Octubre 1
La cumbre de la exaltación

"Y los llevó aparte solos a un monte alto", Marcos 9:2

Todos hemos tenido un tiempo de exaltación en el monte, cuando vimos las circunstancias desde el punto de vista divino y quisimos quedarnos allí. Pero Dios nunca lo permitirá. La verdadera prueba de nuestra vida espiritual es tener la capacidad de descender. Si sólo tenemos poder para el ascenso, algo anda mal. Es maravilloso estar en el monte con Dios, pero una persona solo llega allí para luego bajar hasta el valle de los poseídos por el diablo y levantarlos. No fuimos hechos para los montes, los amaneceres o para otras atracciones hermosas de la vida, las cuales sólo sirven para los momentos de inspiración. Fuimos hechos para el valle y las circunstancias comunes de la vida. Es ahí donde debemos demostrar nuestro grado de resistencia y fortaleza. Sin embargo, por nuestro egoísmo espiritual siempre queremos momentos repetitivos en el monte. Nos parece que podríamos hablar y vivir como ángeles perfectos, si tan sólo pudiéramos permanecer en la cima. Esos momentos de exaltación son excepcionales y tienen un significado en nuestra comunión con Dios, pero debemos cuidarnos de que nuestro egoísmo espiritual quiera hacer de ellos el único momento.

Tenemos la tendencia a pensar que todo lo que sucede debe convertirse en una enseñanza útil, pero, en realidad, debe convertirse en carácter, lo cual es mejor que una enseñanza. La cima del monte no es para enseñarnos algo, sino para que seamos algo. Hay una trampa terrible detrás de la pregunta: "¿Para qué sirve esta experiencia?" Nunca podremos medir los asuntos espirituales de esta manera. Los momentos en la cima del monte son raros y tienen un propósito específico dentro de los planes de Dios.

 

Octubre 2
El valle de la humillación

"Si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos", Marcos 9:22

Después de todo tiempo de exaltación Dios nos lleva, en un repentino y precipitado descenso, hacia las circunstancias tal como son, donde no hay nada hermoso, poético ni emocionante. La altura de la cumbre se mide por la monotonía gris del valle, pero en él es donde debemos vivir para la gloria de Dios. En el monte vemos su gloria, pero allí nunca vivimos para su gloria. Es en el valle de la humillación donde comprendemos lo que verdaderamente valemos para Dios y donde se revela nuestra fidelidad. Debido al egoísmo natural de nuestros corazones, la mayoría de nosotros podemos hacer cosas si nos encontramos siempre en un nivel heroico. Pero Dios nos quiere en el nivel común y rutinario de todos los días, es decir, en el valle donde vivimos teniendo en cuenta nuestra relación personal con Él. Pedro pensó que sería magnífico permanecer en la cima; pero Jesucristo bajó a sus discípulos del monte al valle, donde les fue explicado el verdadero significado de la visión (ver Marcos 9:2-9,14-23).

"Si puedes hacer algo..." Se necesita el valle de la humillación para desarraigar de nosotros el escepticismo. Examina tus experiencias del pasado y descubrirás que sólo cuando aprendiste quién era Jesús dejaste de ser un astuto escéptico de su poder. En la cima podías creer cualquier cosa, pero ¿qué de las veces cuando tenías que enfrentar las realidades del valle? Quizá puedas dar testimonio de tu santificación, ¿pero qué dices de la situación que te humilla en este momento? La última vez que estuviste en el monte con Dios, comprendiste que todo poder en el cielo y en la tierra le pertenece a Jesús. ¿Serás escéptico ahora, simplemente porque estás en el valle de la humillación?

 

Octubre 3
El terreno de la ministración

"Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno", Marcos 9:29

"Sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera?", Marcos 9:28. La respuesta depende de la relación personal con Jesucristo. Este género con nada puede salir, sino con concentración y redoblada concentración en Él. Podemos quedarnos impotentes, como los discípulos, al tratar de realizar la obra de Dios sin una concentración en su poder, sino mediante las ideas que salen de nuestra propia naturaleza. Realmente lo deshonramos por nuestra misma ansia de trabajar para Él sin conocerlo.

Cuando enfrentas un caso difícil y nada sucede exteriormente, aún puedes saber que habrá libertad y alivio por tu continua concentración en Jesucristo. El deber tuyo en el servicio y en el ministerio es vigilar que no haya nada entre Jesús y tú. ¿Hay algo ahora? Si es así, debes superar ese obstáculo, no pasándolo por alto con irritación, o saltando por encima de él, sino enfrentándolo y atravesándolo en la presencia de Jesucristo. Entonces, ese problema y todo lo que hayas experimentado con relación a él, glorificará al Señor de una manera que sólo conocerás cuando lo veas cara a cara.

Debemos ser capaces de levantar alas como las águilas, pero también debemos saber cómo descender. El poder del creyente consiste en bajar y saber vivir en el valle. Pablo dijo: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece", Filipenses 4:13. Las situaciones a que se refería eran en su mayoría humillantes. Sin embargo, tenemos la facultad de rehusar la humillación, diciendo: "No, gracias, me gusta mucho más estar en la cima con Dios". ¿Puedo enfrentar las circunstancias como realmente son a la luz de Jesucristo? ¿O las situaciones tal como son destruirán mi fe en Él y me llenarán de pánico?

 

Octubre 4
La visión y la verdad

"Llamados a ser santos", 1 Corintios 1:2

Da gracias a Dios porque puedes ver todo lo que aún no haz llegado a ser. Haz tenido la visión, pero de ninguna manera haz alcanzado la realidad todavía. Es cuando estamos en el valle que la mayoría de nosotros retrocede y donde comprobamos si seremos elegidos. Nosotros no estamos muy bien preparados para los golpes y moretones que han de venir, si vamos a ser transformados de acuerdo con la visión. Hemos visto lo que no somos y lo que Dios quiere que seamos, pero ¿estamos dispuestos a ser golpeados para que la visión sea moldeada y podamos ser utilizados por Dios? Los golpes siempre vienen de una manera ordinaria y por medio de gente común y corriente.

En ocasiones no sabemos cuál es el propósito de Dios. Permitir que la visión se convierta en parte de mi carácter real depende de mi, no de Él. Si preferimos descansar en la cima y vivir del recuerdo de la visión, no seremos de ninguna utilidad en los asuntos ordinarios que conforman la vida humana. Debemos aprender a vivir confiando en la visión, no en un éxtasis o en una contemplación consciente de Dios. Esto implica vivir las realidades de nuestra vida a la luz de la visión, hasta que la verdad de la visión se cumpla en nosotros. Toda nuestra preparación se encamina hacia esa dirección. Aprende a agradecer a Dios por permitirte conocer sus exigencias.

Nuestro pequeño "yo soy" siempre se irrita cuando Dios dice: Haz. Deja que tu pequeño "yo soy" se marchite y se seque bajo la indignación de Dios: "'Yo soy el que soy' te ha enviado", Éxodo 3:14. Él debe dominar. ¿No es algo muy contundente comprender que Dios no sólo conoce dónde vivimos, sino también los escondrijos donde nos metemos? Él nos descubrirá tan rápido como un rayo. Nadie conoce a los seres humanos como Dios.

 

Octubre 5
La predisposición a la degeneración

"Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron", Romanos 5:12

La Biblia no dice que Dios castigó a la raza humana por el pecado de un hombre, sino que la naturaleza del pecado, es decir, la atribución de tener derecho sobre mí mismo, entró en la raza humana por un hombre. Pero, también dice que otro Hombre tomó sobre sí el pecado de la humanidad y lo quitó (ver Hebreos 9:26). Esta es una revelación infinitamente más profunda. La naturaleza del pecado no es la inmoralidad, o hacer lo malo, sino la naturaleza de la autorrealización que nos lleva a decir: "Yo soy mi propio dios". Esta naturaleza se puede manifestar en una decorosa moralidad o en una indecente inmoralidad, pero siempre tiene la misma base, la cual es la atribución del derecho sobre mí mismo. Cuando nuestro Señor enfrento a personas que poseían todas las fuerzas del mal y a personas de vida limpia, moral y recta, no prestó ninguna atención a la degradación moral de los unos ni a los logros morales de los otros. Él vio lo que nosotros no vemos: la naturaleza del hombre.

El pecado es algo con lo que nací y que está fuera de mi alcance. Solo Dios lo puede alcanzar mediante la redención. En la cruz de Jesucristo, Él redimió a toda la raza humana de la condenación que merecía debido a la herencia del pecado. En ningún caso Dios hace responsable a una persona por haber heredado el pecado y tampoco condena a nadie por esa causa. La condenación viene cuando comprendo que Jesucristo vino a librarme del pecado y me niego a dejar que lo haga. Es en ese momento cuando obtengo el sello de la condenación. Y esta es la condenación (el momento crítico): "la luz vino al mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz", Juan 3:19.

 

Octubre 6
Una nueva inclinación

"Cuando agradó a Dios... revelar a su Hijo en mí", Gálatas 1:15-16

¿Cuál es el problema al que se enfrenta Jesucristo si me va a regenerar? Poseo una herencia ante la cual no tengo nada que decir o decidir. No soy santo, ni es posible que lo sea y si lo único que Jesucristo puede hacer es decirme que debo ser santo, su enseñanza sólo me lleva a la desesperación. Pero, si Él es verdaderamente un "regenerador", la persona que me puede impartir su propia herencia de santidad, entonces empiezo a comprender lo que quiere decir cuando afirma que debo ser santo. La redención implica que Jesucristo puede heredarle a cualquiera la naturaleza que estaba en Él y todas las normas que nos da se basan en esa naturaleza. Su enseñanza es para la vida que Él pone dentro de nosotros. La acción apropiada de mi parte es sencillamente estar de acuerdo con el veredicto de Dios sobre el pecado en cuanto a que ya fue juzgado en la cruz de Jesucristo.

Lo que nos enseña el Nuevo Testamento sobre la regeneración es que cuando una persona ha sido tocada por la conciencia de su necesidad, Dios impartirá el Espíritu Santo al espíritu humano, el cual será vivificado por el Espíritu del Hijo de Dios "hasta que Cristo sea formado en vosotros", Gálatas 4:19. El milagro moral de la redención es que Dios me puede infundir una nueva naturaleza por medio de la cual puedo vivir una vida completamente nueva. Cuando, por fin, mi necesidad toca fondo y conozco mis propias limitaciones, Jesús dice: Bienaventurado. Pero debo llegar a ese punto. Dios no puede poner en mí, un ser con responsabilidad moral, la naturaleza de Jesucristo, si no soy consciente de que la necesito.

Así como la naturaleza pecaminosa entró en la humanidad por un hombre, también el Espíritu Santo entró en la raza humana por otro Hombre (ver Romanos 5:12-19). La redención significa que puedo ser libre de la herencia del pecado y que por medio de Jesucristo puedo recibir una herencia pura e inmaculada, es decir, el Espíritu Santo.

 

Octubre 7
La reconciliación

"El que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros seamos justicia de Dios en Él", 2 Corintios 5:21

El pecado es un vínculo fundamental. No es hacer lo malo, sino ser malo; una deliberada y decidida independencia de Dios. La fe cristiana lo basa todo en la extrema y categórica naturaleza pecaminosa. Otras creencias se ocupan de los pecados; pero solamente la Biblia se ocupa del pecado. Lo primero que Jesucristo enfrentó en la gente fue la herencia pecaminosa. Y como esto lo hemos pasado por alto en nuestra predicación, el mensaje del Evangelio ha perdido su aguijón y su poder explosivo.

La verdad revelada de la Biblia no es que Jesucristo tomó sobre sí los pecados de nuestra carne, sino la herencia pecaminosa, la cual ningún hombre puede siquiera tocar. Dios "hizo pecado" a su propio Hijo para poder hacer del pecador un santo. A lo largo de toda la Biblia se revela que nuestro Señor tomó sobre sí el pecado del mundo porque se identificó con nosotros y no porque simpatizó con nosotros. Él deliberadamente cargó sobre sus hombros y llevó en su cuerpo todo el pecado acumulado de la raza humana. Al que no conoció pecado, por nosotros se hizo pecado. Y de esta manera colocó a todos los hombres sobre la única base de la redención. Jesucristo reconcilió a la humanidad, poniéndola de nuevo donde Dios había planeado que estuviera. Y ahora cualquiera puede experimentar esa reconciliación, pues es llevado a una unión con Dios sobre la base de lo que nuestro Señor hizo en la cruz.

Un hombre no puede redimirse a sí mismo. La redención es la obra absolutamente terminada y completa de Dios, y su aplicación en las personas depende de la acción individual, de la respuesta de cada uno. Siempre debemos distinguir entre la verdad revelada de la redención y la experiencia consciente de la salvación que vive una persona.

 

Octubre 8
La exclusividad de Cristo

"Venid a mí...", Mateo 11:28

¿No es humillante que nos digan que debemos ir a Jesús? Pensemos en las circunstancias por las que no queremos acudir a Él. Si quieres saber cuan auténtico eres, pruébate con las palabras: "Venid a mí". En cada punto en el que no seas auténtico, discutirás antes que ir, buscarás evasivas antes que ir, te someterás al dolor antes que ir y harás cualquier cosa antes que transitar el último trecho de ese camino de aparente e inexpresable locura, para decir: "Vengo tal como soy". Incluso hasta la más insignificante medida de irrespeto espiritual siempre se hará evidente porque estás esperando que Dios te pida hacer algo muy grande, cuando todo lo que te está diciendo es: "Venid".

"Venid a mí..." Cuando oigas estas palabras, sabrás que algo te sucederá antes de que puedas ir a Él. El Espíritu Santo te mostrará todo lo que debes hacer y lo que sea necesario para desarraigar lo que te está impidiendo ir a Jesús. Nunca podrás avanzar, si no estás dispuesto a hacerlo. El Espíritu Santo sacará a la luz esa fortaleza inexpugnable que hay en ti, únicamente cuando estés dispuesto a permitírselo.

Muchas veces te has acercado a Dios con tus peticiones y te has ido pensando: "¡Esta vez realmente conseguí lo que quería!" Y sin embargo, te has ido sin nada, mientras todo el tiempo Dios ha estado con las manos extendidas, no solo para recibirte, sino también para que tu lo recibas a Él. Piensa en la invencible e incansable paciencia de Jesús quien amorosamente te dice: Venid a mí.

 

Octubre 9
¡Recobra la compostura!

"Presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos", Romanos 6:13

No puedo salvarme y santificarme a mí mismo; no puedo ofrecer una expiación por el pecado; no puedo redimir al mundo; no puedo volver bueno lo malo, purificar lo impuro o santificar lo pecaminoso. Todo esto hace parte de la obra soberana de Dios. ¿Tengo fe en lo que hizo Jesucristo? Él ha llevado a cabo una perfecta expiación. ¿He adquirido el hábito de hacerme consciente de ello todo el tiempo? Nuestra mayor necesidad no es hacer cosas, sino creer cosas. La redención de Cristo no es una experiencia; es el gran acto que Dios realizó por medio de Cristo, en el cual yo debo edificar mi fe. Si la edifico sobre mi propia experiencia, adopto un estilo de vida muy contrario a las Escrituras, viviendo aislado y con mis ojos puestos únicamente en mi santidad. Cuídate de la piedad que no está fundamentada en la expiación de nuestro Señor porque sólo sirve para generar una vida aislada. Es inútil para Dios y un estorbo para los hombres. Mide todas las experiencias que tengas con la medida que es el mismo Señor. No podemos hacer nada que le agrade a Dios, si no lo edificamos deliberadamente sobre el fundamento de la expiación de Cristo en la cruz.

La expiación debe manifestarse de una manera práctica y modesta en mi vida. Cada vez que obedezco, la absoluta Deidad del Señor está a mi favor, de modo que su gracia y mi obediencia natural están en perfecta armonía. Como la obediencia implica que he confiado totalmente en la expiación, cuando obedezco me encuentro de inmediato con el gozo sobrenatural de la gracia de Dios.

Guárdate de la piedad humana que niega la realidad de la vida natural; es un engaño. Sométete continuamente a la prueba de la expiación y hazte la pregunta: ¿Dónde está el discernimiento de la expiación en esto y aquello?

 

Octubre 10
¿Cómo lo sabré?

"Respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre... porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos y las revelaste a los niños", Mateo 11:25

No crecemos paso a paso en una relación espiritual; la tenemos o no la tenemos. Dios no nos limpia más y más del pecado, sino que, si andamos en la luz, somos limpios de todo pecado. Es cuestión de obedecer. Y una vez que lo hacemos, la relación se perfecciona en seguida. Pero si dejamos de obedecer siquiera por un instante, inmediatamente la oscuridad y la muerte empiezan a obrar.

Todas las verdades reveladas de Dios permanecen selladas hasta cuando se abren para nosotros por medio de la obediencia. Nunca podrás descubrirlas con la filosofía o la meditación. Tan pronto obedeces, un rayo de luz aparece. Deja que la verdad de Dios actúe en ti sumergiéndote en ella y no preocupándote por ella. Sólo la puedes conocer si dejas de intentar descubrirla y naces de nuevo. Obedece a Dios en lo que te muestre e inmediatamente te revelará la siguiente verdad. Podrías leer volúmenes enteros acerca de la obra del Espíritu Santo, cuando cinco minutos de obediencia inmediata y diligente harían que todo fuera tan claro como la luz del sol. No digas: "¡Supongo que algún día comprenderé estas cosas!" Puedes entenderlas ahora. Y no es el estudio el que te da entendimiento, sino el obedecer. La más mínima obediencia abre los cielos para que las verdades más profundas de Dios sean tuyas en seguida. Pero Dios solamente te revelará más verdades acerca de Él, cuando hayas obedecido lo que ya conoces. Ten cuidado de creerte uno de los "sabios y entendidos".

 

Octubre 11
¿Qué, después del silencio de Dios?

"Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba", Juan 11:6

¿Te ha confiado Dios uno de sus silencios, un silencio que está lleno de significado? Los silencios de Dios son sus respuestas. ¡Solo piensa en esos días de absoluto silencio en la casa de Betania! (ver Juan 11:1-23) ¿Hay en tu vida algo comparable a esos días? ¿Puede Dios confiar en ti de esa manera, o aún estás pidiendo una respuesta visible? Dios te dará las bendiciones que pidas si no avanzas un paso más sin ellas, pero su silencio indica que te está llevando a una maravillosa comprensión de sí mismo. ¿Te estás lamentando ante Él porque no has tenido una respuesta audible? Cuando no lo puedas oír, hallarás que ha confiado en ti de la manera más íntima posible, con un silencio absoluto. No un silencio desesperado, sino grato, porque vio que podías soportar una revelación aun mayor. Si Dios te ha contestado con su silencio, alábalo, porque te está introduciendo en el gran caudal de sus propósitos. La manifestación real de su respuesta, en el tiempo, es un asunto de su soberanía. El tiempo no significa nada para Él. Es posible que por algún tiempo hayas dicho: "Le pedí a Dios un pan y me dio una piedra". No es así y hoy descubres que te dio el pan de vida (ver Juan 6:35).

Un aspecto maravilloso acerca del silencio de Dios es que su quietud te contagia y adquieres una confianza plena, de modo que puedas decir: "Sé que Dios me ha oído". Su silencio es la prueba de que lo ha hecho. Mientras tengas la idea de que Dios te bendecirá en respuesta a la oración, Él lo hará, pero nunca te dará la gracia de su silencio. Si Jesucristo te está llevando a comprender que la oración tiene el propósito de glorificar a su Padre, entonces la primera señal que te dará de su intimidad es el silencio.

 

Octubre 12
Acomodándose al paso de Dios

"Caminó, pues, Enoc con Dios... ", Génesis 5:24

La verdadera prueba de la vida espiritual de una persona y de su carácter no es lo que hace en los tiempos excepcionales de su vida, sino lo que hace en los tiempos comunes y corrientes, cuando no ocurre nada asombroso ni excitante. El valor de una persona se revela por su actitud hacia lo común, cuando no se encuentra delante de las luces del teatro (ver Juan 1:35-37). Acomodarse y mantenerse al paso de Dios es un asunto doloroso que implica recobrar energías espirituales. Al aprender a caminar con Él, siempre tenemos la dificultad de acomodarnos a su paso. Pero cuando por fin lo logramos, la única característica evidente es su vida. El individuo desaparece por su unión personal con el Señor y sólo se manifiestan el paso y el poder de Dios.

Es difícil ajustamos al ritmo de Dios, porque cuando comenzamos a caminar con Él, encontramos que antes de haber dado tres pasos Él ya se nos ha adelantado. Como Dios tiene diferentes formas de hacer las cosas, debemos entrenarnos y disciplinarnos en sus métodos. Se dijo de Jesús: "No se cansara ni desmayara", Isaías 42:4, porque nunca actuó según su propio punto de vista, sino siempre de acuerdo con la perspectivas de su Padre. Nosotros debemos aprender a hacer lo mismo. La verdadera espiritualidad se aprende por el ambiente que nos rodea, no por el razonamiento. El Espíritu de Dios cambia la atmósfera de nuestra forma de mirar las circunstancias y éstas comienzan a ser posibles como nunca antes. Acomodarse al paso de Dios significa estar unidos con Él y nada menos que eso. Aunque alcanzarlo toma mucho tiempo, persevera en ello. No te desanimes debido a que el dolor es agudo en este momento. Persevera y pronto hallarás que tienes una nueva visión y un nuevo propósito.

 

Octubre 13

Desánimo individual y crecimiento personal

"Crecido ya Moisés, salió a visitar a sus hermanos. Los vio en sus duras tareas", Éxodo 2:11

Al ver Moisés la opresión de su pueblo, se convenció de que era él quien debía librarlo y con la justa indignación de su propio espíritu, empezó a corregir sus males. Pero después de que Moisés dio el primer golpe a favor de Dios y de la justicia, Él permitió que se desanimara por completo y lo envió al desierto a apacentar ovejas por 40 años. Al finalizar ese tiempo, Dios se le apareció y le dijo que fuera y sacara a su pueblo. Pero Moisés respondió: "¿Quién soy yo para que vaya...?" Éxodo 3:10-11. Inicialmente Moisés comprendió que él libertaría al pueblo, pero primero necesitaba ser entrenado y disciplinado por Dios. En el aspecto individual tenía razón, pero no sería la persona indicada para esa obra hasta que hubiera aprendido a tener verdadera comunión y unidad con Dios.

Podemos tener la visión de Dios y una comprensión muy clara de lo que Él quiere y, sin embargo, cuando comenzamos a trabajar surge algo equivalente a los 40 años de Moisés en el desierto. Es como si Dios lo hubiera olvidado todo y cuando estamos completamente desanimados, Él renueva su llamamiento y entonces empezamos a temblar y a decir: "¿Quién soy yo para que vaya...?" Debemos aprender que el primer gran paso de Dios se resume en estas palabras: "'Yo soy el que soy' me envió a vosotros", ver Éxodo 3:14. Debemos aprender, también, que nuestros esfuerzos individuales para Dios son una falta de respeto. Nuestra individualidad debe resplandecer por medio de una relación personal con Él (ver Mateo 3:17). Nos fijamos en la perspectiva individual de las cosas; tenemos la visión y podemos decir: "Sé que esto es lo que Dios quiere que haga"; pero no hemos aprendido a acomodarnos al paso de Él.

Si estás enfrentando un tiempo de desánimo, hay otro de gran crecimiento personal más adelante.

 

Octubre 14
La clave para el misionero

"Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones", Mateo 28:18-20

La clave para la obra del misionero es la autoridad de Jesucristo, no la necesidad de los perdidos. Tenemos la inclinación a considerar al Señor como nuestro asistente en las actividades que emprendemos para Dios. Pero Él se declara como el absoluto, soberano y supremo Señor sobre sus discípulos. No dice que los perdidos se condenarán si no vamos. Dice sencillamente: "Por tanto, id y haced discípulos de todas las naciones". Dice: "Id, apoyados en la verdad revelada de mi soberanía; enseñen y prediquen basados en la experiencia viva que han tenido conmigo".

"Pero los once discípulos se fueron... al monte donde Jesús les había ordenado", Mateo 28:16. Si quiero conocer la soberanía universal de Cristo, debo conocerlo a Él personalmente. Debo tomar tiempo para adorar al Ser cuyo nombre llevo. Jesús dice: "Venid a mí" y ese es el punto de encuentro con Él. ¿Estás trabajado y cargado? ¡Muchos misioneros lo están! Pasamos completamente por alto estas maravillosas palabras del Soberano universal, pero son las palabras de Jesús para sus discípulos aquí y ahora.

"Por tanto, id". Ir simplemente quiere decir vivir. Hechos 1:8 es la descripción sobre cómo ir. Jesús no dijo en este versículo: "Id a Jerusalén, a Judea y a Samaria", sino "Me seréis testigos en todos estos lugares". Él se hace cargo del trabajo de enviarnos.

"Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros", Juan 15:7. Esta es la manera de seguir andando. Es indiferente dónde nos coloca, porque en su soberanía Dios dispone nuestras "idas".

"Pero de ninguna cosa hago caso ni estimo preciosa mi vida para mi mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo y el ministerio que recibí del Señor", Hechos 20:24. Esa es la manera de seguir andando hasta que nos vayamos de esta vida.

 

Octubre 15
La clave del mensaje misionero

"Él es la propiciación por nuestros pecados y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo", 1 Juan 2:2

La clave del mensaje misionero es la propiciación de Jesucristo, su sacrificio por nosotros que satisfizo completamente la ira de Dios. Observa cualquier otro aspecto de la obra de Cristo, como la cura, la salvación o la santificación y verás que no tiene nada de ilimitado. Pero, ¡el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!, eso sí es ilimitado. El mensaje misionero se basa en la importancia ilimitada de Jesucristo como la propiciación por nuestros pecados y un misionero es alguien que está empapado de la verdad de esa revelación.

La verdadera clave del mensaje misionero es el aspecto "remisorio" de la vida de Cristo; no su benevolencia ni su bondad y ni siquiera su revelación de la paternidad de Dios. El más grande mensaje y de ilimitada importancia, es la proclamación de que Él es la propiciación por nuestros pecados. El mensaje misionero no es nacionalista, no distingue naciones e individuos, porque es para todo el mundo. Cuando el Espíritu Santo vino a mi vida, no consideró mis prejuicios o predilecciones; sencillamente me unió al Señor Jesús.

Un misionero es alguien que está comprometido, como en un matrimonio, con la misión y el propósito dados por su Señor y Maestro. No tiene que proclamar su propio punto de vista, sino al Cordero de Dios. Pero es más fácil pertenecer a un grupo que simplemente cuenta lo que Jesucristo hizo por mí, o volverse un devoto de la sanidad divina o de cierto tipo especial de santificación, o del bautismo del Espíritu Santo. Pablo no dijo: "¡Ay de mí si no anunciara lo que Cristo hizo por mí!", sino: "¡Ay de mí si no anunciara el evangelio!" 1 Corintios 9:16. El mensaje del Evangelio es: "¡El Cordero de Dios quita el pecado del mundo!"

 

Octubre 16
La clave de las órdenes del Maestro

"Rogad, pues, al Señor de la mies, que envié obreros a su mies", Mateo 9:38

La clave para el problema misionero está en las manos de Dios. Esa clave es la oración, no el trabajo; es decir, no el trabajo como se entiende popularmente hoy, porque puede implicar una evasión de nuestra concentración en Dios. La clave para la difícil tarea del misionero no es el sentido común, la medicina, civilizarse o educarse y ni siquiera la evangelización. La clave es seguir las órdenes del Maestro; es la oración. "Rogad, pues, al Señor de la mies". Naturalmente, la oración no es práctica, es absurda. Debemos comprender que desde el punto de vista del sentido común orar es una necedad.

Desde la perspectiva de Jesucristo no existen naciones, solamente el mundo. ¿Cuántos de nosotros oramos sin hacer acepción de personas, excepto una: Jesucristo? Él es el dueño de la cosecha producida por la zozobra y la convicción de pecado. Y esta es la mies por la cual debemos orar para que se envíen obreros segadores. Estamos muy ocupados con el trabajo, mientras las personas a nuestro alrededor están maduras y listas para cosechar. Pero no cosechamos ni una sola, sino que perdemos el tiempo de nuestro Señor en intensas actividades y programas. Imagínate que a tu padre o a tu hermano le sobrevenga una crisis. ¿Estarás allí como un obrero que segará la cosecha para Jesucristo? O tu respuesta sería: "¡Ay, pero debo realizar un trabajo especial!" Ningún cristiano tiene un trabajo especial que llevar acabo, porque el llamado a pertenecer a Jesucristo, a ser una persona que no es mayor que su Señor y que nunca le dicta a Él lo que tiene que hacer. El Señor no nos llama a un trabajo especial. Nos llama a Él mismo. Rogad, pues al Señor de la mies y Él aparejará tus circunstancias para enviarte como su obrero.

 

Octubre 17

Mayores obras

"De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él también las hará; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre", Juan 14:12

La oración no nos capacita para las obras mayores. Orar es la mayor obra. Sin embargo, consideramos la oración como un ejercicio racional de nuestros más elevados poderes con el fin de prepararnos para la obra de Dios. En las enseñanzas de Jesucristo, la oración es la obra que operó el milagro de la redención en mí, el cual reproduce el milagro de la redención en otras personas, por el poder de Dios. El fruto permanece firme por la oración, pero recuerda que ella se basa en la agonía redentora de Cristo, no en tu propia agonía. Debo ir a Dios como su hijo, como un niño, porque sólo un niño obtiene la respuesta a su oración; un hombre "sabio", no (ver Mateo 11:25).

Sin importar dónde te encuentres, orar es batallar. Cualesquiera sean las circunstancias que Dios disponga, tu deber es orar. Nunca toleres este pensamiento: "No soy de ninguna utilidad donde estoy", porque ciertamente no puedes ser útil donde todavía no estás. Debes orar a Dios todo el tiempo en cualquier lugar y circunstancia que Él te haya puesto. Dios promete: "Todo lo que pidáis al padre en mi nombre, lo haré", Juan 14:13. Pero no queremos orar, a menos que sintamos una gran emoción. Esa es la forma más intensa de egoísmo espiritual. Debemos aprender a obrar de acuerdo con la dirección de Dios y Él nos dice que oremos. "Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies", Mateo 9:38.

En el trabajo de un obrero no hay nada de emocionante, pero es el quien hace posibles las ideas del genio. Y es el obrero creyente el que hace posibles las ideas de su Maestro. Cuando trabajas en oración, desde el punto de vista divino, hay resultados todo el tiempo. ¡Qué sorpresa será para ti cuando se levante el velo y veas a todas las personas que cosechaste! Y todo porque te has acostumbrado a recibir las órdenes de Jesucristo.

 

Octubre 18
La clave para la devoción del misionero

"Pues ellos salieron por amor del nombre de Él", 3 Juan 7

Nuestro Señor nos ha hablado sobre como el amor hacia Él se debe hacer manifiesto. "¿Me quieres? Apacienta mis ovejas", ver Juan 21:17. En verdad, dijo: "Identifícate con mis intereses en otras personas"; y no: "Identifícame a mí con tus intereses en otras personas". 1 Corintios 13:4-8 nos muestra las características de este amor. En realidad, se trata de la manifestación del amor de Dios. La verdadera prueba de mi amor por Jesús es de tipo práctico; todo lo demás es pura palabrería emocional.

La fidelidad a Jesucristo es producto de la obra sobrenatural de redención que efectúa en mí el Espíritu. "El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado", Romanos 5:5, y ese amor actúa eficazmente por medio de mí cuando entro en contacto con todas las personas que me encuentro. Yo permanezco fiel a su nombre, aunque todo hecho racional aparentemente lo desmienta y declare que Él no tiene más poder que la neblina matutina.

La clave para la devoción del misionero es que no se apegue a nada ni a nadie que no sea nuestro Señor. Esto significa simplemente que nos separamos de las cosas externas que nos rodean. El Señor anduvo de una manera notable en medio de las circunstancias ordinarias de la vida. Pero interiormente estaba separado de todo, excepto de Dios. Con frecuencia el desprendimiento externo indica un apego interno secreto y creciente hacia aquello de lo cual nos separamos exteriormente.

El deber de un misionero fiel consiste en mantener su alma abierta a la naturaleza del Señor Jesucristo y concentrada en ella. Los hombres y las mujeres que nuestro Señor envía para llevar a cabo sus empresas son comunes, muy humanos, pero controlados por la devoción a Él que produce el Espíritu Santo.

 

Octubre 19
El secreto que se ha pasado por alto

"Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo", Juan 18:36

El gran enemigo del Señor Jesucristo en la actualidad es el concepto del trabajo práctico que no se basa en el Nuevo Testamento, sino en los sistemas del mundo. En ellos se enfatizan la energía y las innumerables actividades, pero sin una vida privada con Dios. Se hace énfasis en los elementos equivocados. Jesús dijo: "El reino de Dios no vendrá con advertencia... porque el reino de Dios esta entre vosotros, oculto", Lucas 17:20-21. Un obrero cristiano activo muchas veces vive para que los demás lo vean, aunque el área más recóndita y personal es la que revela el poder de la vida de una persona.

Debemos deshacernos de la plaga espiritual de esta época religiosa en la que vivimos. En la vida de nuestro Señor no hubo nada de la presión, el afán, la enorme actividad que actualmente estimamos tanto y un discípulo debe ser como su Maestro. El aspecto central del reino de Jesucristo es la relación personal con Él, no la utilidad pública para otros.

Las actividades prácticas no son la fortaleza de este seminario de preparación bíblica. Toda su fuerza descansa en que aquí ustedes se sumergen en las verdades de Dios para que se empapen de ellas delante de Él. No tienen la menor idea sobre cómo el Señor dispondrá sus circunstancias futuras, ningún conocimiento de las presiones y tensiones a las cuales se someterán en este país o en el extranjero. Y si pierden su tiempo en demasiadas actividades, en lugar de sumergirse en las grandes verdades fundamentales de la redención divina, serán quebrantados cuando lleguen la tensión y la presión. Pero si este tiempo de saturación ante Dios se emplea para fundamentarse y profundizar en Él, aunque parezca impráctico, permanecerán fieles a Él pase lo que pase.

 

Octubre 20
¿Es la voluntad de Dios mi voluntad?

"La voluntad de Dios es vuestra santificación", 1 Tesalonicenses 4:3

El problema no es si Dios está dispuesto a santificarme, sino más bien si es mi voluntad. ¿Estoy dispuesto a permitir que Dios haga en mí todo lo que es posible por medio de la expiación de Cristo en la cruz? ¿Estoy dispuesto a que Jesús se haga para mí santificación y a dejar que su vida se manifieste en mi carne humana? (Ver 1 Corintios 1:30). Cuídate de decir: "Oh, anhelo ser santificado". No, no lo deseas realmente. Deja de anhelarlo y conviértelo en un asunto de acción. Recibe a Jesucristo con una fe absoluta e incuestionable para que Él se convierta en tu santificación y el gran milagro de su expiación será real en tu vida.

Todo lo que Jesús hizo posible se ha vuelto mío por el regalo libre y amoroso de Dios que se fundamenta en lo que Él hizo. Y, entonces, mi actitud al ser una persona salva y santificada es de profunda y humilde santidad (no existe la santidad altiva); una santidad basada en un agónico arrepentimiento, en un sentido de inexpresable vergüenza y degradación y, también, en la asombrosa comprensión de que el amor de Dios se manifestó, aunque Él no me importaba en lo absoluto (ver Romanos 5:8). Él acabó toda la obra para que yo obtuviera mi salvación y santificación. No debemos asombrarnos, entonces, de que Pablo dijera que nada nos podrá "separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro", Romanos 8:39.

La santificación me hace uno con Jesucristo y, en Él, uno con Dios. Esto es una realidad únicamente por la grandiosa expiación de Cristo. Nunca confundas la causa con el efecto. El efecto en mí es obediencia, servicio y oración, los cuales son resultado de la inexpresable gratitud y adoración por la milagrosa santificación que se operó en mí gracias a la expiación de Cristo.

 

Octubre 21
Dirigidos por el impulso

"Pues, vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe", Judas 20

En nuestro Señor no hubo nada de la naturaleza impulsiva o irreflexiva, solo una tranquila fortaleza que nunca se hundió en el pánico. La mayoría de nosotros desarrollamos el cristianismo según la línea de nuestra propia naturaleza y no según la naturaleza de Dios. La impulsividad es un rasgo de la vida natural, pero debido a que obstaculiza el desarrollo de la vida del discípulo, el Señor siempre la pasó por alto. Observa cómo el Espíritu de Dios refrena la impulsividad al concientizarnos repentinamente de nuestra insensatez, lo cual hace que de inmediato deseemos justificarnos. La impulsividad no está mal en un niño, pero es desastrosa en un adulto, hombre o mujer. Un adulto impulsivo siempre es una persona inmadura. La impulsividad tiene que ser encaminada hacia la intuición mediante la disciplina.

El discipulado se basa completamente en la gracia sobrenatural de Dios. Andar sobre las aguas es fácil para alguien que tiene una audacia impulsiva, pero caminar sobre la tierra como un discípulo de Jesucristo es algo muy diferente. Pedro caminó sobre el agua para ir hasta Jesús, pero lo siguió de lejos sobre la tierra (ver Marcos 14:54). No necesitamos la gracia de Dios para soportar las crisis. La naturaleza humana y el orgullo son suficientes para enfrentar magníficamente la presión y la tensión. Pero se requiere la gracia sobrenatural de Dios para vivir las 24 horas de cada día como un santo, para efectuar las tareas ordinarias y monótonas y para vivir una existencia sencilla, anónima e ignorada como discípulo de Jesús. La idea de que debemos realizar obras excepcionales para Dios es innata, pero no tenemos que hacerlas. Debemos ser excepcionales en las actividades sencillas de la vida y santos en medio de las calles sórdidas y la gente mezquina. Sin embargo, esto no se aprende en cinco minutos.

 

Octubre 22

El testimonio del Espíritu

"El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu", Romanos 8:16

Cuando nos acercamos a Dios, corremos el peligro de ir con una actitud negociadora para hacer trueques con Él. Queremos el testimonio del Espíritu antes de haber obedecido lo que el Señor nos ordena. Entonces, nos preguntamos: "¿Por qué Dios no se me revela?" No puede. Él quiere hacerlo, pero no puede porque tú se lo estas impidiendo al no rendirte por completo a Él. Tan pronto lo hagas, Dios te dará el testimonio de sí mismo. Él no puede testificarte a ti, pero le da testimonio inmediato a su propia naturaleza cuando ella se encuentra en ti. Si tuvieras el testimonio antes que la realidad, todo terminaría en un estado emocional. Pero cuando actúas fundamentado en la redención y desistes de la impertinente costumbre de discutirle, Él de inmediato te da el testimonio. En cuanto renuncias a tus razonamientos y argumentos, Él da testimonio de lo que ha hecho y tú te asombras de cuán irrespetuoso fuiste al haberlo hecho esperar. Si tienes dudas en cuanto a que Dios te pueda liberar del pecado, permítele que lo haga o dile que no puede. No cites a esta o aquella persona, simplemente obedece a las palabras de Mateo 11:28: "Venid a mí". Ven si estás trabajado y cargado; y pide, si sabes que eres malo (ver Lucas 11:9-13).

El Espíritu de Dios solo da testimonio de la redención de nuestro Señor. No le puede testificar a nuestra razón. Somos propensos a confundir el testimonio del Espíritu con la simplicidad que se origina en las decisiones de nuestro sentido común. Pero el Espíritu solo testifica de la obra de la redención y lo hace únicamente a su propia naturaleza, nunca a la razón. Si estamos tratando de que le dé testimonio a nuestra razón, no es de extrañar que estemos en oscuridad e incertidumbre. Échalo todo por la borda, confía en Él y Él te dará el testimonio del Espíritu.

 

Octubre 23

¡En lo más mínimo!

"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas", 2 Corintios 5:17

El Señor nunca tolera nuestros prejuicios; se opone decididamente a ellos y los hace morir. Creemos que Dios tiene un interés especial en nuestros prejuicios particulares. Estamos bien seguros de que nunca tratará con nosotros como tiene que hacerlo con las otras personas. Incluso nos decimos a nosotros mismos: "Dios debe tratar con los demás de una manera muy estricta, pero naturalmente Él sabe que mis prejuicios son correctos". ¡Debemos aprender que Dios no los acepta en lo más mínimo! En lugar de estar a favor de nuestros prejuicios, nos está limpiando de ellos de manera deliberada. Parte de nuestra educación moral consiste en ver morir nuestros prejuicios por el poder de Dios y observar el modo en que Él lo hace. Dios no honra nada de lo que le traemos y lo único que quiere de nosotros es la rendición incondicional.

Cuando nacemos de nuevo, lo que en realidad sucede es que el Espíritu Santo empieza el proceso de su nueva creación en nosotros, hasta que no quede nada de la vida vieja. Desaparecen nuestra antigua y triste perspectiva y la vieja actitud hacia lo material, "porque todo esto proviene de Dios", 2 Corintios 5:18. ¿Cómo vamos a obtener una vida sin ninguna concupiscencia, sin intereses personales y que no sea susceptible a las burlas de los demás? ¿Cómo conseguiremos la clase de amor que es benigno, que no hace nada indebido y que no busca lo suyo? La única manera es que no conservemos nada de la vida vieja y que tengamos una sencilla y perfecta confianza en Dios. Una confianza tal que ya no deseemos más sus bendiciones, sino sólo a Él mismo. ¿Hemos llegado a un punto en el que Dios puede retirarnos sus bendiciones sin que nuestra confianza en Él se afecte? Una vez que veamos a Dios en acción, nunca nos preocuparemos por lo que suceda, porque realmente estaremos confiados en nuestro Padre Celestial a quien el mundo no puede ver.

 

Octubre 24
El punto de vista

"Pero gracias a Dios, que nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús", 2 Corintios 2:14

El punto de vista de un siervo de Dios siempre debe ser lo máximo y no simplemente estar tan cerca de lo máximo como pueda. Esfuérzate en mantener el punto de vista de Dios y recuerda que esto se debe hacer todos los días, de manera gradual. No pienses en un infinito. Ningún poder externo puede tocar ese punto de vista.

La perspectiva apropiada que debemos mantener consiste en comprender que estamos aquí con un solo propósito: Ser cautivos que marchan en el séquito victorioso de Cristo. No estamos aquí para que nos exhiban en la vitrina de Dios, sino para manifestar una sola virtud: la absoluta cautividad de nuestras vidas a la obediencia a Cristo (ver 2 Corintios 10:5). ¡Cuan insignificantes son los otros puntos de vista! Por ejemplo: "soy el único que está luchando por Jesús" o, "debo mantener la causa de Cristo y defender esta fortaleza para Él". Pero Pablo dijo en esencia: "Pertenezco al séquito de un Vencedor y sin importar cuáles sean las dificultades, Él siempre me lleva al triunfo". ¿Se está llevando a cabo esta idea de manera práctica en nosotros? Como el gozo secreto de Pablo era saber que Dios lo había tomado cautivo a él — un rebelde agresivo, enemigo de Jesucristo — esa cautividad se convirtió en su propósito. El gozo de Pablo fue ser un prisionero del Señor y por eso no tuvo otro interés en el cielo ni en la tierra. Para un cristiano es vergonzoso hablar de conseguir la victoria. Debemos pertenecer al Vencedor de una manera tan completa que todo el tiempo seamos victoriosos, porque somos más que vencedores por medio de Él.

"Porque para Dios somos grato olor de Cristo", 2 Corintios 2:15. ¿Estamos envueltos en el dulce aroma de Jesús y somos un maravilloso olor grato para Dios dondequiera que vamos?

 

Octubre 25
La sustancia eterna

"A todos me hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos", 1 Corintios 9:22

Un obrero cristiano debe aprender a ser un hombre o una mujer de gran valor y excelencia en medio de una multitud de cosas pobres y sin valor. Nunca protestes diciendo: "¡Si tan sólo estuviera en otro lugar!" Todos los hombres y mujeres de Dios son personas comunes que Él vuelve extraordinarias por la sustancia que les da. Si no tenemos la sustancia correcta intelectual y afectivamente, en nuestra mente y corazón, pronto nos desviaremos de ser útiles para Dios. No somos sus obreros porque lo elegimos. Muchas personas eligen conscientemente ser obreros, pero no tienen en su interior ninguna sustancia de la gracia y la Palabra omnipotente de Dios. El corazón, la mente y el alma de Pablo se consumieron por el gran propósito de lo que Jesucristo vino a hacer y nunca perdió de vista este objetivo único. Debemos enfrentar continuamente el acontecimiento fundamental: "Jesucristo y este crucificado", 1 Corintios 2:2.

"Yo os elegía vosotros", Juan 15:16. Mantén estas palabras en tu credo como un maravilloso recordatorio. No es que tú hayas buscado a Dios, sino que El te buscó a ti. Dios está obrando, flexionando, quebrantando, moldeando y haciendo justamente lo que Él escoge. ¿Y por qué lo hace? Solamente para poder decir: "Este es mi hombre y esta es mi mujer". Debemos estar en sus manos para que Él pueda colocar a otros sobre la Roca, Jesucristo, como nos ha puesto a nosotros.

Nunca elijas ser un obrero; pero cuando Dios ponga en ti su llamamiento, ¡ay de ti si te apartas a la derecha o la izquierda! Él hará contigo lo que nunca hizo antes de llamarte, lo que no está haciendo con otros. Déjalo hacer su voluntad.

 

Octubre 26
¿Qué es un misionero?

"Entonces Jesús les dijo otra vez: Como me envió el Padre, así también yo os envió", Juan 20:2i

Un misionero es alguien enviado por Jesucristo, así como Él fue enviado por Dios. El gran factor predominante no son las necesidades de la gente, sino el mandamiento de Jesús. La fuente de inspiración para servir a Dios está detrás de nosotros, no adelante. Actualmente somos propensos a colocar primero la inspiración y a retirar todo lo que tenemos al frente adaptándolo a nuestra definición de éxito. Pero en el Nuevo Testamento la inspiración aparece detrás de nosotros y es el mismo Señor Jesús. El ideal es serle fiel llevando a cabo sus planes.

La unión personal al Señor Jesús y a su perspectiva, es lo único que no debemos descuidar. En la obra misionera el gran peligro consiste en que reemplacemos el llamamiento divino por las necesidades de las personas, hasta el punto de que la compasión humana aplasta por completo el significado de ser enviado por Jesús. Las necesidades son tan enormes y las condiciones tan difíciles, que todos los poderes de la mente vacilan y fallan. Somos dados a olvidar que la única gran razón detrás de la obra misionera no es primeramente el ascenso de la gente, su educación, ni sus necesidades, sino ante todo, el mandamiento de Jesucristo: "Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones", Mateo 28:19.

Al mirar la vida de hombres y mujeres de Dios del pasado, tenemos la tendencia a decir: "¡Que sabiduría tan maravillosa y aguda tuvieron y de qué manera tan perfecta comprendieron todo lo que Dios quería!” Pero detrás de ellos estaba la mente aguda de Dios, nunca la sabiduría de los hombres. Le damos crédito a la sabiduría humana cuando deberíamos dárselo a Dios, quien usa a personas sencillas y lo bastante necias como para confiar en la sabiduría y provisión sobrenatural de Él.

 

Octubre 27
El método de las misiones

"Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones", Mateo 28:19

Jesucristo no dijo: "Id y salvad almas" (la salvación de las almas es la obra sobrenatural de Dios), sino: "Id y haced discípulos a todas las naciones". Sin embargo, no puedes hacer discípulos si tú mismo no eres uno. Cuando los discípulos regresaron de su primera misión, estaban llenos de gozo porque hasta los demonios se les sujetaban, pero Jesús les dijo: "No se regocijen por el éxito en el servicio; el gran secreto del gozo es que tengan la relación correcta conmigo" (ver Lucas 10:17-20). Lo más esencial en un misionero es que permanezca fiel al llamado de Dios y que comprenda que su único propósito es discipular hombres y mujeres para Jesús. Recuerda que hay una pasión por las almas que no proviene de Dios, sino de nuestro deseo de que se conviertan a nuestro punto de vista.

El desafío que enfrenta el misionero no es la dificultad para que se salven, o que sea difícil rescatar a los que se han vuelto atrás, o que haya una barrera de indiferencia e insensibilidad. El reto es su relación personal con Jesucristo. "¿Creéis que puedo hacer esto?", Mateo 9:28. Es la pregunta que el Señor continuamente nos hace, la cual nos confronta en cada caso individual que se nos presenta. El gran desafío para nosotros es: ¿Conozco a mi Señor resucitado? ¿Conozco el poder de su Espíritu que mora en mí? ¿Soy lo bastante sabio ante los ojos de Dios y lo bastante insensato según la sabiduría del mundo como para confiar en lo que Jesucristo dijo? ¿O estoy abandonando la gran posición sobrenatural de ilimitada confianza en Jesucristo, la cual es realmente el único llamamiento de Dios para un misionero? Si adopto cualquier método distinto, me aparto por completo de los métodos establecidos por nuestro Señor: "Toda potestad me es dada... Por tanto, id", Mateo 28:18-19.

 

Octubre 28
La justificación por fe

"Porque, si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida", Romanos 5:10

No soy salvo por creer; simplemente comprendo que soy salvo, creyendo. Lo que me salva no es el arrepentimiento. Éste es solamente la señal de que me doy cuenta de lo que Dios ha hecho a través de Cristo Jesús. El peligro está en recalcar el efecto en lugar de la causa. ¿Son mi obediencia y consagración las que me reconcilian con Dios? ¡Nunca! Me reconcilié con Él porque, antes que todo lo demás, Cristo murió. Cuando me vuelvo a Dios y acepto por la fe lo que Él me revela, la formidable expiación de Cristo me empuja inmediatamente a una relación correcta con Dios. Y soy justificado por el milagro sobrenatural de su gracia; no porque estoy afligido por mi pecado ni porque me he arrepentido, sino por lo que Jesús hizo. El Espíritu de Dios me envía la justificación como una luz resplandeciente y sé que soy salvo, aunque no sepa cómo ocurrió.

La salvación que viene de Dios no se fundamenta en la lógica humana, sino en la muerte expiatoria de Jesús. Sólo podemos nacer de nuevo por causa de la expiación de nuestro Señor. Hombres y mujeres pecadores pueden convertirse en nuevas criaturas, no por su arrepentimiento o su creencia, sino por la maravillosa obra de Dios en Cristo Jesús, la cual antecede a toda nuestra experiencia (ver 2 Corintios 5:17-19). Dios mismo es la seguridad inquebrantable de la justificación y la santificación y no tenemos que lograrlas por nosotros mismos. Éstas se han producido por la expiación de Cristo en la cruz. Lo sobrenatural se vuelve natural para nosotros por el milagro de Dios y comprendemos lo que Jesucristo ya hizo: "¡Consumado es!", Juan 19:30.

 

Octubre 29
Sustitución

"Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros seamos justicia de Dios en él", 2 Corintios 5:21

La visión moderna de la muerte de Jesús es que Él murió por nuestros pecados por compasión. Sin embargo, el concepto neotestamentario asegura que Él llevó nuestro pecado sobre sí mismo, no por conmiseración, sino porque se identificó con nosotros. Él fue hecho pecado. Nuestras maldades son perdonadas debido a su muerte, y lo único que la explica es la obediencia al Padre, no su compasión por nosotros. Somos aceptados por Dios, no por haber obedecido o porque prometimos renunciar a ciertas cosas, sino únicamente por la muerte de Cristo. Decimos que Él vino a revelar la paternidad y la benevolencia de Dios, pero el Nuevo Testamento dice que vino "a quitar ¡el pecado del mundo!", Juan 1:29. La revelación de Dios como Padre es solamente para quienes Jesucristo les ha sido presentado como Salvador. Nuestro Señor nunca habló de sí mismo ante el mundo como alguien que revelaba al Padre, sino como una piedra de tropiezo (ver Lucas 20.-17-J8). En Juan 14:9, cuando Jesús dijo: "El que me ha visto a mí ha visto al Padre", les estaba hablando a sus discípulos.

El Nuevo Testamento nunca enseña que Cristo murió por mí y por lo tanto estoy completamente libre de castigo. Enseña que Él murió por todos (no que "murió mi muerte") y que por mi identificación con su muerte puedo ser liberado del pecado y tener su justicia, la cual se me imparte como un don. La sustitución que enseña el Nuevo Testamento es doble: Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros seamos justicia de Dios en Él. Cristo no es para mí, a menos que yo haya tomado la determinación de que Él se forme en mí.

 

Octubre 30
Fe

"Pero sin fe es imposible agradar a Dios",

Hebreos 11:6

La fe en antagonismo al sentido común es fanatismo y el sentido común en antagonismo a la fe es racionalismo. La vida de fe los coloca a los dos en la relación apropiada. El sentido común y la fe son tan diferentes como la vida natural de la espiritual y como la impulsividad de la inspiración. Nada de lo que dijo Jesucristo fue producto del sentido común, sino del sentido de la revelación y, por lo tanto, llega a los lugares donde el sentido común no puede. Sin embargo, la fe debe ser puesta a prueba antes de que sea real en tu vida. Sabemos, además, que a los que aman a Dios "todas las cosas los ayudan a bien", Romanos 8:28. Entonces, no importa lo que suceda, el poder transformador de la providencia de Dios convierte en realidad la fe auténtica. La fe siempre actúa de manera personal, porque el propósito de Dios es que la fe genuina se vuelva real en sus hijos.

Para cada detalle del sentido común de la vida hay una verdad que Dios ha revelado y que nos permite poner a prueba en nuestra experiencia práctica lo que creemos de Él. La fe es un principio extremadamente activo que siempre coloca a Jesucristo primero. La vida de fe dice: "Señor, Tú lo has dicho. Parece una locura, pero voy a lanzarme, confiando en tu Palabra" (por ejemplo, Mateo 6:33). Siempre y no algunas veces, es una lucha convertir la fe intelectual en nuestra posesión personal. Dios nos pone en circunstancias que educan nuestra fe, porque la naturaleza de la fe es que el objeto de ella se vuelva real. Antes de conocer a Jesús, Dios es sólo un concepto y no podemos tener fe en Él. Pero, tan pronto oímos que Jesús dice: "El que me ha visto a mí ha visto al Padre", Juan 14:9, tenemos algo real y nuestra fe no tiene límites. La fe es toda la persona en una relación correcta con Dios por el poder del Espíritu de Jesucristo.

 

Octubre 31
El discernimiento de la fe

"Si tenéis fe como un grano de mostaza... nada os será imposible", Mateo 17:20

Tenemos la idea de que Dios nos recompensa por nuestra fe y así puede ser en su etapa inicial, pero no nos ganamos nada por medio de ella. La fe nos pone en la relación correcta con Dios y le da la oportunidad de obrar. Sin embargo, con frecuencia Dios tiene que derrumbar tu experiencia como uno de sus santos, a fin de conseguir que entres en contacto directo con Él. El Señor desea que entiendas que es una vida de fe, no una vida de gozo debido a sus bendiciones. El comienzo de tu vida de fe fue estrecho e intenso, centrado alrededor de una pequeña experiencia que tenía tanta emoción como fe, llena de luz y dulzura. Luego Dios retiró sus bendiciones conscientes para enseñarte a caminar por fe. Ahora eres de mucho más valor para Él, que en tus días de deleite consciente y de emocionante testimonio.

Por su propia naturaleza, la fe debe ser probada; y la verdadera prueba de la fe consiste no en que hallemos difícil confiar en Dios, sino que el carácter del Señor tiene que probarse como digno de confianza en nuestra mente. Cuando la fe se está desarrollando hacia la vida real, pasa por períodos de aislamiento ininterrumpido. Nunca confundas la prueba de la fe con la disciplina común de la vida, porque mucho de lo que llamamos la prueba de la fe es el resultado inevitable de estar vivos. La fe bíblica es la fe en Dios que se opone a todo aquello que lo contradice; una fe que declara: "Permaneceré fiel al carácter de Dios sin importar lo que Él haga". La más alta y más grande expresión de fe en toda la Biblia es: "Aunque él me mate, en él esperaré", Job 13:15.

José Mateus
zemateus@msn.com