Septiembre 1
Un destino de santidad

"Porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo", 1 Pedro 1:16

Debemos recordarnos continuamente cuál es el propósito de la vida. No fuimos destinados a ser santos y felices sino santos. En la actualidad tenemos demasiados deseos e intereses que consumen y malgastan nuestras vidas. Muchos de ellos pueden ser correctos, buenos y nobles y algún día se cumplirán, pero mientras tanto Dios tiene que atrofiarlos. Lo único verdaderamente importante es que el ser humano acepte a Dios y que Él lo santifique. Cueste lo que costare, cada persona debe tener una relación correcta con Dios.

¿Creo que necesito ser santo? ¿Creo que Dios puede entrar en mí y santificarme? Si cuando predicas me convences de que no soy santo, entonces me resiento contra tu predicación. Predicar el Evangelio despierta un fuerte resentimiento porque debe revelar que no soy santo, pero también despierta un intenso anhelo dentro de mí. Dios tiene un destino único prometido para la humanidad: la santidad. Su único propósito es la creación de santos. Dios no es una máquina que genera bendiciones eternas para nuestro beneficio. Y no vino a salvarnos por lástima; vino a salvarnos porque nos creó para ser santos. La expiación significa que Dios puede ponerme de nuevo en una perfecta unión con Él, sin ninguna sombra entre los dos, por la muerte de Jesucristo.

Nunca toleres por simpatía contigo o con otros, cualquier práctica que no esté de acuerdo con el Dios santo. La santidad significa pureza absoluta en tu caminar, en tu manera de hablar y de pensar, es decir, que pones cada detalle de tu vida bajo su escrutinio. La santidad no es tan sólo lo que Dios me da, sino lo que me ha dado y se manifiesta en mi vida.

 

Septiembre 2
Sacrificio santo

"El que cree en mí… de su interior brotarán…", Juan 7:38

Jesús no dijo: “El que cree en mí comprenderá todas las bendiciones que tiene por la plenitud de Dios”, sino: “Al que cree en mí, se le escapará todo lo que recibe”. La enseñanza de nuestro Señor siempre estuvo en contra de la realización personal. Su propósito no es el desarrollo del hombre, sino volverlo exactamente como Él. Y el Hijo de Dios se caracteriza por la entrega de sí mismo. Si creemos en Jesús, lo que realmente vale no es lo que ganamos, sino lo que Él vierte a través de nosotros. Su propósito no es hacernos uvas hermosamente redondas, sino uvas de las que se pueda exprimir la dulzura. Nuestra vida espiritual no se puede medir por el éxito, como lo hace el mundo, sino únicamente por lo que Dios derrama a través de nosotros, lo cual no podemos medir de ninguna manera.

Cuando María de Betania quebró el vaso de perfume de mucho valor y lo derramó sobre la cabeza de Jesús, hizo algo a lo que nadie más le vio sentido. De hecho, algunos dijeron: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume? (ver Marcos 14:3-9). Pero Jesús la elogió por su generoso acto de devoción, diciendo: De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que esta ha hecho, para memoria de ella. Nuestro Señor rebosa de gozo cuando ve que alguno de nosotros hace lo mismo que María: No vivir atado a una serie particular de normas, sino completamente sometido a Él. Dios derramó la vida de su Hijo "para que el mundo sea salvo por él", Juan 3:17. ¿Estamos dispuestos a dar nuestra vida por Jesús?

"El que cree en mí… de su interior brotarán ríos de agua viva" y centenares de vidas se refrescarán continuamente. Es el momento de quebrar el “vaso” de nuestra vida. Ya es hora de parar de buscar nuestra satisfacción personal y de derramar nuestra vida ante Él. Nuestro Señor está preguntando quién de nosotros lo hará por Él.

 

Septiembre 3
Las aguas de mi satisfacción derramadas

"Pero él no la quiso beber, sino que la derramó como ofrenda para el Señor…", 2 Samuel 23:16

Recientemente, ¿qué ha sido para ti como el "agua del pozo de Belén"? ¿El amor, la amistad, o quizá una bendición espiritual? (ver 2 Samuel 23:13-17). Lo que haya sido, ¿lo tomaste para tu satisfacción personal, incluso poniendo en riesgo tu alma? Si lo has hecho, no lo puedes "derramar" para Dios. Nunca puedes apartar para Dios algo que deseas para tu satisfacción personal. Si tratas de satisfacerte con una bendición de Dios, ésta te corromperá. Debes sacrificarla y derramarla como ofrenda para Él, algo que el sentido común califica como un absurdo desperdicio.

¿Cómo puedo derramar "para Dios" el amor natural y las bendiciones espirituales? Sólo de una manera: Tomando la decisión en mi mente. Hay ciertos actos de las personas que uno jamás podría aceptar si no conociera a Dios, porque humanamente es imposible retribuirlos. Tan pronto comprendo que algo es demasiado maravilloso para mí, que no lo merezco y que de ninguna manera ha sido establecido para el ser humano, debo derramarlo para el Señor. Entonces, cuando lo hago, se derrama por todas partes como ríos de agua viva (Juan 7:38). Si no derramo estas bendiciones delante del Señor, serán un peligro tanto para los que amo como para mí, porque se vuelven codiciables. Sí, podemos codiciar lo que no es indecente ni vil. Incluso el amor debe ser transformado derramándolo para Dios. Si te has vuelto agrio y amargado, es porque cuando Dios te dio una bendición la retuviste para ti. Si, en cambio, la hubieras derramado para Él, serías la persona más dulce de la tierra. Si siempre estás reteniendo las bendiciones y no aprendes a derramarlas para Jesús, otras personas no podrán ensanchar su visión de Dios por medio de ti.

 

Septiembre 4
¡De Él!

"…Tuyos eran y me los diste…", Juan 17:6

Un misionero es alguien a quien el Espíritu Santo ha hecho consciente de la siguiente verdad: "No sois vuestros", 1 Corintios 6:19. Afirmar que no me pertenezco es haber alcanzado un punto alto en mi estatura espiritual. La verdadera naturaleza de la vida, en medio de la confusión diaria actual, es rendirnos deliberadamente a otra persona: Jesucristo. El Espíritu Santo me presenta y me explica la naturaleza de Jesús para hacerme uno con Él, no para convertirme en un trofeo de exhibición. El Señor nunca envió a ninguno de sus discípulos partiendo de la base de lo que había hecho por ellos. Sólo fue después de la resurrección cuando ellos percibieron quien era Él, por el poder del Espíritu Santo. Jesús les dijo: "Id...", Mateo 28:19.

"Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, madre, mujer, hijos, hermanos, hermanas y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo", Lucas 14:26. No dice que no pueda ser bueno y recto, sino que no es alguien en quien Jesús pueda escribir la palabra mío. Cualquiera de las relaciones que el Señor menciona en este versículo puede rivalizar con nuestra relación con Él. Puedo preferir pertenecerle a mi madre, a mi esposa, o a mí mismo, pero entonces Jesús me dice: No puedes ser mi discípulo. Esto no quiere decir que no pueda ser salvo, sino que no soy completamente de Él.

El Señor hace de un discípulo su posesión personal y se responsabiliza por él. "Me seréis testigos...", Hechos 1:8. El deseo que le viene a un discípulo no es el de hacer algo para Jesús, sino el de ser un perfecto deleite para Él. El secreto del misionero es ser verdaderamente capaz de decir: "Soy suyo y Él está llevando a cabo su obra y sus propósitos por medio de mí". ¡Sé enteramente de Él!

 

Septiembre 5
Velando con Jesús

"Velad conmigo", Mateo 26:38

Mantente despierto, sin que cuente ninguno de tus puntos de vista personales; vela única y enteramente conmigo. Durante las primeras etapas de nuestra vida cristiana no velamos con Jesús sino que nos mantenemos en vigilia por Él. No velamos con Él mediante la verdad revelada en la Biblia, en medio de las circunstancias de nuestra vida. Nuestro Señor está tratando de que nos identifiquemos con Él a través de la experiencia de un "Getsemaní" personal, pero no queremos ir, y decimos: "No, Señor, no logro ver el significado de lo que está ocurriendo. Además, es muy doloroso". ¿Como es posible que velemos con alguien que es inescrutable? ¿Como comprenderemos a Jesús lo suficiente para velar con Él en su Getsemaní, cuando ni siquiera sabemos por qué está sufriendo? No sabemos como velar con Él. Solamente estamos acostumbrados a la idea de que Jesús vela con nosotros.

Los discípulos amaban a Jesucristo hasta el límite de su capacidad natural, pero no comprendían completamente su propósito. En el jardín de Getsemaní se durmieron debido a su propio dolor, pero después de tres años de la más cercana e íntima relación, finalmente "todos los discípulos, dejándolo, huyeron", Mateo 26:56.

"Todos fueron llenos del Espíritu Santo", Hechos 2:4. "Todos" se refiere a las mismas personas que huyeron, pero algo maravilloso había sucedido en el intermedio: la muerte, resurrección y ascensión de nuestro Señor, y el hecho de que los discípulos fueran invadidos, o "llenos" del Espíritu Santo. Nuestro Señor les había dicho: "Pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo", Hechos 1:8. Esto significa que aprendieron a velar con Él por el resto de sus vidas.

 

Septiembre 6
La dispersión de la vida

"...Ríos de agua viva", Juan 7:38

El nacimiento de un río no se entera de los lugares a los cuales llega su cauce. Y Jesús dijo que si hemos recibido de su plenitud de nosotros brotarán ríos de agua viva que bendecirán incluso hasta lo último de la tierra. Nosotros no tenemos nada que ver con el desbordamiento de la corriente, pues "esta es la obra de Dios, que creáis...", Juan 6:29. Dios rara vez permite que alguien vea cuan grande bendición es para otras personas.

Un río es victorioso en su persistencia porque vence todos los obstáculos. Durante un tiempo sigue su curso sin interrupción; luego, cuando enfrenta un obstáculo, se detiene momentáneamente, pero pronto se abre camino alrededor de él. Un río puede desaparecer de la vista por algunos kilómetros, pero luego aparece de nuevo más ancho y más grande que antes. ¿Puedes ver que Dios utiliza a otros, pero a tu vida ha llegado un impedimento y parece que no eres de ninguna utilidad para Él? Entonces, continúa prestándole atención a la Fuente y Dios te llevara alrededor del obstáculo, o lo removerá. El río del Espíritu de Dios vence todas las barreras. Nunca pongas tus ojos en el impedimento o la dificultad. Los obstáculos son totalmente indiferentes para el río, ya que éste fluye sin interrupción a través de ti, siempre que te mantengas unido a la Fuente. Nunca permitas que nada se interponga entre Jesucristo y tú, ninguna emoción ni experiencia. Nada debe alejarte de esa grande, única y soberana Fuente.

¡Piensa en los extensos ríos de sanidad que se están desarrollando y alimentando en nuestras almas! Dios le ha estado revelando a nuestra mente verdades maravillosas y cada una de ellas es otra evidencia del poder más amplio del río que El hará fluir a través de nosotros. Si crees en Jesús, descubrirás que Dios ha desarrollado y nutrido en ti poderosos torrentes de bendición para otros.

 

Septiembre 7
Fuentes de benignidad

"El agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna", Juan 4:14

El cuadro que nuestro Señor nos presenta no es el de un simple arroyo, sino el de una fuente desbordante. Continúa llenándote y la dulzura de esta relación vital con Jesús fluirá de ti tan generosamente como te ha sido dada. Si hallas que tu vida no está fluyendo como debiera, tú eres el culpable. Algo está obstruyendo la corriente. ¿Te dijo Jesús que permanecieras en la fuente para que fueras bendecido en un nivel personal? No, sino que de ti brotarán ríos de agua viva, una vida que no se puede reprimir.

Debemos ser fuentes a través de las cuales Jesús pueda fluir como ríos de agua viva, llevando bendición a todo el mundo. Sin embargo, algunos de nosotros somos como el mar Muerto: Siempre recibimos, pero nunca damos, porque nuestra relación con el Señor Jesús no es correcta. Con la misma seguridad con que nos llegan sus bendiciones, Él las derramará por medio de nosotros.

Sin embargo, cuando las bendiciones no salen en la misma medida que las recibimos, nuestra relación con Él es defectuosa. ¿Hay algo que se interpone entre Jesucristo y tú? ¿Algo que obstaculiza tu fe en Él? Si no hay nada, Jesús dice que de ti brotarán ríos de agua viva. No es una bendición que pasas a otros, ni tampoco una experiencia que compartes con otros, sino un río que fluye de manera continua a través de ti. Mantente unido a la Fuente, cuidando bien tu fe y tu relación con Jesucristo y habrá un continuo fluir para otras vidas, sin ninguna sequedad ni falta de vida.

¿Es exagerado decir que de un solo creyente brotarán ríos? ¿Cuando te miras a ti mismo, no los ves? Nunca te mires desde la perspectiva de quien eres tú. En la historia de la obra de Dios siempre encontrarás que Él empezó con los anónimos, los desconocidos e ignorados, pero que eran incondicionalmente fieles a Jesucristo.

 

Septiembre 8
Hazlo tú mismo

"Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios", 2 Corintios 10:5

Derriba algunas cosas con determinación. La liberación del pecado no significa ser libre de la naturaleza humana. Hay áreas de esa naturaleza, como los prejuicios, que el creyente puede destruir dejándolos de alimentar y abandonándolos. Pero, hay otras que deben ser violentamente destruidas, por la fuerza divina que imparte el Espíritu. Existen algunas circunstancias contra las cuales no debemos luchar, sino solamente estar firmes y ver la salvación de Dios (ver Éxodo 14:13). Toda teoría o concepto que se levante como una barrera contra el conocimiento de Dios debe ser derribado con determinación por el poder de Dios, no por el esfuerzo humano ni transigiendo para llegar a un acuerdo (ver 2 Corintios 10:4).

La lucha empieza solamente cuando Dios ha cambiado nuestra naturaleza y hemos experimentado la santificación. La guerra no es contra el pecado. Nunca podremos luchar contra él. Jesucristo lo venció cuando nos redimió. El conflicto tiene que ver con el cambio de nuestra vida natural por la espiritual, lo cual no es fácil, ni Dios espera que lo sea.

Solamente lo logramos por medio de una serie de elecciones morales. Dios no nos santifica en cuanto al carácter, sino en el sentido de que nos declara inocentes y nosotros debemos transformar esa inocencia en un carácter santo, por medio de nuestras decisiones morales. Estas determinaciones se oponen continuamente a las áreas de nuestra vida natural que se han atrincherado y que se levantan como barreras fortificadas contra el conocimiento de Dios. Podemos retroceder y dejar de tener valor para su reino, o derrumbar esas barreras con resolución dejando que Jesús lleve otro hijo a la gloria (ver Hebreos 2:10).

 

Septiembre 9
Hazlo tú mismo

"Llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo", 2 Corintios 10:5

Otras cosas, disciplínalas con determinación. Este es otro aspecto difícil de la agotadora naturaleza de la santidad. Pablo dijo, según la traducción de Moffat sobre este versículo: "Tomo prisionero todo proyecto para obligarlo a Cristo". ¡Gran parte de la obra cristiana actual no es el resultado de la disciplina, sino que se ha iniciado simplemente por un impulso! En la vida de nuestro Señor cada proyecto fue sometido a la voluntad de Dios. No hubo el movimiento de un impulso de su propia voluntad distinto al de su Padre.

"No puede el Hijo hacer nada por sí mismo", Juan 5:19. En cambio, nosotros tomamos por impulso cada pensamiento o proyecto que nace y saltamos a la acción inmediatamente, en lugar de cautivarlo y someterlo para que obedezca a Cristo.

En estos días se hace demasiado énfasis en el trabajo práctico de los cristianos y a los que están llevando cautivo todo pensamiento se les critica por ser indecisos y carecer de celo por Dios o por las almas. Pero la verdadera decisión y el celo están en obedecer a Dios y no en la inclinación a servirle que nace de nuestra naturaleza humana indisciplinada. Es inconcebible, pero cierto, que los creyentes no estén llevando cautivo todo proyecto, sino que están haciendo un trabajo para Dios estimulados por su naturaleza humana y sin la espiritualidad que es producto de una disciplina decidida.

Somos propensos a olvidar que una persona no sólo se somete a Jesucristo para salvarse, sino que también se somete a la perspectiva que Él tiene sobre Dios, el mundo, el pecado y el diablo. Esto significa que toda persona debe aceptar la responsabilidad de transformarse por medio "de la renovación de su entendimiento, (ver Romanos 12:2).

 

Septiembre 10
Municiones misioneras

"Cuando estabas debajo de la higuera, te vi", Juan 1:48

Adora siempre que tengas la oportunidad. Nosotros pensamos que estaríamos listos para la batalla, si enfrentáramos una gran crisis. Pero la crisis no construye algo dentro de nosotros, sino que revela de qué somos hechos. ¿Estás diciendo: "Si Dios me llama a la batalla, por supuesto que estaré a la altura de la ocasión"? Pero no lo estarás, a menos que te hayas ejercitado en el campo de entrenamiento de Dios. Si no estás realizando la tarea que tienes a la mano y que Dios dispuso para tu vida, cuando sobrevenga la crisis, en lugar de estar listo para la batalla serás un inepto. Las crisis siempre revelan el verdadero carácter de una persona.

Una relación privada de adoración a Dios es el acto más grande y esencial para poder ser idóneo espiritualmente. Llegará el tiempo, como lo experimento Natanael en este pasaje, cuando ya no será posible la vida "bajo la higuera", porque todo estará al descubierto y el trabajo se expondrá a la luz. Pero te considerarás sin ningún valor en ese momento, si no has estado adorando a Dios en todas las oportunidades diarias que se presentan en tu hogar. Si tu adoración es correcta en tu relación privada con Dios, entonces Él te liberará y estarás preparado. Él es el único que ve que te has vuelto perfectamente apto y cuando viene la prueba, puede confiar en ti.

¿Estás diciendo: "Pero no se puede esperar que viva una vida santificada en las circunstancias actuales, pues no tengo tiempo para orar o para estudiar la Biblia. Además, aún no ha llegado mi oportunidad para la batalla, pero, cuando llegue, por supuesto que estaré listo”? No, no estarás. Si no has estado adorándolo en cada oportunidad diaria, cuando llegue el momento de entrar en la obra de Dios no sólo serás inútil, sino un gran estorbo para los que estén trabajando contigo.

El campo de entrenamiento divino, donde se encuentran las municiones misioneras, es la vida de adoración privada y personal del creyente.

 

Septiembre 11
Municiones misioneras

"Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros", Juan 13:14

Ministrando en todas las oportunidades. Esto no significa que nosotros elegimos las circunstancias que nos rodean, sino que somos una elección muy especial de Dios y que debemos estar disponibles para ser utilizados en cualquier circunstancia aparentemente ocasional que Él planee para nosotros. El carácter que manifestamos en nuestro entorno inmediato es una muestra de lo que seremos en otro ambiente.

Las actividades que realizo Jesús fueron del orden más humilde. Esto indica que necesito todo el poder de Dios para hacer las tareas más comunes a su manera. ¿Puedo usar una toalla como lo hizo Él? Toallas, platos, sandalias y todos los elementos comunes de nuestra vida, más que cualquier otra cosa, rápidamente revelan de qué estamos hechos. El Dios Todopoderoso encarnado en nosotros es necesario para realizar como se debe el deber más humilde.

Jesús dijo: "Porque ejemplo os he dado para que, como yo os he hecho, vosotros también hagáis", Juan 13:15. Fíjate en la clase de gente que Dios pone a tu alrededor y te humillarás al comprender que esta es su manera de revelarte la clase de persona que has sido para Él. Dios dice que ahora nosotros debemos manifestarles a quienes están a nuestro alrededor exactamente lo mismo que Él nos ha demostrado.

Pero tú puedes responder: "Ah, haré todo eso cuando llegue al campo misionero". Hablar así es como tratar de fabricar las municiones en las trincheras del campo de batalla. Te matarían mientras lo intentas.

Debemos caminar “la segunda milla” con Dios (ver Mateo 5:41). Sin embargo, algunos de nosotros nos fatigamos dando los primeros diez pasos. Entonces decimos, “Bueno, esperaré hasta que me acerque más a la próxima gran crisis de mi vida”. Pero si no ministramos con determinación en las oportunidades cotidianas, no haremos nada cuando llegue la crisis.

 

Septiembre 12
Mediante la confusión espiritual

"Entonces Jesús, respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís", Mateo 20:22

En tu vida espiritual hay momentos de confusión y la solución no es decir que no deberían existir. No se trata de que esté bien o mal, sino de que Dios te está llevando por un camino que no comprendes por el momento. Solo cuando experimentas la confusión entiendes lo que Él quiere para ti.

El velo oculto sobre su amistad (ver Lucas 11:5-8). Jesús presentó la ilustración de un hombre al que parecía no importarle su amigo y nos enseñó que es así como algunas veces se te mostrará el Padre Celestial. Pensarás que es un amigo poco amable, pero recuerda que no lo es. Llegará el momento cuando todo se aclarará. Al parecer se posa una nube sobre la amistad del corazón e incluso el mismo amor muchas veces debe esperar en medio del dolor y el llanto para obtener la bendición de una comunión más plena. ¿Esperarás confiadamente en Dios cuando parece estar completamente oculto?

La sombra sobre su paternidad (ver Lucas 11:11-13). Jesús dijo que hay momentos cuando tu Padre te parecerá desnaturalizado, como si fuera duro e indiferente. Pero recuerda que no es así. "Todo aquel que pide, recibe", Lucas 11:10. Si todo lo que ves ahora es una sombra sobre el rostro del Padre, espera en el hecho de que al final Él te dará su clara revelación y justificará todo lo que permitió en tu vida.

Lo extraño de su fidelidad (Lucas 18:1-8). "Cuando venga el Hijo del hombre, ¿hallará fe en la tierra?" ¿Encontrará esa fe que confía en Él a pesar de la confusión? Espera en fe creyendo que lo que dijo Jesús es verdad, aunque momentáneamente, no comprendas lo que Dios está haciendo. Él tiene en juego asuntos de mayor peso que las peticiones particulares que le estás haciendo ahora mismo.

 

Septiembre 13

Después de la entrega, ¿qué?

"He acabado la obra que me diste que hiciera", Juan 17:4

La verdadera entrega no es la de nuestra vida exterior, sino la de la voluntad. Y cuando nos rendimos así, no queda nada por hacer. La crisis más grande que podemos enfrentar es la entrega de nuestra voluntad. Sin embargo, Dios nunca nos obliga ni nos ruega para que lo hagamos. Él espera con paciencia hasta que voluntariamente nos rindamos a Él. Una vez que se ha ganado esa batalla, nunca más será necesario librarla.

Entrega para liberación. "Venid a mí... y yo os haré descansar", Mateo 11:28. Nosotros rendimos nuestra voluntad a Jesús para obtener descanso solo después de que comenzamos a experimentar lo que significa la salvación. Cualquier cosa que esté creando una sensación de inseguridad en realidad es un llamamiento a nuestra voluntad: "Venid a mí". Es un acercamiento voluntario.

Entrega para consagración. "Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese e a sí mismo", Mateo 16:24. Aquí soy yo quien se rinde a Jesús, con el descanso de Él en mi corazón. "Si quieres ser mi discípulo, debes renunciar a tus derechos y cedérmelos a mí". Después, lo que resta de la vida solo es la manifestación de esa entrega. Nunca más deberías preocuparte por lo que el futuro te depare. Sin importar cuáles sean tus circunstancias, Jesús es más que suficiente (ver 2 Corintios 12:9 y Filipenses 4:19).

Entrega para muerte. "...Te ceñirá otro...", Juan 21:18-19. ¿Has aprendido lo que significa ser ceñido para la muerte? Ten cuidado de rendirte a Dios en un momento de éxtasis, pues luego podrías retractarte. La verdadera entrega consiste en estar unido con Jesús en la semejanza de su muerte, hasta que no pueda interesarte nada que no le haya interesado a Él.

Y después de que te rindas, ¿qué? Tu vida entera se caracterizará por la aspiración de mantener una inquebrantable comunión y unidad con Dios.

 

Septiembre 14
¿Pensamiento o inspiración?

"La sencillez y pureza de la devoción a Cristo", 2 Corintios 11:3, LBLA

La sencillez es el secreto para ver con claridad. Un creyente piensa claramente durante mucho tiempo; pero debe ver claramente y sin ninguna dificultad. Tú no puedes esclarecer con tu mente un enredo espiritual. Tienes que aclararlo obedeciendo. Puedes resolver los temas intelectuales pensando en ellos, pero mientras más piensas en los asuntos espirituales, mayor es la confusión. Si hay algo en tu vida acerca de lo cual Dios te está presionando, obedécele; lleva "cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo", 2 Corintios 10:5, y todo será tan claro como la luz del día. Tu capacidad para razonar vendrá luego, pero ella no te permitirá ver. Vemos como los niños y, cuando tratamos de ser sabios, no vemos nada (ver Mateo 11:25).

Por pequeño que sea, lo que dejemos entrar en nuestra vida sin la dirección del Espíritu Santo es más que suficiente para producir confusión espiritual; y aunque pasemos mucho tiempo pensando al respecto no se aclarará. Lo único que vence esta confusión es la obediencia y tan pronto obedecemos, discernimos. Esto es humillante porque sabemos que cuando estamos confundidos, se debe a la condición de nuestra mente. Pero cuando nuestra capacidad natural de visión está consagrada al Espíritu Santo, se convierte en la capacidad de percibir la voluntad de Dios y toda nuestra vida se mantiene en sencillez.

 

Septiembre 15
A qué renunciar

"Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso", 2 Corintios 4:2

¿Haz renunciado a lo oculto y vergonzoso de tu vida, aquello que tu sentido del honor y tu orgullo no permitirían que salga a la luz? Fácilmente podrás ocultarlo. ¿Hay en tu corazón un pensamiento acerca de alguien que no quieres que salga a relucir? Entonces, recházalo tan pronto llegue a tu mente. Recházalo por completo hasta que no quede nada de deshonestidad o astucia ocultas en ti. La envidia, los celos y las contiendas no provienen necesariamente de tu vieja naturaleza pecaminosa, sino de la constitución de tu cuerpo que se utilizó para tales prácticas en el pasado (ver Romanos 6:19 y 1 Pedro 4:1-3). Debes velar continuamente para que en tu vida no se levante nada de lo cual te avergüences.

"...No andando con astucia...", 2 Corintios 4:2, es decir, sin recurrir a lo que hará prevalecer tus argumentos. Esta es una trampa terrible. Tú sabes que la única forma en que Dios te dejará obrar es por la verdad. Entonces, ten cuidado de nunca atrapar a las personas de la otra forma: por el engaño. Si engañas, sufrirás la peste de Dios. Lo que puede ser astucia para ti, quizá no lo sea para otros. Dios te ha dado otro punto de vista. Nunca embotes el sentido de dar lo máximo de ti por lo supremo de Él. Lo mejor de ti para su gloria. Ciertos actos implican darle entrada a la astucia en tu vida para un fin que no sería el mejor y más elevado y al embotamiento de la motivación que Dios te dio. Muchos han retrocedido porque temen mirar las cosas desde el punto de vista divino. La mayor crisis espiritual llega cuando, por fe, una persona debe ir un poco mas allá de las creencias que ya ha aceptado.

 

Septiembre 16
Orando a Dios en secreto

"Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto", Mateo 6:6

La idea principal en el ámbito de la relación con Dios es: Mantén tus ojos en Él, no en la gente. Ser conocido como una persona de oración no es un motivo correcto. Consigue un lugar privado para hablar con Dios, un sitio donde nadie sepa que estás orando. Cierra la puerta y háblale en secreto. Que tu única motivación sea la de conocer a tu Padre celestial. Es imposible que vivas como un discípulo sin tener tiempos claramente establecidos de oración en privado.

"Y al orar no uséis vanas repeticiones", Mateo 6:7. Dios no nos oye porque oramos fervorosamente; sino sólo porque lo hacemos fundamentados en la redención. Él nunca se impresiona con nuestro fervor. Orar no es simplemente conseguir sus bendiciones; esta es la clase de oración más elemental. Orar consiste en lograr una perfecta comunión y unidad con Dios. Si el Hijo de Dios se ha formado en nosotros por la regeneración, Él nos continuará exhortando más allá del sentido común y cambiará nuestra actitud con respecto a lo que pedimos.

"Todo aquel que pide, recibe", Mateo 7:8. Nuestra oración es una palabrería santurrona en la que ni siquiera involucramos la voluntad. Y después decimos que Dios no nos contestó, cuando en realidad nunca le hemos pedido nada. Jesús dijo: "Pedid todo lo que queráis", Juan 15:7. Pedir significa que nuestra voluntad está involucrada. Siempre que nuestro Señor habló sobre la oración, lo hizo con la espléndida sencillez de un niño. Nosotros respondemos con una actitud crítica, diciendo: "Sí, pero Jesús dijo que debemos pedir". Recuerda que debemos pedir lo que está de acuerdo con el Dios que Jesucristo reveló.

 

Septiembre 17

¿Qué es lo bueno de la tentación?

"No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana", 1 Corintios 10:13

En la actualidad la palabra "tentación" ha llegado a significar algo malo porque tendemos a emplearla mal. La tentación en sí no es pecado y se trata de algo con lo cual forzosamente debemos enfrentarnos por ser humanos. No ser tentados significaría que seríamos tan despreciables que estaríamos por debajo de toda consideración. Sin embargo, muchos de nosotros sufrimos tentaciones que no deberíamos soportar, sencillamente porque nos hemos rehusado a dejar que Dios nos eleve a un nivel superior donde enfrentaríamos tentaciones de otro orden.

La naturaleza interior del ser humano, es decir, lo que domina su personalidad, determina las tentaciones externas. La tentación se ajusta a la verdadera naturaleza del ser que la enfrenta y revela las posibilidades de esa naturaleza. Cada persona decide o fija el nivel de su propia tentación, porque ésta se presenta de acuerdo con el nivel de su naturaleza interior predominante.

La tentación me sugiere un posible atajo para la realización de mis más altos propósitos; no me dirige hacia lo que entiendo como malo, sino como bueno. La tentación me desconcierta por completo durante un rato, pues no sé si el asunto en cuestión es bueno o malo. Cuando cedo ante ella, he hecho de la concupiscencia un dios, y la tentación misma se convierte en la evidencia de que fue solamente mi temor el que antes evitó que pecara.

La tentación es algo inevitable y, de hecho, es esencial para equilibrar la vida de una persona. Ten cuidado de pensar que solo tú eres tentado. Lo que experimentas es la herencia común de la raza humana y no algo que nadie ha soportado antes. Dios no nos libra de las tentaciones, nos sostiene en medio de ellas (ver Hebreos 2:18 y 4:15-16).

 

Septiembre 18
La tentación de Jesús y la nuestra

"No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado", Hebreos 4:15

Mientras no hayamos nacido de nuevo, la única clase de tentación que entendemos es la que se menciona en Santiago 1:14: "Cada uno es tentado, cuando de su propia pasión es atraído y seducido". Pero, por la regeneración se nos levanta a un reino diferente en el cual enfrentamos otras tentaciones, esto es, las que encaró nuestro Señor. Las tentaciones de Jesús no nos atraen mientras somos inconversos, porque no están de acuerdo con nuestra naturaleza humana. Sus tentaciones y las nuestras se mueven en esferas diferentes, hasta cuando nacemos de nuevo y llegamos a ser sus hermanos. Las tentaciones de nuestro Señor no son las de un hombre, sino las de Dios como hombre. Mediante la regeneración el Hijo de Dios se forma en nosotros y en nuestra vida física Él tiene el mismo entorno que tuvo en la tierra. Satanás no nos tienta simplemente para que hagamos cosas malas; lo hace para que perdamos eso que Dios nos ha infundido por medio de la regeneración, es decir, la posibilidad de ser de valor para Él. Satanás se presenta en el sentido de tentarnos a pecar, sino en el de cambiar nuestro punto de vista y el único que puede identificar esto como una de sus tentaciones es el Espíritu de Dios.

La tentación implica que un poder ajeno a nosotros pone a prueba lo que poseemos en nuestra personalidad, lo cual hace comprensible la tentación de nuestro Señor. Después de su bautismo Él aceptó la misión de quitar el pecado del mundo (Juan 1:29) y, de inmediato, el Espíritu de Dios lo puso en la máquina probadora del diablo. Pero Él no se dio por vencido y pasó por la tentación sin pecado, reteniendo completamente intactas las posesiones de su naturaleza espiritual.

 

Septiembre 19
¿Continúas andando con Jesús?

"Y vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas", Lucas 22:28

Es cierto que Jesucristo está con nosotros en nuestras tentaciones; pero, ¿andamos con Él en sus tentaciones? Muchos de nosotros dejamos de caminar con Jesús desde el instante en que experimentamos lo que Él puede hacer. Vigila el momento en que Dios cambia tus circunstancias y examina si andas con Jesús o estás de parte del mundo, la carne y el diablo. Llevamos su nombre, pero ¿continuamos caminando con Él? "Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con él", Juan 6:66.

Las tentaciones de Jesús continuaron a lo largo de su vida terrenal y seguirán en el transcurso de la vida del Hijo de Dios en nosotros. ¿Vamos con Jesús en la vida que vivimos ahora mismo?

Tenemos la idea de que debemos protegernos de algunas de las circunstancias que Dios pone a nuestro alrededor. ¡Qué jamás ocurra esto! Él dispone nuestras circunstancias y sean cuales fueren, debemos imitarlas mientras permanecemos con Él en sus tentaciones. Estas son sus tentaciones; no las tentaciones que nos llegan a nosotros, sino las que le llegan a la vida del Hijo de Dios en nosotros. El honor de Jesucristo está en juego en nuestra vida corporal. ¿Permanecemos fieles al Hijo de Dios en todo lo que ataca su vida en nosotros?

¿Continúas andando con Jesús? El camino pasa a través de Getsemaní por la puerta de la ciudad y sigue hasta "fuera del campamento", Hebreos 13:13. El camino es solitario y continúa hasta que no quede el menor rastro de una pisada que podamos seguir, sino únicamente la voz que nos dice: "Sígueme".

 

Septiembre 20
La regla que gobierna nuestra vida

"Sed, pues, vosotros perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto", Mateo 5:48

La exhortación del Señor en los versículos 38 al 48 es a que seamos generosos en la manera de comportarnos con todos. Cuida de tu vida espiritual dejando de vivir según tus gustos y simpatías naturales. Todo el mundo los tiene. Algunas personas nos agradan y otras no. Sin embargo, no debemos permitir que esas afinidades y antipatías gobiernen nuestra vida cristiana. Pero, "si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros", Juan 1:7, incluso con aquellos hacia quienes no sentimos ninguna simpatía.

El ejemplo de nuestro Señor no es el de una persona buena y ni siquiera el de un buen cristiano, sino el de Dios mismo. Sed perfectos como vuestro Padre que esta en los cielos es perfecto. En otras palabras, simplemente muéstrale a tus semejantes lo que Dios te ha mostrado. El Señor te dará muchas oportunidades para demostrar en la vida real si eres perfecto o no, como tu Padre que está en los cielos es perfecto. Ser un discípulo significa que te identificas de manera consciente con los intereses de Dios en otras personas. Jesús dice: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros, como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos si tenéis amor los unos por los otros", Juan 13:34-35.

La verdadera expresión del carácter cristiano no es hacer lo bueno sino ser semejante a Dios. Si su Espíritu te ha transformado interiormente, tu vida manifestará características divinas y no solamente buenas cualidades humanas. La vida de Dios en nosotros se expresa a si misma como la vida de Él. No se trata de la vida humana que procura ser piadosa. El secreto en la vida de un cristiano es que, como resultado de la gracia de Dios, lo sobrenatural se vuelve natural en él. Esta experiencia es evidente en los detalles prácticos de la vida diaria, no en los momentos de comunión íntima con Dios. Cuando estamos en contacto con situaciones de crisis, hallamos, para nuestra sorpresa, que tenemos el poder de mantenernos maravillosamente tranquilos en medio de todo.

 

Septiembre 21
La predestinación del misionero

"Ahora, pues, Jehová, el que me formó desde el vientre para ser su siervo", Isaías 49:5

Lo primero que sucede después de comprender que hemos sido elegidos por Dios en Cristo Jesús es la destrucción de nuestros prejuicios, ideas intolerantes y patriotismos. De manera exclusiva nos volvemos siervos de los propósitos personales de Dios. Toda la raza humana fue creada para glorificarlo y gozarse en Él para siempre. El pecado la desvió hacia otro camino, pero no ha alterado en lo más mínimo la intención original del Señor. Y cuando nacemos de nuevo, comprendemos su gran propósito para la humanidad: que Dios nos creó para sí mismo. Darnos cuenta de que hemos sido elegidos por Él es el descubrimiento más gozoso de la tierra y debemos aprender a descansar en este maravilloso propósito creador de Dios. Lo primero que Él hará es "empujar" los intereses de la humanidad entera a través del canal de nuestro corazón. Y así entra en nosotros el amor de Dios, su misma naturaleza, la cual se concentra en Juan 3:16, "de tal manera amó Dios al mundo..."

Debemos siempre mantener abierta nuestra alma al propósito creador de Dios y nunca confundirlo con nuestras propias intenciones. Si lo hacemos, por mucho que nos duela Él las trastornará. Dios crea un misionero para que sea su siervo, alguien en quien Él se glorifica. Una vez nos demos cuenta de que mediante la salvación en Jesucristo somos hechos perfectamente aptos para su propósito, comprenderemos por que Jesucristo es tan exigente e inflexible en sus demandas. Él exige de sus siervos absoluta rectitud, porque ha puesto dentro de ellos la misma naturaleza de Dios.

Ten cuidado de no olvidar el propósito divino para tu vida.

 

Septiembre 22

El Señor y Maestro del misionero

"Vosotros me llamáis Maestro y Señor y decís bien, porque o soy... De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor", Juan 13:13,16

Tener un señor y un maestro no es lo mismo que ser dominado y enseñado. Tener un señor y un maestro significa que hay alguien que me conoce mejor que yo mismo, que es más íntimo que un amigo. Alguien que entiende las más remotas profundidades de mi corazón y puede satisfacerlas completamente. Alguien que me ha dado la seguridad de que ha encontrado y resuelto todas las dudas, incertidumbres y problemas de mi mente. Esto es tener un maestro, nada menos: "Uno es vuestro Maestro, el Cristo", Mateo 23:8.

El Señor nunca me obliga a obedecerlo, ni toma medidas para forzarme a hacer su voluntad. En ciertas oportunidades quisiera que Dios me dominara y obligara a hacer lo que Él quiere, pero no lo hace; y, en otras, que me dejara tranquilo, pero tampoco lo hace.

"Vosotros me llamáis Maestro y Señor", pero ¿realmente lo es? Las palabras, "Maestro y Señor" tienen poca cabida en nuestro vocabulario. Preferimos los términos Salvador, Santificación y Sanador. Amor es la única palabra que verdaderamente describe la experiencia de ser dominado, pero, sabemos muy poco del amor tal y como Dios lo revela en su Palabra. Esto es evidente por la manera como empleamos la palabra obedecer. En la Biblia la obediencia se fundamenta en una relación de igualdad, como la de un hijo con su padre, por ejemplo. Nuestro Señor no fue simplemente el siervo de Dios, sino su Hijo. "Y aunque era Hijo aprendió lo que es la obediencia", Hebreos 5:8. Ser conscientes de que nos están dominando, es una prueba de que no tenemos ningún maestro y señor. Si esa es nuestra actitud hacia Jesús, estamos muy lejos de la relación que Él desea con nosotros. Él nos quiere en una relación en la que fácilmente sea nuestro Maestro y Señor, sin que nos demos cuenta; una relación en la que todo lo que sabemos es que somos suyos para obedecerlo.

 

Septiembre 23

La meta del misionero

"Les dijo: Cuando lleguemos a Jerusalén...", Lucas 18:31

En la vida natural nuestras ambiciones cambian a medida que crecemos, pero en la vida cristiana la meta se nos indica desde el comienzo. El principio y el fin son exactamente iguales porque son el Señor mismo. Empezamos con Cristo y terminamos con Él. "Hasta que todos lleguemos...a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo", Efesios 4:13; y no hasta que lleguemos a la idea de lo que consideramos que debería ser la vida cristiana. La meta del misionero es hacer la Voluntad de Dios; no ser útil ni ganar a los perdidos. El misionero es útil y sí gana a los perdidos, pero la meta es hacer la voluntad de su Señor.

En la vicia de nuestro Señor, Jerusalén fue la ciudad donde Él alcanzó en la cruz el punto culminante de la voluntad de su Padre. Y, a menos que vayamos con Jesús hasta ese lugar, no tendremos amistad ni compañerismo con Él. Nada pudo desanimar jamás a nuestro Señor en su camino hacia Jerusalén. Nunca se apresuró a salir de ciertas aldeas donde era perseguido, ni se demoró en otras donde lo bendecían. Ni la gratitud ni la ingratitud lo desviaron un ápice de su propósito de ir a Jerusalén.

"El discípulo no es más que su maestro ni el siervo mas que su señor", Mateo 10:24. En otras palabras, lo mismo que le sucedió al Señor nos sucederá en el camino a nuestra Jerusalén. Las obras de Dios se manifestarán a través de nosotros, la gente será bendecida y uno o dos darán gracias, aunque el resto demostrará una total ingratitud. Pero nada debe desviarnos de subir a nuestra Jerusalén.

"Lo crucificaron allí", Lucas 23:33. Eso fue lo que sucedió cuando el Señor llegó a Jerusalén y ese acontecimiento es la puerta de nuestra salvación. Sin embargo, los creyentes no terminan crucificados. Por la gracia del Señor terminan glorificados. Mientras tanto, nuestra consigna es: "Yo también subo a Jerusalén".

 

Septiembre 24
El "ve" de la preparación

"Por tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar y ve, reconcíliate primero con tu hermano y entonces vuelve y presenta tus ofrendas", Mateo 5:23-24

Es fácil imaginar que llegaremos a un punto en nuestra vida donde estaremos completamente listos; pero la preparación no se produce de manera instantánea. De hecho, es un proceso que debe continuar ininterrumpidamente. Es peligroso estancarnos en nuestro nivel actual de experiencia. La vida cristiana exige preparación y más preparación.

El nuevo creyente se siente atraído de inmediato por el sentido de sacrificio. Lo que más nos atrae hacia Jesucristo, hablando en términos humanos, es la conciencia que tenemos de lo heroico. Pero el escrutinio de sus palabras súbitamente pone a prueba esta ola de entusiasmo. "Ve, reconcíliate primero con tu hermano". El "ve" de la preparación consiste en permitir que la Palabra de Dios te escudriñe. Tu sentido heroico del sacrificio no es suficientemente bueno. Lo que el Espíritu Santo detecta en tu vida es la naturaleza que nunca podrá serle útil. Sólo Dios podrá descubrir esa naturaleza en ti. ¿Tienes algo que ocultarle? Si es así deja que Él te escudriñe con su luz. Si hay pecado en tu vida, no solamente debes admitirlo, sino confesarlo. ¿Estás dispuesto a obedecer a tu Señor y Maestro, por mucho que sea humillado tu derecho sobre ti mismo?

Nunca pases por alto una convicción que venga del Espíritu Santo. El hecho de que Él la haya traído a tu mente significa que es lo suficientemente importante y, por eso, la está sacando a la luz. Mientras buscas algo grande a lo cual renunciar. Dios te está hablando de algo muy pequeño; pero detrás de eso se halla el principal baluarte de la obstinación: "No quiero renunciar a mi derecho a mí mismo". Sin embargo, precisamente este es el aspecto al cual Dios quiere que renuncies, si haz de ser un discípulo de Jesucristo.

 

Septiembre 25
El "ve" de la relación

"A cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos", Mateo 5:41

Podemos resumir las enseñanzas de nuestro Señor de esta manera: La relación que Él exige es imposible, a menos que haya realizado una obra sobrenatural en nosotros. Jesucristo demanda que no haya el menor vestigio de resentimiento en el corazón de su discípulo, cuando este es enfrentado por la tiranía y la injusticia. No hay entusiasmo suficiente que pueda soportar la tensión que Jesucristo le impone a su obrero. Lo único que puede hacerlo es una relación personal con Él; una relación que haya sido examinada, purificada y probada hasta que quede un sólo propósito y yo pueda decir: "Estoy aquí para que Dios me envíe donde Él quiera". Cualquier cosa puede nublarse, pero jamás la relación con Jesucristo.

El Sermón del Monte no es un ideal inalcanzable, es una declaración de lo que me sucederá cuando Jesucristo haya reemplazado mi naturaleza por la suya. Él es el único que puede cumplir el Sermón del Monte.

Si hemos de ser discípulos de Jesús, lo lograremos de una manera sobrenatural. Mientras tengamos el firme propósito de ser discípulos, podemos estar seguros de que no lo somos. Jesús dijo: "No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros", Juan 15:16. Así es como empieza la gracia de Dios. Se trata de un constreñimiento del que no podemos escapar, el cual podemos desobedecer, pero no producir. El acercamiento hacia Él es una obra de la gracia sobrenatural de Dios y nunca podemos retroceder para descubrir dónde empieza esa obra. El Señor crea discípulos de manera sobrenatural sin basarse en nuestras habilidades naturales. Dios no nos pide que hagamos lo que se nos facilita por naturaleza, sino aquello para lo cual somos perfectamente aptos por su gracia. Y es ahí donde siempre se hará presente la cruz que debemos soportar.

 

Septiembre 26
La actitud de no inculpar

"Si...te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti...", Mateo 5:23

Este versículo dice: Si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti... No dice: "Si desentierras algo gracias a tu distorsionada sensibilidad", sino: si te acuerdas, es decir, si el Espíritu de Dios lo trae a tu mente consciente, "reconcíliate primero con tu hermano y, entonces, vuelve y presenta tu ofrenda", Mateo 5:24. Nunca obstaculices la profunda sensibilidad del Espíritu de Dios en ti cuando te esté instruyendo hasta en el detalle más pequeño.

"Reconcíliate primero con tu hermano". El mandamiento de nuestro Señor es sencillo: "Reconcíliate primero". Él dice: "Regresa por donde viniste y ve por el camino que se te indicó mediante la convicción que recibiste en el altar. Que tu actitud mental y tu disposición anímica hacia aquel que tiene algo contra ti haga de la reconciliación algo tan natural como respirar". Jesús no menciona a la otra persona; Él dice que tú debes ir. No tiene que ver con tus derechos. El sello distintivo del creyente es que puede hacer a un lado sus propios derechos y obedecer a Jesús.

"Y entonces vuelve y presenta tu ofrenda". El proceso de reconciliación está claramente definido. Primero, la actitud heroica del sacrificio personal, después la súbita exhortación por medio de la sensibilidad del Espíritu Santo, luego parar en el punto de la convicción. A continuación, la obediencia a la Palabra de Dios, adoptando la actitud mental y el estado de ánimo de no culpar a la persona a quien le has fallado. Y finalmente, el ofrecimiento gozoso, sencillo y sin obstáculos de tu ofrenda a Dios.

 

Septiembre 27
El "ve" de la renuncia

"Señor, te seguiré adondequiera que vayas", Lucas 9:57

La actitud de nuestro Señor hacia aquel que le había hablado fue la de desanimarlo con severidad, porque Él sabía lo que había en el hombre. Nosotros diríamos: "¡Imagínate perder la oportunidad de ganar a ese hombre" "¡Qué barbaridad anularlo de esa forma y hacerlo volver desanimado!" Nunca te disculpes por el Señor. Sus palabras hieren y ofenden hasta que no queda nada que herir u ofender. Jesucristo no tuvo ninguna lástima con respecto a aquello que finalmente arruinaría a una persona en su servicio para Dios. Sus respuestas no se basaban en un capricho ni en un pensamiento impulsivo, sino en el conocimiento de lo que hay en el hombre. Si el Espíritu de Dios trae a tu mente una palabra del Señor que te hiere, con seguridad hay algo en ti que Él quiere herir de muerte.

Lucas 9:58. Estas palabras destruyen el argumento de servir a Jesucristo porque es agradable. El rigor del rechazo no deja nada en pie, sólo a mi Señor, mi vida y el sentido de una esperanza desesperada. Él dice que debo dejar que los demás vayan y vengan, pero que yo me debo guiar únicamente por mi relación con Él. Luego añade: "...el Hijo del Hombre no tiene donde recostar la cabeza".

Lucas 9:59. Este hombre no quería defraudar a Jesús ni herir a su padre. Cuando orientamos nuestro sentido de lealtad hacia nuestros parientes, en lugar de hacerlo primero hacia Jesucristo, Él queda en el último lugar. Ante un conflicto de lealtades, siempre obedece a Jesucristo cueste lo que cueste.

Lucas 9:61. Quien dice: "Te seguiré, Señor; pero...", es el que está impetuosamente listo, pero nunca va. Aquel hombre tenía sus reservas acerca de ir. El exigente llamamiento de Jesucristo no da lugar a despedidas, las cuales son paganas, por la forma en que muchas veces las utilizamos. Una vez que Dios te llame, empieza a avanzar sin detenerte nunca.

 

Septiembre 28
El "ve" de una identificación incondicional

"Jesús... le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres... y ven, sígueme, tomando tu cruz", Marcos 10:21

El joven y rico dignatario tenía la pasión dominante de ser perfecto. Por eso, cuando vio a Jesucristo quiso ser como Él. Cuando nuestro Señor llama a un discípulo, nunca pone la santidad personal por encima de todo lo demás. Su principal consideración es la absoluta eliminación del derecho sobre mí mismo y mi identificación con Él, lo cual implica que la única relación que existe es la suya. Lucas 14:26 no tiene nada que ver con la salvación o la santificación, sino únicamente con identificarme incondicionalmente con Jesucristo. Muy pocos conocemos lo que significa el absoluto "ve" de la identificación con Jesús, el sometimiento y la sumisión a Él.

"Entonces Jesús, mirándolo, lo amó...", Marcos 10:21. Esta mirada de Jesús demandaba un corazón separado para siempre de toda lealtad hacia cualquier otra persona o cosa. ¿Alguna vez te ha mirado Jesús de esta manera? Su mirada penetra, transforma y cautiva. Donde te ha mirado eres tierno y flexible ante Él. Cuando eres duro, vengativo, obstinado en tu propia voluntad y siempre estás seguro de que lo más probable es que la otra persona no tiene la razón, pero tú sí, entonces hay áreas completas de tu naturaleza que nunca han sido transformadas por su mirada.

Una cosa te falta. Lo único "bueno", desde el punto de vista de Jesucristo, es la unidad con Él sin ningún obstáculo.

Vende todo lo que tienes. Debo humillarme hasta ser sólo un solo hombre consciente, sin que quede nada más. Fundamentalmente debo renunciar a toda clase de posesiones, no para obtener la salvación (porque la única forma para ser salvo es confiar absolutamente en Jesucristo), sino con el propósito de seguir a Jesús. Ven, sígueme. Y el camino es el que Él anduvo.

 

Septiembre 29
La conciencia del llamado

"Porque me es impuesta necesidad; y ay de mí si no anunciara el evangelio", 1 Corintios 9:16

Somos propensos a olvidar el toque profundamente espiritual y sobrenatural de Dios. Si puedes decir con exactitud donde estabas cuando recibiste el llamamiento de Dios y todos los detalles al respecto, dudo que verdaderamente hayas recibido tal llamamiento. El llamamiento divino no viene de esa manera. Es mucho más sobrenatural. Percatarme de él puede suceder con la rapidez de un trueno, o gradualmente. Pero venga como viniere, siempre lo hace con un trasfondo sobrenatural, algo que no podemos expresar con palabras y que siempre va acompañado de un "resplandor". En cualquier momento puede irrumpir el repentino conocimiento de este llamado incalculable, sobrenatural y sorprendente que se apodera de tu vida: "Yo os elegí a vosotros", (Juan 15:16). El llamamiento de Dios no tiene nada que ver con la salvación y la santificación. No fuiste llamado a predicar el Evangelio por el hecho de ser santificado. El llamamiento a predicar las Buenas Nuevas es infinitamente diferente. Pablo lo describe como una necesidad que le fue impuesta.

Si has estado desdibujando el gran llamamiento sobrenatural de Dios en tu vida, revisa tus circunstancias. Examina en dónde Él no ha ocupado el primer lugar y lo has reemplazado con tus ideas personales sobre el servicio y tus habilidades innatas. Pablo dijo: ¡Ay de mí si no anunciara el evangelio! Él comprendió que el llamamiento y la necesidad de anunciar el Evangelio eran tan fuertes, que ya nada más podía rivalizar con esa fuerza.

Si un hombre o una mujer reciben el llamamiento divino, no importa cuan desfavorables sean las circunstancias, al final todos los factores en juego servirán para el propósito de Dios. Si aceptas su propósito, Él lo sincronizará no sólo con tu vida consciente, sino con todas tus áreas profundas que no puedes alcanzar.

 

Septiembre 30
El encargo del llamamiento

"Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia", Colosenses 1:24

Nosotros hacemos de nuestra consagración espiritual un llamamiento. Pero cuando llegamos al punto de andar bien con Dios, Él echa todo a un lado y nos administra un dolor terrible para asegurar nuestra atención en algo que nunca soñamos, podría ser su llamamiento. Y por un momento resplandeciente vemos su propósito y decimos: "Heme aquí, envíame a mí", Isaías 6:8.

Este llamamiento no tiene nada que ver con la santificación personal, sino con volvernos pan partido y vino derramado. Pero Dios nunca podrá convertirnos en vino si le ponemos objeciones a los dedos que Él utiliza para exprimirnos. Decimos: "¡Si Dios pusiera su mano sobre mí de una manera especial para volverme pan partido y vino derramado!” Sin embargo, nos negamos a que Él utilice como exprimidor a alguien que nos desagrada, o a ciertas circunstancias sobre las cuales dijimos que jamás nos someteríamos. Nunca debemos tratar de elegir el escenario de nuestro propio martirio. Si nos vamos a convertir en vino, tendremos que ser exprimidos. Las uvas no se pueden beber y sólo se vuelven vino cuando se trituran.

Quién sabe cuál dedo, cuál pulgar ha estado usando Dios para exprimirte. ¿Has sido tan duro como el mármol y te has escapado? Entonces, todavía no estás maduro y si Dios te hubiera exprimido así, el vino sería notoriamente amargo. Ser una persona santa significa que los elementos de nuestra vida natural experimentan la presencia de Dios mientras Él los quebranta providencialmente para su servicio. Debemos ser colocados en Él y amoldados a su forma, antes de que podamos ser pan partido en sus manos. Mantén una correcta comunión con Dios y déjalo hacer lo que quiera. Así verás que está produciendo la clase de pan y vino que beneficiará a sus otros hijos.

 

José Mateus
zemateus@msn.com