste salvo para que la vida de Jesús se manifieste en tu cuerpo (ver 2 Corintios 4:10). Dirige toda la energía de tus capacidades hacia el cumplimiento de tu elección como hijo de Dios; siempre debes estar a la altura de las circunstancias.

Tú no puedes hacer nada para conseguir tu salvación, pero debes hacer algo para manifestarla. Debes ocuparte en tu salvación, a la cual Dios ya te ha hecho entrar (Filipenses 2:12). ¿Demuestra tu manera de hablar, pensar y sentir que estás ocupándote en ella? Si aún eres el mismo miserable gruñón que se empeña en seguir su propio camino, entonces mientes al decir que Dios te ha salvado y santificado.

Dios, como el Ingeniero Maestro, permite las adversidades para verificar si puedes saltar por encima de ellas de manera adecuada: "Con mi Dios escalaré murallas" Salmo 18:29, LBLA. Dios jamás te va a proteger de ninguna de las exigencias para sus hijos. 1 Pedro 4:12 dice: "Amados, nos os sorprendáis del fuego de la prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciera". Ponte a la altura de las circunstancias y lleva acabo lo que la prueba te exige. Sin que importe cuánto te duela, dale a Dios la oportunidad de manifestar la vida de Jesús en tu cuerpo.

Que Dios ya no halle más quejas en nosotros, sino que nos encuentre llenos de valor y fuerza espiritual, listos para enfrentar cualquier situación que Él coloque en nuestro camino. Tenemos que ejercitarnos para que el Hijo de Dios se manifieste en nuestros cuerpos. Dios no tiene museos. El único objetivo de la vida es que su Hijo se pueda manifestar. Y cuando esto ocurre, dejamos de darle órdenes. Nuestro Señor nunca le dio órdenes a su Padre. Estamos aquí para someternos a su voluntad de tal forma que su deseo se cumpla por medio de nosotros. Cuando comprendemos esto, Él nos volverá pan partido y vino derramado para alimentar y nutrir a otras personas.

 

Mayo 16

El hábito de la riqueza

"Participantes de la naturaleza divina",

2 Pedro 1:4

A través de las promesas nos volvemos participantes de la naturaleza divina, es decir, recibimos y compartimos la misma naturaleza de Dios. Luego, debemos manifestar esa naturaleza divina en nuestra naturaleza humana por medio de la formación de hábitos. El primer hábito que debemos desarrollar es reconocer la provisión que Dios nos ha dado. Sin embargo, decimos: "¡Ay, no tengo con qué comprarlo!" Esta frase encierra una gran mentira. ¡Hablamos como si nuestro Padre celestial nos hubiera dejado sin un centavo! Pensamos que es una muestra de verdadera modestia decir al final del día: "¡Uy, hoy me las arreglé para sobrevivir, pero la batalla fue dura!" ¡Y, sin embargo, en el Señor Jesucristo, el Dios omnipotente, es nuestro por completo! Si lo obedecemos, Él no escatimará la estrella más remota y dará hasta el último grano de arena para bendecirnos. ¿Realmente importa que nuestras circunstancias sean difíciles? ¡Por qué no habrían de serlo! Si nosotros le damos cabida a la autocompasión y nos permitimos el lujo de la miseria y la infelicidad, excluimos de nuestra vida las riquezas de Dios e impedimos que otros participen de su provisión. No hay peor pecado que el de la autocompasión porque elimina completamente a Dios y coloca en el trono a nuestros intereses personales. Este pecado nos lleva a abrir la boca sólo para quejarnos y nos convierte en esponjas espirituales, siempre absorbiendo, nunca dando y nunca llenos.

Cuando Dios empieza a sentirse satisfecho con nosotros, empobrece todo aquello que tenga la naturaleza de una riqueza ficticia, hasta que aprendemos que todas nuestras fuentes de agua pura se encuentran en Él (ver Salmo 87:7). Si su majestad, gracia y poder no se están manifestando en nuestra vida, Él nos hace responsables. "Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia", 2 Corintios 9:8. Entonces, aprende a colmar a los demás de la gracia de Dios. Debes estar marcado con la naturaleza divina y su bendición fluirá a través de ti, todo el tiempo.

 

Mayo 17

Su ascensión y nuestra unión con Él

"Aconteció que, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado arriba al cielo ", Lucas 24:51

Nosotros no contamos con ninguna experiencia que sea equivalente a los acontecimientos que ocurrieron en la vida de nuestro Señor después de la transfiguración. Desde entonces, su vida fue completamente vicaria o sustitutiva. Hasta el momento de la transfiguración Él había mostrado la vida de un hombre totalmente normal. Pero de allí en adelante (el Getsemaní, la cruz y la resurrección) nada nos resulta familiar. Su cruz es la puerta por la que todo miembro de la raza humana puede entrar a la vida de Dios. Por su resurrección Él tiene el derecho de dar vida eterna a toda persona y mediante su ascensión nuestro Señor entra en el cielo y mantiene la puerta abierta para la humanidad.

La transfiguración tuvo su desenlace final en el monte de la ascensión. Si Jesús se hubiera ido al cielo directamente desde el monte de la transfiguración, hubiera partido solo y no sería para nosotros más que un personaje glorioso. Pero le dio la espalda a la gloria y descendió del monte para identificarse con la humanidad caída.

La ascensión es el cumplimiento pleno de la transfiguración. Nuestro Señor regresó a su gloria original, pero no simplemente como el Hijo de Dios. Él volvió a su Padre como el Hijo del hombre. Ahora todos tenemos libre acceso al trono de Dios por medio de la ascensión del Hijo del hombre. En esta condición, Jesucristo limitó deliberadamente su omnipotencia, omnipresencia y omnisciencia. Pero ahora estos atributos son suyos con poder pleno y absoluto. Como el Hijo del hombre en el trono de Dios, ahora Jesucristo tiene todo el poder. Desde su ascensión hasta el día de hoy Él es Rey de Reyes y Señor de Señores.

 

Mayo 18

Una irracionalidad cultivada

"Mirad las aves del cielo... considerad los lirios del campo",

 Mateo 6:26,28

Observa como crecen los lirios del campo, ¡simplemente son! Piensa en el mar, el aire, el sol, la luna y las estrellas. Todos ellos también son, ¡y vaya ministerio el que ejercen! Con mucha frecuencia estropeamos la influencia que Dios ha determinado ejercer por medio de nosotros, debido a los nuestros esfuerzos personales conscientes por ser consecuentes y útiles. Jesús dijo que hay una sola manera de crecer y desarrollarnos espiritualmente y es concentrándonos en Dios. En esencia, estaba diciendo: "No te preocupes por ser útil a otras personas, sencillamente cree en mí". En otras palabras, préstale atención a la Fuente, y de ti brotaran ríos de agua viva (Juan 7:38). Nosotros no podemos descubrir la fuente de nuestra vida natural por medio del sentido común y el razonamiento. Y Jesús nos enseña aquí que el crecimiento de nuestra vida espiritual no depende de nuestro cuidado y esfuerzo, sino de que nos concentremos en el Padre celestial. Él conoce nuestras circunstancias y si permanecemos enfocados en Él, vamos a crecer espiritualmente como los lirios del campo.

Las personas que ejercen más influencia en nosotros no son las que nos acorralan con su continuo hablar, sino las que viven como las estrellas del cielo y los lirios del campo, de manera sencilla y natural. Esas son las vidas que nos moldean.

Si quieres ser de utilidad para Dios, relaciónate de una manera correcta con Jesucristo y, sin que te des cuenta. El te hará una persona útil en cada instante de tu vida.

 

Mayo 19

"De en medio del desastre, me levanto"

"¿Quién nos separará del amor de Cristo?",

Romanos 8:35

Dios no exime a sus hijos de la tribulación. Pero promete: "Con él estaré yo en la angustia", Salmo 91:15. No importa qué tan reales o intensas sean las dificultades, nada puede separarte de tu relación con Dios. Antes, "en todas estas cosas somos más que vencedores", Romanos 8:37. Pablo no estaba hablando de situaciones imaginarias, sino de circunstancias que son reales en extremo. Y él afirma que somos “súper victoriosos” en medio de ellas, no por nuestro propio ingenio ni valor, sino porque ninguna afecta nuestra relación con Dios que es en Jesucristo. Siento compasión del creyente en cuya vida no hay ninguna situación que él considere indeseable.

¿Tribulación...? La tribulación nunca es un acontecimiento agradable, ni muy bienvenido. Pero sin importar cómo sea, agotadora, molesta o que sólo nos cause alguna debilidad, no puede separarnos del amor de Dios. Nunca permitas que las tribulaciones o las preocupaciones de este siglo te impidan recordar que Él te ama (Mateo 13:22). ¿Angustia...? ¿Podrá mantenerse la fe en el amor de Dios, cuando todo lo que nos rodea parece decir que su amor es una mentira y que no existe la justicia?

¿Hambre...?¿Será posible que no sólo creamos en el amor de Dios sino que también somos más que vencedores, incluso cuando estamos padeciendo hambre?

O Jesucristo es un engañador y Pablo está engañado, o algo extraordinario le sucede a quien se aferra al amor del Señor cuando las probabilidades están totalmente en su contra. La lógica queda silenciada frente a cada una de estas circunstancias. Una sola realidad puede justificarlo: El amor de Dios que es en Cristo. “De en medio del desastre me levanto”, todas las veces.

 

Mayo 20

El reino de lo verdadero

"Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas", Lucas 21:19

Cuando una persona nace de nuevo, durante algún tiempo no tiene la misma energía de antes para pensar y razonar. Tenemos que aprender a expresar la nueva vida que hay dentro de nosotros y a desarrollar la mente de Cristo. Lucas 21:19 dice que tomamos posesión de nuestra alma por medio de la paciencia. Pero muchos de nosotros preferimos quedarnos en el umbral de la vida cristiana, en lugar de seguir adelante para formar y edificar nuestra alma de acuerdo con la nueva vida que Dios nos ha impartido. Fracasamos porque ignoramos cómo nos hizo Él y le atribuimos hechos al diablo que realmente son el resultado de nuestra naturaleza indisciplinada. ¡Sólo piensa lo que podríamos ser cuando nos despertemos a la verdad!

Existen ciertos asuntos por los cuales no necesitamos orar; por ejemplo, nuestro estado de ánimo. El mal humor o el desánimo nunca desaparecerán con la oración, sino expulsándolos de nuestra vida. La disposición anímica casi siempre tiene su origen en nuestro estado físico y no en el moral. Debemos esforzarnos continuamente para no prestarle atención al talante en que nos encontramos como resultado de nuestra condición física y para nunca someternos a él ni por un instante. Tenemos que agarrarnos del cuello y darnos una buena sacudida. Entonces, descubriremos que podemos llevar a cabo lo que negábamos con nuestros labios. El problema con la mayoría de nosotros es que no lo queremos hacer. La vida cristiana es una vida de determinación y valor espiritual que se encarnan en nosotros.

 

Mayo 21

Los razonamientos divinos

"Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todos estas cosas os serán añadidas", Mateo 6:33

Tan pronto consideramos estas palabras de Jesús, descubramos que es la declaración más revolucionaria que jamás haya escuchado el oído humano. "Buscad primeramente el reino de Dios..." Nosotros afirmamos exactamente lo contrario: “pero debo vivir, debo ganar mucho dinero, debo vestirme, debo alimentarme”. Nuestra gran preocupación no es el reino de Dios, sino cómo nos las arreglamos para vivir. Jesús invirtió el orden. Primero debemos relacionarnos correctamente con Dios, asegurarnos de que ese sea el interés más importante de nuestra vida y nunca concederle tal importancia a lo demás.

"No os angustiéis por vuestra vida", Mateo 6:25. Nuestro Señor señaló lo irrazonable que es, desde la perspectiva divina, estar ansiosos y preocupados acerca de como vamos a vivir. Jesús no dijo que la persona despreocupada es bienaventurada. No, esa persona es necia. Pero Jesús sí enseñó que su discípulo debe hacer de su relación con Dios el enfoque predominante de su vida y al compararlo con esto, despreocuparse prudentemente de cualquier otro aspecto. En esencia, Jesús estaba diciendo: “No conviertas la comida o la bebida en el factor primordial de tu vida, sino concéntrate totalmente en Dios”. Algunas personas son descuidadas con lo que comen y beben y sufren por ello, descuidan su manera de vestir, descuidan los asuntos de este mundo y Dios las hace responsables. Jesús dice que el principal interés de la vida es poner en primer lugar nuestra relación con Dios y todo lo demás en un segundo plano.

Una de las disciplinas más difíciles de la vida cristiana es permitirle al Espíritu Santo llevarnos a una absoluta armonía con lo que nos enseña Jesús en estos versículos.

 

Mayo 22

¡Eso lo explica!

"Para que todos sean uno, como tu, Padre en mi y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros", Juan 17:21

Sí estas atravesando un camino solitario, lee Juan 17 que te explica de manera contundente la razón por la que te encuentras así. Jesús ha orado para que seas uno con el Padre, como Él lo es. ¿Le estás ayudando a Dios a contestar esa oración, o tienes otra meta para tu vida? Debido a que te convertiste en su discípulo, no puedes ser tan independiente como lo eras antes. Juan 17 nos revela que el propósito de Dios no es responder nuestras oraciones, sino que por medio de ellas podamos discernir su mente. Sin embargo, Él debe responder la oración de Jesús; "Para que sean uno, así como nosotros somos uno", Juan 17:22. ¿Estamos tan cerca de Jesucristo que somos uno con Él?

A Dios no le interesan nuestros planes. Él no pregunta: "¿Quieres vivir la pérdida de una ser querido, esta dificultad o esta frustración?" No, Él permite estas situaciones porque tiene un propósito con ellas. Las circunstancias que estamos viviendo nos están haciendo hombres y mujeres mejores, más amables y nobles; o más severos y criticones, más obstinados en nuestros propios caminos. Las circunstancias que vivimos nos vuelven malvados o santos, lo cual depende por completo de cuan íntima es nuestra relación con Dios. Si decimos: "Hágase tu voluntad", Mateo 26:42; Juan 17 nos animará y consolará porque sabemos que nuestro Padre está actuando de acuerdo con su sabiduría. Cuando entendemos lo que Él está buscando, dejamos de ser mezquinos y cínicos. Lo que Jesús oró fue nada menos que nosotros vivamos completamente unidos a Él, así como Él es uno con el Padre. Algunos estamos lejos de esa unidad, pero Dios no dejará de tratar con nosotros hasta que seamos uno con Él, porque Jesús oró para que así fuera.

 

Mayo 23

La cautelosa incredulidad

"No os aguantéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber, ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir",

Mateo 6:25

Jesús redujo a incredulidad las preocupaciones racionales de un discípulo. Si hemos recibido al Espíritu Santo, Él se abrirá paso en nuestra vida y nos dirá: "Ahora bien, ¿dónde entra Dios en esa relaciones, en las vacaciones que has planeado, o en esos nuevos libros que quieres leer?” Él siempre insiste en el asunto hasta que aprendemos a tomar en cuenta a Dios antes que a nada. Siempre que le damos el primer lugar a otras cosas, hay confusión.

"No os angustiéis por vuestra vida"... no lleves sobre tus hombros la carga de prever el futuro. La preocupación no sólo es mala, sino que es incredulidad, porque implica que no creemos que Dios puede ocuparse de los detalles corrientes de nuestra vida. Y este siempre es el verdadero motivo de preocupación. ¿Alguna vez haz notado lo que Jesús señaló como aquello que ahogaría la Palabra sembrada por Él en nosotros? ¿El diablo? No, las preocupaciones de este siglo, Mateo 13:22. Siempre son nuestras preocupaciones. La incredulidad comienza cuando decimos: “No voy a confiar en lo que no puedo ver”. La única cura contra la incredulidad es la obediencia al Espíritu.

La palabra más grande de Jesús a sus discípulos es abandónense.

 

Mayo 24

El deleite de la desesperación

"Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto", Apocalipsis 1:17

Quizás tú, como el apóstol Juan, conoces íntimamente a Jesucristo. Sin embargo, él de repente se te aparece con rasgos totalmente desconocidos y lo único que puedes hacer es caer a sus pies como muerto. En ocasiones Dios solo puede revelarse a nosotros en su majestad y el carácter impresionante y terrible de esa visión nos lleva al deleite de la desesperación. Experimentas este gozo en la desesperanza porque comprendes que si vas a ser levantado, debe ser por la mano de Dios.

"Él puso su diestra sobre mí", Apocalipsis 1:17. En medio del pavor sientes un toque y sabes que es la diestra de Jesucristo. Comprende no es la mano que restringe, corrige o castiga, sino la diestra del Padre Eterno. Siempre que su diestra viene sobre ti, trae paz y consuelo inefables; y también el sentido de que sus brazos eternos son llenos de provisión, alivio y fortaleza son tu apoyo, (ver Deuteronomio 33:27). Una vez que sientes su toque, absolutamente nada te podrá volver a causar temor. En medio de toda su gloria celestial, el Señor Jesús viene para hablarle a un insignificante discípulo y le dice: "No temas", Apocalipsis 1:17. Su ternura es inexpresablemente dulce. ¿Lo conozco de esta manera?

Piensa en algunos de los hechos que producen desesperación. Existe un desespero en el que no se encuentra ningún agrado, no hay un horizonte ni una esperanza de mayor claridad. Pero el deleite de la desesperación viene cuando "yo sé que en mi, esto es, en mi carne, no habita el bien", Romanos 7:18. Me deleito en saber que hay algo en mí que debe caer postrado delante de Dios cuando Él se me revele y que si he de levantarme debe ser por su mano. Dios puede hacer algo por mí sólo cuando reconozco los límites de lo que es humanamente posible y le permito a Él hacer lo imposible.

 

Mayo 25

La prueba de mis intereses

"Si vas a la mano izquierda, yo iré a la derecha y si a la mano derecha, yo iré a la izquierda", Génesis 13:9

Tan pronto comienzas a vivir la vida de fe en Dios, se abrirán delante de ti posibilidades fascinantes y gratificantes, las cuales son tuyas por derecho propio. Pero si estás viviendo la vida de fe, ejercitarás tu derecho a renunciar a tus derechos y dejarás que Dios elija por ti. A veces Él permite que entres en un lugar de prueba, donde lo correcto sería que tomaras en cuenta tu bienestar personal, si no vivieras la vida de fe. Pero si las estás viviendo, renunciarás con gozo a tus derechos y dejarás que dios escoja por ti. Esta es la disciplina que Él usa para transformar lo natural en espiritual, por medio de la obediencia a su voz.

Siempre que mis derechos se convierten en la guía de mi vida, la percepción espiritual se adormece. El más grande enemigo de la vida de fe en Dios no es el pecado, sino las buenas elecciones que no son las mejores. Lo bueno siempre es enemigo de lo mejor. Al leer el pasaje de Génesis, parecería que lo más sabio de este mundo era que Abraham escogiera, pues era su derecho. Y la gente a su alrededor lo habría considerado un tonto por no hacerlo.

Muchos de nosotros nos estancamos espiritualmente porque preferimos elegir sobre la base de nuestros derechos, en lugar de confiar en la elección de Dios para nosotros. Debemos aprender a caminar de acuerdo con la norma de poner la mirada en Dios y Él nos dice, como le dijo a Abraham: "Anda delante de mi", Génesis 17:1.

 

Mayo 26

Pensando en la oración como Jesús la enseñó

"Orad sin cesar",

1 Tesalonicenses 5:17

Nuestra forma de pensar acerca de la oración, correcta o incorrecta, se basa en nuestro concepto sobre ella. Si consideramos la oración como el aire de nuestros pulmones y la sangre de nuestro corazón pensamos como es debido. Aunque no somos conscientes del hecho, la sangre fluye sin cesar en nuestro cuerpo y la respiración es continua; es un proceso que nunca se detiene. Tampoco somos conscientes todo el tiempo de que Jesús nos mantiene en perfecta unión con Dios, pero si lo obedecemos, Él siempre lo hace. La oración no es un ejercicio, sino la vida del santo. Ten cuidado con cualquier cosa que impida tu ofrenda de oración. Orad sin cesar. Mantén el hábito, como un niño, de ofrendar la oración a Dios en tu corazón todo el tiempo.

Jesús nunca habló de las oraciones sin contestar, porque tenía la certeza infinita de que la oración nunca deja de ser contestada. ¿Tenemos, por el Espíritu, la certeza inexpresable que Jesús tenía acerca de la oración, o pensamos en las ocasiones cuando nos ha parecido que Dios no respondió? Jesús dijo: "Todo aquel que pide, recibe", Mateo 7:8. Sin embargo, decimos: "Pero..., pero..." Dios contesta la oración de la mejor manera, no algunas veces, sino todas las veces, aunque no siempre la respuesta sea evidente de inmediato en el área deseada. ¿Confiamos en que Dios contesta la oración?

El riesgo que corremos es que deseamos suavizar las palabras de Jesús y las encajamos en un significado de acuerdo con nuestro sentido común. Pero, si sólo fuera una cuestión de lógica, no valió la pena que Él las hubiera dicho. Los principios que Jesús enseñó acerca de la oración son verdades sobrenaturales que Él nos revela.

 

Mayo 27

La vida, ahora

"Quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén hasta que seáis investidos de poder desde lo alto", Lucas 24:49

Los discípulos tuvieron que esperar en Jerusalén hasta el día de Pentecostés, no sólo por causa de su preparación personal sino porque debían esperar hasta que el Señor fuera glorificado históricamente. ¿Y qué sucedió tan pronto como fue exaltado? "Así que, exaltado por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís", Hechos 2:33. Las palabras de Juan 7:39, aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado, no se aplican a nosotros. El Espíritu Santo ha sido dado; el Señor ha sido glorificado, la espera no depende de la providencia de Dios, sino de nuestro buen estado espiritual.

La influencia y el poder del Espíritu Santo estaban obrando desde antes de Pentecostés, pero Él aún no estaba aquí. Inmediatamente el Señor fue glorificado en la ascensión, el Espíritu Santo vino a este mundo y desde entonces ha permanecido aquí. Debemos recibir la verdad revelada de que Él está aquí. La actitud de recibir y darle la bienvenida al Espíritu debe ser continua en el creyente. Cuando lo recibimos a Él, recibimos la vida vivificadora de nuestro Señor ascendido.

No es el bautismo del Espíritu Santo el que cambia a la gente, sino el poder de Cristo ascendido que entra en nuestra vida por medio del Espíritu. Con demasiada frecuencia separamos verdades que el nuevo Testamento nunca separa. El bautismo del Espíritu Santo no es una experiencia aislada de Jesucristo: Es la evidencia del Cristo ascendido.

Este bautismo no te lleva a pensar en el tiempo o en la eternidad, es un maravilloso y glorioso ahora. "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti", Juan 17:3. Empieza a conocerlo ahora y nunca termines.

 

Mayo 28

Revelación incuestionable

"En aquel día no me preguntaréis nada",

 Juan 16:23

¿Cuándo es aquel día? Cuando el Señor ascendido te hace uno con el Padre. En aquel día serás uno con el Padre, así como Jesús. Él dijo: "En aquel día no me preguntaréis nada...". Antes de que la vida resucitada de Cristo se manifieste completamente en ti, tienes muchas preguntas por hacer. Entonces, después de un tiempo descubres que todos tus interrogantes han desaparecido y que al parecer ya no te quedan más. Debido a que has llegado al punto de un completo descanso en la vida resucitada de Jesús, entras a una perfecta unidad con el propósito de Dios. ¿Estás disfrutando esa vida ahora? Si no, ¿por qué?

Aunque en aquel día todavía puede haber un sinnúmero de asuntos oscuros para tu entendimiento, no se interpondrán entre tu corazón y Dios. En aquel día no me preguntaréis nada; no necesitarás hacerlo porque estarás seguro de que Dios traerá luz sobre esos temas de acuerdo con su voluntad. La fe y la paz de Juan 14:1 se convierten en la verdadera actitud de tu corazón y no hay más preguntas, Si algo es un misterio para ti y se está interponiendo entre tú y Dios, nunca busques la explicación en tu mente. Búscala en tu verdadera disposición interior ya que es allí donde se encuentra el problema. Cuando tu actitud sea de disposición a someterte a la vida de Jesús, tu comprensión será perfectamente clara. Y llegarás al lugar donde no existe ninguna distancia entre el Padre y tú, su hijo, porque el Señor los ha hecho uno. En aquel día no me preguntaréis nada.

 

Mayo 29

Una relación imperturbable

"En aquel día pediréis en mi nombre… El Padre mismo os ama",

Juan 16:26-27

En aquel día pediréis en mi nombre, es decir, en mi naturaleza. No, "emplearéis mi nombre como una palabra mágica, sino, seréis tan íntimos conmigo, que tú y yo seremos uno". Aquel día no es un día en el futuro, sino que implica el aquí y el ahora. "El Padre mismo os ama". El amor del Padre demuestra que nuestra unión con Jesús es completa y absoluta. El Señor no quiso decir que nuestra vida estaría libre de dificultades e incertidumbres externas; sino que, así como Él conoció el corazón y la mente del Padre, por el bautismo del Espirito Santo Él puede elevarnos a los lugares celestiales donde nos revela las enseñanzas de Dios.

"Todo cuanto pidáis al Padre en mi nombre", Juan 16:23. Aquel día es un día de paz y de una relación imperturbable entre Dios y el creyente. Así como Jesús fue puro y sin mancha en la presencia de su Padre, por la poderosa eficiencia del bautismo del Espíritu Santo, nosotros también podemos ser elevados hasta esa relación: Para que sean uno, así como también nosotros somos uno", Juan 17:22. "Os lo dará", Juan 16:23. Jesús dijo que Dios reconocerá y contestará nuestras oraciones por causa de su nombre. ¡Qué desafío e invitación! Por el poder de resurrección y ascensión de Jesús y por el Espíritu Santo que nos ha sido dado, podemos ser levantados hasta esa relación. Una vez que Jesucristo nos coloca en esa maravillosa posición, podemos orar a Dios en su nombre, es decir, en su naturaleza. Este es un regalo que nos ha sido dado por el Espíritu Santo. Jesús dijo: "Todo cuanto pidáis al Padre en mi nombre, os lo dará". El carácter soberano de Jesucristo se pone a prueba por sus propias declaraciones.

 

Mayo 30

¡Sí, pero...!

"Te seguiré, Señor, pero...",

Lucas 9:61

Supongamos que Dios te pide hacer algo que es una enorme prueba para tu sentido común, pues se le opone por completo. ¿Qué vas a hacer? ¿Vacilar? Si adquieres el hábito de hacer algo en un nivel físico, lo repetirás todas las veces hasta que te resuelvas a romperlo. Y lo mismo ocurre espiritualmente. Una y otra vez llegarás a la altura de lo que Jesucristo quiere, pero siempre vas a retroceder cuando llegue el momento de la verdad, hasta que tomes la determinación de rendirte a Dios en total sumisión. Sin embargo, somos propensos a decir: "Sí, pero, suponiendo que obedezco al Señor en este asunto, ¿qué pasaría con...?" O, "sí, obedeceré a Dios si lo que me dice me parece lógico, pero no me pidas que dé un paso en la oscuridad".

Jesucristo les exige a quienes confían en Él el mismo espíritu audaz y atrevido que manifiesta el hombre natural. Si una persona va a hacer algo que valga la pena, en ocasiones debe arriesgarlo todo dando un salto en la oscuridad. En el reino espiritual Jesucristo exige que arriesgues todo lo que apoyas por ser lógico y que saltes por la fe hacia lo que El te dice. Tan pronto obedeces, encuentras que sus palabras resultan tan sólidas como el sentido común.

Juzgadas de acuerdo con la lógica, las afirmaciones de Jesucristo parecerían una locura. Pero llévalas al tribunal de la fe y empezarás a descubrir con asombro que son las palabras mismas de Dios. Confía plenamente en Él y cuando te presente una nueva oportunidad de aventura, empréndela. Al enfrentar una crisis nos comportamos como los paganos; sólo uno entre mil es lo bastante osado como para poner su fe en el carácter de Dios.

 

Mayo 31

Dios primero

"Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos… pues él sabía lo que hay en el hombre",

Juan 2:24-25

Pon tu confianza primero en Dios. Nuestro Señor no confió en ningún ser humano. Sin embargo, nunca fue suspicaz ni amargado con nadie y jamás perdió la esperanza en ninguna persona. Esto se debió a que Él puso su confianza primero en Dios y confiaba en lo que la gracia divina podía hacer por cualquier hombre o mujer. Si yo confío primero en los seres humanos, terminaré perdiendo la esperanza en todas las personas. Me volveré amargado porque me empeño en que la gente sea lo que nadie podrá ser jamás: absolutamente recto. Nunca confíes en nada, sino en la gracia de Dios en ti o en cualquier otra persona.

Pon primero las "necesidades" de Dios. "He aquí, vengo, Dios, para hacer tu voluntad", Hebreos 10:9. Un hombre le rinde obediencia a lo que percibe como una necesidad; y la obediencia de nuestro Señor fue para la voluntad de su Padre. El desafío actual es: "Debemos trabajar; los impíos se están muriendo sin Dios, y debemos ir y hablarles de Él". Pero primero debemos asegurarnos de que las "necesidades" de Dios y su voluntad se estén satisfaciendo personalmente en nosotros. Jesús dijo: "quedaos... hasta que sean investidos de poder desde lo alto", Lucas 24:49. El propósito de nuestro entrenamiento cristiano es que nos relacionemos correctamente con las "necesidades" de Dios y su voluntad. Cuando sus "necesidades" para nosotros se satisfacen, Él abre el camino para que cumplamos su voluntad, es decir, para que suplamos sus "necesidades" en otro lugar.

Pon al hijo de Dios primero. "Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mi me recibe", Mateo 18:5. La confianza de Dios es que Él se da a sí mismo como un bebé. Él espera que mi vida personal sea un "Belén". ¿Estoy permitiendo que mi vida natural sea transformada gradualmente por la vida del Hijo de Dios en mí? La meta primordial de Dios es que su Hijo se manifieste en mi carne mortal.

 

José Mateus
zemateus@msn.com