Diciembre 1

La Ley y el evangelio

"Por que cualquiera que guarde toda la Ley, pero ofenda en un punto, se hace culpable de todos", (Santiago 2:10).

La ley moral no considera nuestras debilidades como seres humanos. De hecho, no tiene en cuenta nuestra herencia pecaminosa ni nuestras flaquezas, pero sí exige que seamos completamente rectos. La ley moral nunca cambia, ni por lo más noble del hombre ni por lo más débil. Es permanente y eternamente la misma. La ley moral que Dios ha ordenado no se vuelve débil para el débil, disculpando sus faltas; permanece intacta por todo el tiempo y la eternidad. Si no la percibimos así, es porque estamos más muertos que vivos. Sin embargo, en el momento en que lo entendemos nuestra vida se vuelve una tragedia. "Y yo sin la Ley vivía en un tiempo; pero al venir el mandamiento, el pecado revivió y yo morí", Romanos 7:9. Cuando comprendemos esta verdad, el Espíritu de Dios nos convence de pecado. Mientras la persona no llegue a este punto y vea que no hay esperanza, la cruz de Jesucristo es una farsa para ella. La convicción de pecado siempre produce una conciencia terrible de la obligatoriedad de la ley y hace que el hombre pierda las esperanzas o quede vendido al pecado (ver Romanos 7:14). Yo, como pecador culpable, jamás puedo justificarme ante Dios; es imposible. La única forma de lograrlo es por la muerte de Jesucristo. Tengo que deshacerme de la idea de que gracias a mí obediencia puedo estar bien con Dios. ¡Quién de nosotros podría alguna vez obedecerlo hasta la absoluta perfección!

Nosotros sólo nos damos cuenta del poder de la ley moral cuando vemos que tiene una condición y una promesa. Pero Dios nunca nos obliga. Algunas veces quisiéramos que nos obligara a ser obedientes y otras que nos dejara tranquilos. Siempre que la voluntad de Dios prevalece, Él quita todas las presiones y cuando deliberadamente elegimos obedecerlo, no escatima la estrella más remota y da hasta el último grano de arena para que nos ayuden con toda la omnipotencia de Él.

 

Diciembre 2

Perfección cristiana

"No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto...", Filipenses 3:12

Es una trampa imaginar que Dios quiere volvernos ejemplares perfectos de lo que Él puede lograr. Su propósito es hacernos uno con Él. El énfasis de los movimientos de santidad suele estar en la idea de que Dios está produciendo modelos de santidad para colocarlos en su museo. Si te dejas llevar por esta idea de santidad personal, el propósito decisivo de tu vida no será para Dios, sino para lo que llamas la evidencia de Dios en tu vida. ¿Cómo podemos decir: "Nunca podrá ser la voluntad de Dios que yo esté enfermo"? Si su voluntad fue quebrantar y herir a su propio Hijo, ¿por qué no haría lo mismo contigo? Lo que cuenta para Él no es tu relativa coherencia con tus ideas de lo que debería ser un santo, sino tu vital y genuina relación con Jesucristo y tu ilimitada devoción a Él, ya sea que estés sano o enfermo.

La perfección cristiana no es y nunca podrá ser, la perfección humana, sino la perfección de la relación con Dios que se manifiesta en medio de los acontecimientos aparentemente triviales de la vida humana. Cuando obedeces el llamamiento de Jesucristo, lo primero que te Impresiona es la "inutilidad" de lo que tienes que hacer y lo segundo es que otras personas parecen estar viviendo vidas perfectamente coherentes. Estos estilos de vida pueden dejar en ti la idea de que Dios es innecesario, que por tu propio esfuerzo y devoción puedes alcanzar el nivel que Él quiere para tu vida. En un mundo caído, esto nunca puede lograrse. Soy llamado a vivir una relación perfecta con Dios y, así, mi vida debe producir un gran deseo de Dios en la vida de otras personas; pero de ninguna manera admiración por mí. Los pensamientos sobre mí estorban mi utilidad para Dios. Su propósito no es perfeccionarme para que sea un trofeo de exposición, sino llevarme al punto donde me pueda usar. Deja que Él haga lo que quiera.

 

Diciembre 3

No por el poder ni por la fuerza

"... Y ni mi palabra ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder...", 1 Corintios 2:4.

Si al predicar las Buenas Nuevas reemplazas la confianza en el poder del Evangelio con tu conocimiento del camino de la salvación, impides que la gente reciba la verdad. Debes encargarte de que mientras proclames tu conocimiento acerca del camino de la salvación, tú mismo estés fundamentado y arraigado en la fe en Dios. Nunca confíes en la claridad de tu exposición, pero al presentarla, asegúrate de que estás confiando en el Espíritu Santo. Pon tu confianza en la seguridad del poder redentor de Dios y Él creará su propia vida en la gente.

Cuando estás arraigado en la verdad, nada te puede sacudir. Si tu fe se basa en las experiencias, cualquier suceso puede trastornarla. Pero nada podrá jamás trastornar a Dios o a la verdad de la redención. Fundamenta tu fe en este hecho y estarás tan eternamente seguro como Dios mismo. Cuando tienes una relación personal con Jesucristo, nunca más podrás ser desplazado de tu lugar. Ese es el significado de la santificación. Dios desaprueba los esfuerzos humanos cuando empezamos a aceptar el concepto de que la santificación es solamente una experiencia y olvidamos que la misma santificación debe ser santificada (ver Juan 17:19). Debo rendir deliberadamente mi vida santificada a Dios, para que Él la utilice como sus manos y sus pies.

 

Diciembre 4

La ley de la oposición

"...Al vencedor...", Apocalipsis 2:7

Sin la guerra la vida es imposible, tanto en el reino natural como en el sobrenatural. Es un hecho que existe una lucha continua en las áreas física, mental, moral y espiritual de nuestras vidas.

La salud surge del equilibrio entre las partes físicas de mi cuerpo y todas las circunstancias y fuerzas que me rodean. Mantengo buena salud cuando poseo la suficiente fortaleza interior para enfrentar las situaciones externas. Todo lo que está fuera de mi vida física tiene el propósito de aniquilarme. Los mismos elementos que me sostienen cuando estoy vivo, obran para descomponer y desintegrar mi cuerpo cuando muero. Si tengo suficiente fortaleza interior para luchar, produzco el equilibrio que exige la buena salud. En la vida mental esto también es cierto. Si quiero sostener una vida mental fuerte y activa, debo combatir. Esta lucha produce el equilibrio mental denominado pensamiento.

En el área moral sucede lo mismo. Todo lo que moralmente no me fortalece es un enemigo de la virtud en mí. Del nivel de la excelencia moral en mi vida depende que yo pueda vencer y producir la virtud. Debemos luchar para ser rectos. La moralidad no se produce por accidente; las virtudes morales se adquieren.

En el ámbito espiritual ocurre lo mismo. Jesús dijo: "...En el mundo tendréis aflicción"... Juan 16:33. Esto significa que todo lo que no es espiritual, me arruina. Jesús continuó diciendo: "...Pero confiad, yo he vencido al mundo". Debo aprender a desechar lo que se me opone y de esta manera producir el equilibrio de la santidad. Entonces, enfrentar la oposición se convierte en un gozo.

La santidad es el equilibrio entre mi naturaleza y la ley de Dios, como se expresó en Jesucristo.

 

Diciembre 5

El templo del Espíritu Santo

"...Solamente en el trono seré yo mayor que tú", Génesis 41:40

Debo rendirle cuentas a Dios por la manera como gobierno mi cuerpo bajo su autoridad. Pablo dijo: "No desecho la gracia de Dios", es decir, no la anulo y la dejo sin ningún efecto (Gálatas 2:21). La gracia de Él es absoluta e ilimitada; y la obra de salvación por medio de Jesús está completa y fue consumada para siempre. No estoy siendo salvo; soy salvo. La salvación es tan eterna como el trono de Dios, pero debo poner en práctica lo que Dios me ha impartido. "Ocuparme en mi salvación" significa que soy responsable de utilizar lo que Él me ha dado. Significa también que debo manifestar la vida del Señor en mi propio cuerpo, no de manera misteriosa o secreta, sino abierta y vigorosamente "...Golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre...", 1 Corintios 9:27. Todo cristiano puede tener a su cuerpo bajo absoluto control para Dios. Él nos ha dado la responsabilidad de gobernar sobre todo el templo del Espíritu Santo, incluidos nuestros pensamientos y deseos. Somos responsables por esto y nunca debemos darle cabida a las pasiones desordenadas. Pero, la mayoría de nosotros somos mucho más severos juzgando a los demás que juzgándonos a nosotros mismos. Disculpamos ciertos comportamientos en nuestra vida, mientras que condenamos otros simplemente porque no sentimos la inclinación natural de practicarlos.

"Os ruego", dijo Pablo, "que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo", Romanos 12:1. Lo que debo decidir es si estaré de acuerdo con mi Señor y Maestro en que mi cuerpo sea su templo. Si es así, entonces todas las leyes, normas y requisitos de la ley para el cuerpo se resumen en la siguiente verdad revelada: Mi cuerpo es el templo del Espíritu Santo.

 

Diciembre 6

El arco en las nubes

"Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal de mi pacto con la tierra ", Génesis 9:13

Es la voluntad de Dios que los seres humanos establezcan una relación correcta con Él y sus pactos tienen ese propósito. ¿Porqué no me salva Dios? Él me ha salvado, pero aún no he entablado una relación con Él. ¿Por qué no hace Dios esto y aquello? Lo ha hecho. El asunto es: ¿Entraré en la relación de ese pacto? Todas sus grandes bendiciones han sido consumadas y están completas, pero me pertenecen a partir del momento en que establezco una relación con Él fundamentada en su pacto.

Esperar que Dios obre es incredulidad, carnalidad. Significa que no tengo fe en Él y espero que haga algo en mí para que yo pueda confiar en eso. Pero Él no lo hará, porque esa no es la base de su relación con el hombre. En su pacto con Dios, el hombre debe ir más allá de la parte física y de los sentimientos, así como Él va más allá de sí mismo para alcanzar al hombre con su pacto. Es cuestión de fe en Dios, algo muy raro.

Tenemos fe solamente en nuestros sentimientos. No le creo a Dios hasta que pone algo tangible en mi mano; y entonces, al saber que ya lo tengo, digo: "Ahora creo”. Aquí no hay ninguna fe. Dios dice: "¡Mirad a mí y sed salvos!" Isaías 45:22.

Cuando realmente hago un compromiso con Dios sobre la base de su pacto y me rindo por completo, no hay ninguna conciencia de méritos personales. No existe en ello absolutamente ningún ingrediente humano, sino la abrumadora conciencia de ser llevado a la unión con Dios. Así, mi vida se transforma e irradia paz y gozo.

 

Diciembre 7

Arrepentimiento

"La tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación", 2 Corintios 7:10

Mi convicción de pecado se expresa mejor en las palabras: "Mis pecados, mis pecados, oh Salvador mío, cuán tristemente caen sobre ti"

La convicción de pecado es una de las experiencias más raras en una persona y es el umbral del entendimiento de Dios. Jesucristo dije que cuando el Espíritu Santo viniera, convencería a la gente de pecado (ver Juan 16:8). Cuando el Espíritu despierta la conciencia de una persona y la lleva a la presencia de Dios, a ella no le preocupa la relación con los demás, sino la relación con Él: "Contra ti, contra ti solo he pecado; he hecho lo malo delante de tus ojos", Salmo 51:4. Las maravillas de la convicción de pecado, el perdón y la santidad están tan estrechamente relacionadas, que sólo es santa la persona que verdaderamente ha sido perdonada. Tú pruebas que fuiste perdonado debido a que por la gracia de Dios te opones completamente a lo que eres. El arrepentimiento siempre lleva a la persona a este punto: "He pecado". La evidencia más segura de que Dios está obrando en tu vida es cuando dices estas palabras en serio. Algo menos que esto es remordimiento por haber cometido torpezas, un acto reflejo causado por el disgusto con uno mismo.

La entrada al reino de Dios se logra a través de los agudos dolores del arrepentimiento que golpean la respetable bondad del hombre. Luego, el Espíritu Santo, quien es el que produce esta agonía, empieza la formación del Hijo de Dios en la vida de la persona (ver Gálatas 4:19). Esta nueva vida se manifiesta por un arrepentimiento consciente, seguido de una santidad inconsciente y nunca al contrario. La base del cristianismo es el arrepentimiento. En sentido estricto, una persona no puede arrepentirse cuando quiera. El arrepentimiento es un don de Dios. Los antiguos puritanos acostumbraban orar por el "don de las lágrimas". Si alguna vez dejas de comprender el valor del arrepentimiento, tolerarás la permanencia en el pecado. Examínate y ve si has olvidado cómo vivir verdaderamente arrepentido.

 

Diciembre 8

El poder imparcial de Dios

"Y así, con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados", Hebreos 10:14

Si creemos que Dios nos perdona porque sentimos dolor por nuestros pecados, pisoteamos la sangre del Hijo de Dios. La muerte de Jesucristo es la única razón para que Dios perdone los pecados y para la insondable profundidad que hay en el hecho de que no los recuerda. El arrepentimiento es solamente el resultado de nuestra comprensión personal de la expiación que Él llevó a cabo por nosotros.

"... Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención", 1 Corintios 1:30. Cuando entendemos que Él se hizo todo esto por nosotros, entonces comenzamos a disfrutar del gozo ilimitado de Dios. Dondequiera que no esté presente su gozo, está operando la sentencia de muerte.

Sin importar quiénes o qué seamos, Dios nos restaura a la posición correcta con Él únicamente por la muerte de Jesucristo. Él no lo hace porque su Hijo aboga por nosotros, sino porque murió. Es algo que no se gana, sino que se acepta. Ninguna súplica o ruego que deliberadamente ignore la cruz de Cristo tiene valor, pues está golpeando en una puerta diferente a la que Jesús ya abrió. Protestamos diciendo: "Pero no quiero acercarme de esa manera, es demasiado humillante ser recibido como pecador". La respuesta de Dios, a través de Pedro, es: "...No hay otro nombre... en que podamos ser salvos" Hechos 4:12. La aparente crueldad de Dios es precisamente la expresión real de su corazón. Existe una entrada ilimitada en su camino. "En el tenemos redención por su sangre..." Efesios 1:7. Identificarnos con la muerte de Jesucristo significa que debemos morir a todo lo que nunca hizo parte de Él.

Dios es justo al salvar a gente mala, únicamente por el hecho de que la vuelve buena. El Señor no dice que estamos bien, cuando estamos mal de todo. La expiación de Cristo en la cruz es la propiciación que Dios usa para hacer de los impíos personas santas.

 

Diciembre 9

La ofensa de lo natural

"Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos", Gálatas 5:24

La vida natural no es pecaminosa. Pero debemos abandonar el pecado y no tener absolutamente nada que ver con él. El pecado pertenece al diablo y al infierno. Yo, como un hijo de Dios, pertenezco al cielo y al Señor. El punto no es renunciar al pecado, sino al derecho sobre mí mismo, a mi independencia natural y a mi voluntad. Es aquí donde la batalla se debe librar. Lo que nos impide ser lo mejor de Dios es lo recto, bueno y noble, desde el punto de vista natural. Cuando comprendemos que la excelencia moral natural es contraria a la sumisión a Dios, ponemos a nuestra alma en el centro de su más recia batalla. Muy pocos de nosotros controvertimos lo que es sucio, malo y erróneo, pero sí lo que es bueno. Lo bueno es enemigo de lo mejor y cuanto más alto asciendes en la escala de la excelencia moral, tanto más intensa es la oposición a Jesucristo. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne. No solamente te costará algo de tu vida natural, sino todo. Jesús, dijo: "...Si alguien quiere venir en pos de mi; niéguese a sí mismo", Mateo 16:24, es decir, antes de hacerlo debes negarte al derecho sobre ti mismo y comprender quién es Jesucristo. No rehúses asistir al funeral de tu propia independencia.

La vida natural no es espiritual y solamente se vuelve espiritual por medio del sacrificio. Si no sacrificamos a propósito lo natural, lo sobrenatural nunca será natural. No lo conseguimos con facilidad, pero cada uno de nosotros tiene en sus manos todos los medios para alcanzarlo. No es cuestión de orar, sino de poner en práctica.

 

Diciembre 10

La ofrenda de lo natural

"Pues está escrito que Abraham tuvo dos hijos: uno de la esclava y el otro de la libre", (Gálatas 4:22)

En este capítulo de Gálatas Pablo no estaba hablando del pecado, sino de la relación entre lo natural y lo espiritual. Lo natural solo se puede volver espiritual mediante el sacrificio, de otra forma la persona vivirá de manera dividida. ¿Por qué ordenó Dios que lo natural se sacrifique? Él no lo ordenó. No es su voluntad perfecta, sino su voluntad permisiva. Su voluntad perfecta es que lo natural se vuelva espiritual por la obediencia. Es el pecado el que ha hecho necesario que lo natural se sacrifique.

Abraham tuvo que ofrecer primero a Ismael que a Isaac (ver Génesis 21:8-14). Algunos de nosotros estamos tratando de ofrecerle a Dios sacrificios espirituales, antes de haber sacrificado lo natural. La única forma de ofrecerle a Él un sacrificio espiritual es presentando nuestros cuerpos como un sacrificio vivo. La santificación es más que ser liberados del pecado. Implica rendirme deliberadamente al Dios de mi salvación, cueste lo que costare.

Si no sacrificamos lo natural por lo espiritual, la vida natural se pondrá y desafiará a la vida del Hijo de Dios en nosotros produciendo confusión permanente. Este es siempre el resultado de una naturaleza espiritual indisciplinada. Nos descarriamos porque rehusamos con obstinación disciplinarnos, física, moral, o mentalmente. Y luego nos disculpamos, diciendo: "Bueno, no me enseñaron disciplina cuando era niño". ¡Entonces disciplínate ahora! Si no lo haces, arruinarás toda tu relación personal con el Señor.

Mientras sigamos mimando y premiando a nuestra vida natural, Dios se involucrará activamente en ella. Pero cuando estemos dispuestos y resueltos a sacarla al desierto y a mantenerla sometida, su presencia es en nuestra vida natural y Él hará surgir pozos y oasis en cumplimiento de todas sus promesas para lo natural (ver Génesis 21:15-19).

 

Diciembre 11

La individualidad

"Entonces Jesús dijo a sus discípulos: -Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo", Mateo 16:24.

La individualidad es la envoltura de la vida personal. La individualidad se abre paso a los codazos, separando y aislando. Ésta es la característica primordial de un niño y con razón. Cuando la confundimos con la vida personal, quedamos aislados. La individualidad como un caparazón, es la protección natural creada por Dios para la vida personal. Pero, para que esa vida personal pueda surgir y llegar a la comunión con Él, nuestra individualidad debe desaparecer. La individualidad falsifica la personalidad, así como la lujuria falsifica el amor. Dios diseñó la naturaleza humana para Él mismo, pero la individualidad la corrompe y la desvía hacia sus propios propósitos.

La individualidad se caracteriza por la independencia y la obstinación. Es su continua afirmación lo que, más que cualquier otra cosa, estorba nuestro desarrollo espiritual. Si dices: "No puedo creer", es porque tu individualidad está bloqueando la vía. Ella nunca puede creer. Pero, nuestra personalidad no puede dejar de creer. Obsérvate cuidadosamente cuando el Espíritu de Dios esté obrando en ti. Él te empuja hasta el límite de tu individualidad donde es necesario escoger entre decir: "No lo voy a hacer", o someterte para romper el caparazón de la individualidad y dejar que emerja la vida personal. El Espíritu Santo la va reduciendo poco a poco a un solo punto (ver Mateo 5:23-24). Es tu individualidad la que no quiere reconciliarse con tu hermano. Dios quiere llevarte a tener comunión con Él, pero si no estás dispuesto a ceder el derecho sobre ti mismo, Él no lo hará. Niéguese a si mismo: Cuando niegas tu derecho a la independencia, la vida real tiene la oportunidad de crecer.

 

Diciembre 12

La personalidad

"...Que sean uno, así como nosotros somos uno", (Juan 17:22).

La personalidad es esa parte peculiar, singular e incalculable de nuestra vida, que nos diferencia de todos los demás. Es demasiado grande para poderla comprender. Una isla en el mar puede ser solamente la cima de una gran montaña y nuestra personalidad es algo parecido. Como no conocemos las grandes profundidades de nuestro ser, no podemos hacer una valoración de nosotros mismos. Empezamos creyendo que podemos, pero pronto entendemos que sólo un ser nos comprende completamente, nuestro Creador.

Así como la individualidad caracteriza la parte externa del hombre natural, la personalidad es el sello característico del hombre espiritual. Nunca podemos describir a nuestro Señor a partir de la individualidad o la independencia, sino sólo a partir de su personalidad: "El Padre y yo uno somos", Juan 10:30. La personalidad se debe unir. Es decir, que sólo alcanzas tu verdadera identidad estando unido a otra persona. Cuando el amor, o el Espíritu de Dios, entra en una persona, ésta queda transformada y ya no insiste más en mantener su individualidad. El Señor nunca habló de la individualidad de una persona, o de su posición aislada, sino de su personalidad. "Que sean uno, así como nosotros somos uno". Cuando le cedes a Dios tus derechos sobre ti mismo, enseguida tu verdadera naturaleza personal comienza a obedecer a Dios. Jesucristo emancipa toda tu personalidad e incluso tu individualidad se transforma. La transformación es causada por el amor, es decir, por la devoción personal a Jesús. El amor es el desbordante resultado de una persona en verdadera comunión con otra.

 

Diciembre 13

Cómo interceder

"También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar", Lucas 18:1

Tú no puedes interceder sino crees en la realidad de la redención, porque convertirías la intercesión en una compasión inútil hacia los seres humanos, lo cual aumentaría su dócil conformismo con respecto a estar fuera del contacto con Dios. La verdadera intercesión presenta delante del Señor a la persona o las circunstancias que te afectan, hasta que te transformas por la actitud de Dios hacia esa persona o circunstancia. La intercesión significa cumplir "...lo que falta de las aflicciones de Cristo", Colosenses 1:24 y precisamente por esta razón hay tan pocos intercesores. La gente describe la intercesión así: "Es ponerse en el lugar de la otra persona". ¡Eso no es verdad! La intercesión nos pone en el lugar de Dios. Es tener su mente y su perspectiva hacia los demás.

Como intercesor, ten cuidado de no pedirle a Dios mucha información sobre la situación por la cual estás orando, porque te aplastaría. Si sabes demasiado, es decir, más de lo dispuesto por Dios, no puedes orar, Las circunstancias de la gente son tan abrumadoras que no podrías ver la verdad fundamental.

Nuestro trabajo consiste en establecer una relación tan cercana con Dios que adoptemos su manera de pensar acerca de todo. Sin embargo, eludimos esa responsabilidad sustituyendo la intercesión con la actividad. Nos ocupamos en aquello que se puede cuantificar y no intercedemos. La intercesión es lo único en lo que no podemos caer en una trampa y que no implica un riesgo de error para nosotros, porque mantiene nuestra relación con el Señor completamente abierta.

Lo que debemos evitar durante la intercesión es orar por un "remiendo" rápido para las almas, un simple tratamiento para sus heridas. Debemos orar para que esa persona entre en contacto con la vida misma de Dios. ¡Pensemos en la cantidad de personas que Él ha puesto en nuestro camino y a quienes hemos abandonado! Cuando oramos fundamentados en la redención, Dios crea algo que solamente puede hacer por medio de la oración intercesora.

 

Diciembre 14

La gran vida

"La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón", Juan 14:27

Siempre que enfrentamos dificultades, somos tentados a culpar a Dios. Pero nosotros somos quienes estamos equivocados, no Él. Culparlo a Él demuestra que estamos desobedeciendo y que hay algo en nuestra vida que no queremos dejar. Pero tan pronto lo abandonamos, todo se vuelve tan claro como la luz del día. Mientras estemos tratando de servir a dos señores a la vez, a nosotros mismos y a Dios, las dificultades se combinarán con la duda y la confusión. Nuestra actitud debe ser de completa confianza en el Señor. Una vez que llegamos a ese punto, no hay nada más fácil que vivir la vida de un santo. La dificultad viene cuando tratamos de usurpar la autoridad del Espíritu Santo para satisfacer nuestros propios intereses.

Cuando obedeces a Dios, la paz es su sello de aprobación. Él envía una paz profunda e indescriptible; no la natural, es decir, como el mundo la da, sino la paz de Jesús. Siempre que falte la paz, espérala hasta que llegue, o averigua por qué te falta. Si estás actuando por impulso, o por un sentido de lo heroico para que los demás te vean, la paz de Jesús no se manifestará en ti. Esto a su vez implica que no hay sencillez ni confianza en Dios, porque dicha actitud nace del Espíritu Santo, no de tus decisiones. Dios contrarresta nuestras decisiones obstinadas con un llamamiento a la sencillez y a la comunión con Él.

Mis preguntas surgen cuando comienzo a desobedecer. Pero cuando obedezco al Señor, los problemas nunca se interponen entre Él y yo y se presentan como un medio para que mi mente continúe examinando asombrada la verdad revelada de Dios. Cualquier problema que se interponga en nuestra relación tiene su origen en la desobediencia. Cualquier problema - y habrá muchos - que surja mientras lo estoy obedeciendo a Él, aumentará mi gozo profundo porque sé que a mi Padre le interesa y lo conoce. Entonces, yo estaré atento y podré ver cómo lo solucionará.

 

Diciembre 15

Aprobado ante Dios

"Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de que avergonzarse, que usa bien la palabra de la verdad", 2 Timoteo 2:15

Si no te puedes expresar bien sobre cada una de tus creencias, trabaja y estudia hasta que lo logres. Sino lo haces, otros pueden perder las bendiciones que trae el conocimiento de la verdad. Esfuérzate por decirte a ti mismo de manera clara y comprensible alguna verdad de Dios, pues Él lo usará cuando compartas con otros. Pero debes estar dispuesto a pasar por el lagar de Dios donde se exprimen las uvas. Debes trabajar, experimentar y practicar tu expresión oral para predicar la verdad de Dios con claridad. Después llegará el momento cuando esa misma expresión será el vino del Señor que fortalezca a otra persona. Pero si por pereza dices: "No voy a estudiar ni a trabajar para tratar de expresar esta verdad con mis propias palabras; simplemente copiaré lo de otro", lo que comuniques no te será útil a ti, ni a nadie. Cuando te repites a ti mismo lo que crees que es la absoluta verdad de Dios, le das a Él la oportunidad de transmitirla a los demás por medio de ti.

Ten por costumbre exigirle a tu mente que profundice en lo que has creído con facilidad. El tema no será realmente tuyo hasta que lo hagas tuyo por medio del esfuerzo y el estudio. El autor u orador de quien más aprendes no es aquel que te enseña algo desconocido, sino el que te ayuda a entender la verdad con la que has estado luchando en silencio, el que la expresa clara y audazmente.

 

Diciembre 16

Luchando en la presencia de Dios

"Por tanto, tomad toda la armadura de Dios... Orad en todo tiempo",Efesios 6:13, 18.

Debes aprender a luchar contra lo que impide tu comunicación con Dios y a luchar en oración por otras personas. Sin embargo, luchar con Dios en oración es antibíblico. Si lo llegas a hacer, serás un inválido por el resto de tu vida. Si te aferras a Dios y luchas con Él como lo hizo Jacob, simplemente porque está obrando de una forma que no apruebas, lo obligas a descoyuntarte (ver Génesis 32:24-25). No te conviertas en un cojo en los caminos de Dios; más bien lucha delante de Él con las cosas de este mundo, porque "..somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó"..., Romanos 8:37. Luchar ante Dios tiene valor en su reino. Si me pides que ore por ti y no estoy en comunión con Cristo, la dicha oración no será de ningún provecho. Pero si estoy en comunión con Él, mi oración obtiene la victoria todo el tiempo. La oración es efectiva solamente cuando estoy completo en Jesucristo: "Por tanto, tomad toda la armadura de Dios".

Haz siempre la diferencia entre la voluntad perfecta de Dios y su voluntad permisiva. Es decir, su propósito providencial con respecto a nosotros. Su voluntad perfecta es inmutable, pero es con su voluntad permisiva con la que luchamos delante de Él. Nuestra reacción ante lo que sucede por su voluntad permisiva nos capacita para ver su voluntad perfecta. "... A los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien...", Romanos 8:28, es decir, a los que se mantienen fieles a la voluntad perfecta de Dios, al llamamiento en Cristo Jesús. Su voluntad permisiva es el medio por el cual se manifiestan sus verdaderos hijos e hijas. Debemos tener carácter para no decir automáticamente: "Sí, es la voluntad de Dios". No tenemos que luchar con Dios, sino luchar con las cosas en la presencia de Él. Ten cuidado de renunciar por pereza, en lugar de tener una gloriosa batalla, pues así comprenderás que has sido capacitado con su fortaleza.

 

Diciembre 17

La redención: crea la necesidad y la satisface  

"Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura", 1 Corintios 2:14

El Evangelio de Dios nos crea una conciencia de nuestra necesidad de Él ¿Las Buenas Nuevas están encubiertas para los que ya son siervos? No. Pablo dijo: "Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; esto es, entre los incrédulos, a quienes el dios de este mundo les cegó el entendimiento", 2 Corintios 4:3-4. La mayoría de las personas se consideran completamente rectas y no tienen ningún sentido de su necesidad del Evangelio. Es Dios quien crea esa necesidad de la cual ningún ser humano es consciente hasta que Él se manifiesta. Jesús dijo: "Pedid y se os dará", Mateo 7:7. Dios da a partir del momento en que la persona pide que desee retener algo, sino que así fue como Él decidió redimirnos. Mediante nuestras peticiones, Dios pone en movimiento el proceso por el que Él crea lo que no existía hasta que lo pedimos. La realidad interior de la redención es que ella crea todo el tiempo. Crea la vida de Dios en nosotros, así como las cosas que hacen parte de esa vida. Nada puede satisfacer la necesidad, sino aquello que la creó. El significado de la redención es que crea y satisface.

Jesús dijo: "Y yo, cuando sea levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo", Juan 12:32. La gente se puede interesar cuando predicamos nuestras propias experiencias, pero tal presentación no despierta ningún sentido de necesidad. No obstante, cuando Jesucristo es levantado, el Espíritu de Dios da convicción sobre la necesidad de Él. El poder creativo de la redención divina, obra en las almas de los hombres solamente por medio de la predicación  del Evangelio. El testimonio personal jamás salva a los demás, pero sí la verdad de la redención. "Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida", Juan 6:63.

 

Diciembre 18

La prueba de la fidelidad

"...a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien", Romanos 8:28.

Solo la persona fiel cree verdaderamente que Dios controla sus circunstancias. Damos por hecho que Él las controla, pero en realidad no lo creemos. Actuamos como si lo que ocurre hubiera sido dispuesto por los hombres. Ser fiel en todas las situaciones implica que tenemos una sola lealtad: el Señor Jesucristo. Dios puede intervenir para que nuestras circunstancias se desmoronen súbitamente y comprendamos que le hemos sido infieles, al no reconocer que Él las había ordenado. Debido a que nunca percibimos lo que trataba de lograr, ese hecho particular no se repetirá en nuestra vida. La prueba de la fidelidad siempre se presenta justo en el momento preciso. Si aprendemos a adorar a Dios, incluso en las circunstancias difíciles, Él las cambiará por algo mejor, en un instante, si así escoge hacerlo.

Ser fieles a Jesucristo es lo más difícil que tratamos de hacer en este tiempo. Seremos fieles al trabajo, al servicio, o a cualquier cosa, pero que no se nos pida ser fieles a Jesucristo. Muchos cristianos se ponen sumamente impacientes cuando se habla de la fidelidad a Jesús. El Señor es destronado de una forma más intencional por los obreros cristianos, que por el mundo. Tratamos a Dios como una máquina diseñada para bendecirnos y consideramos a Jesucristo sólo como otro obrero.

La meta de la fidelidad no es que realicemos la obra de Dios, sino que Él actúe de manera libre y realice su obra por medio de nosotros.

Como Dios nos llama a su servicio y coloca enormes responsabilidades sobre nosotros, no espera ninguna queja de parte nuestra, ni ofrece ninguna explicación de su parte. Él quiere utilizarnos como usó a su propio Hijo.

 

Diciembre 19

Nuestro enfoque

"...No he venido a traer paz, sino espada", Mateo 10:34

Nunca compadezcas a una persona cuya situación te hace concluir que Dios la está tratando duro. Él es más tierno de lo que nos podemos imaginar y de vez en cuando nos da la oportunidad de tratar con firmeza a alguien para que Él pueda ser visto como el ser más tierno. Si una persona no puede acercarse a Dios, es porque no está dispuesta a renunciar a algo secreto. Puede admitir su pecado, pero sus intenciones de dejarlo no son mayores que las que tiene de volar. Como es imposible tratar de manera compasiva a ese tipo de personas, debemos llegar muy profundo, a la misma raíz del problema, lo cual puede causar antagonismo y resentimiento contra el mensaje. La gente quiere las bendiciones de Dios, pero no tolera lo que la hiere en carne viva y la lleva a enfrentar el problema central.

Si Dios ha hecho su voluntad en ti, tu mensaje como siervo de Él debe insistir sin piedad en el único objetivo de llegar a la raíz del problema. De lo contrario, no habrá sanidad. Debemos hacerle entender el mensaje a la gente de una forma tal que no haya excusa posible para no aplicarlo. Empieza a tratar con las personas en la posición donde se encuentren, hasta que logres hacerles comprender su verdadera necesidad. Luego mantén en alto el patrón de Jesucristo para sus vidas. Quizá su respuesta sea: "¡Nunca podré ser así!"Pero insiste con firmeza: "Jesucristo dice que debes serlo". "¿Pero cómo?" "No podrás a menos que tengas un nuevo Espíritu" (ver Lucas 11:13).

Antes de que tu mensaje sea de alguna utilidad, debe existir un sentido de necesidad. Miles de personas aseguran que son felices sin Dios en este mundo. Pero si pudiéramos ser verdaderamente felices y rectos sin Jesús, entonces ¿porqué vino? Él vino porque esa clase de paz y felicidad es superficial. Jesucristo vino a traer espada sobre toda paz que no esté fundamentada en la relación personal con ÉL.

 

Diciembre 20

La manera correcta de trabajar

"Y yo, cuando sea levantado... a todos atraeré a mí mismo", Juan 12:32

Somos muy pocos los que tenemos algún entendimiento del motivo por el cual Jesucristo murió. Si todo lo que los seres humanos necesitan es compasión, entonces la cruz de Cristo fue un acontecimiento absurdo y totalmente innecesaria. Lo que el mundo necesita no es "un poquito de amor", sino una cirugía mayor.

Cuando te encuentres cara a cara con alguien que esté perdido espiritualmente, acuérdate de Jesucristo en la cruz. Si esa persona puede acercarse a Dios de otra manera, entonces la cruz de Cristo fue vana. Si crees que ayudas a la gente perdida con tu compasión y comprensión, estás traicionando a Jesucristo. Tú mismo debes mantener una relación correcta con Dios y consumir tu vida ayudando a otros según las condiciones de Él y no según las condiciones humanas que lo ignoran. La estrategia de la religión del mundo de hoy es servir de manera agradable y sin enfrentamientos.

Pero nuestra única prioridad debe ser presentar a Jesucristo crucificado, poniéndolo en alto todo el tiempo (ver 1 Corintios 2:2). Toda creencia que no esté firmemente fundamentada en la cruz de Cristo, descarriará a las personas. Si el obrero mismo cree en Él y está confiando en la realidad de la redención, sus palabras serán apremiantes para los demás. Lo extremadamente importante es que la relación sencilla del obrero con Jesucristo sea fuerte y esté creciendo. Su utilidad para Dios depende de esto y sólo de esto.

Como el llamamiento de un obrero neotestamentario consiste en sacar a la luz el pecado y presentar al Señor Jesucristo como el Salvador, no siempre podrá ser amable y amistoso. Debe estar dispuesto a ser severo para llevar a cabo la cirugía mayor. Somos enviados por Dios para levantar a Jesucristo, no para elaborar discursos maravillosos y hermosos.

Debemos estar dispuestos a examinar a otras personas tan profundamente como Dios nos ha examinado a nosotros. Necesitamos tener agudeza para percibir los pasajes de la Escritura que harán penetrar la verdad, y luego los debemos aplicar sin temor alguno.

 

Diciembre 21

Experiencia o revelación

"Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos Ha concedido", 1 Corintios 2:12.

Mi experiencia no es la que vuelve real la redención. La redención es la realidad. La redención no tiene ningún significado real para mí hasta que hable el lenguaje de mi vida consciente. Cuando he nacido de nuevo, el Espíritu de Dios me lleva más allá de mí mismo y de mis experiencias y me identifica con Jesucristo. Pero, si me quedo solo con mis experiencias personales, ellas no son fruto de la redención. Las experiencias creadas por la redención se confirman a sí mismas al llevarme más allá de mí, hasta el punto de que ya no les presto atención como el fundamento de la realidad y sólo veo la realidad que produjo las experiencias. Mis experiencias no valen nada si no me mantienen en la fuente de la verdad: Jesucristo.

Si tratas de restringir la obra del Espíritu en tu vida para producir más experiencias subjetivas, descubrirás que Él destruye todas las limitaciones y te lleva de nuevo al Cristo histórico. Nunca fomentes una experiencia que no provenga de Dios y cuyo resultado no sea la fe en Él. Pero si lo haces, tu experiencia será anticristiana, sin importar que visiones o revelaciones hayas tenido. ¿Es Jesucristo el Señor de tus experiencias o tratas de ponerlas por encima de Él? ¿Hay alguna experiencia más querida para ti que tu Señor? Él debe ser tu Señor y no le debes prestar atención a ninguna experiencia sobre la cual Él no reine. Vendrá el tiempo cuando Dios te haga sentir impaciente con tu propia experiencia y podrás decir sinceramente: "Sin importarlo que experimente, ¡estoy seguro de Él!"

Sé implacable contigo si tienes el hábito de hablar de las experiencias que has tenido. La fe basada en la experiencia no es fe. Sólo la de que se fundamenta en la verdad revelada de Dios es verdadera fe.

 

Diciembre 22

La atracción del Padre

"Nadie puede venir a mi, si el Padre, que me envió, no lo atrae", Juan 6:44

Cuando Dios comienza a atraerme, inmediatamente surge el problema de mi voluntad. ¿Reaccionaré positivamente ante la verdad que Dios ha revelado? ¿Me acercaré a Él? Debatir los asuntos espirituales es un irrespeto. Nunca hables con nadie para decidir cuál debe ser tu respuesta (ver Gálatas 1:15-16). La fe no es un acto intelectual, sino un acto de mi voluntad por medio del cual me someto al Señor de manera deliberada. Pero, ¿me pondré por completo a las órdenes de Dios y actuaré de acuerdo con lo que Él dice? Si lo hago, descubriré que estoy fundamentado en la verdad que es tan segura como el trono de Dios.

Siempre que prediques el Evangelio, enfócate en el tema de la voluntad. La fe implica la decisión de creer. Debe haber una rendición de la voluntad y no una rendición a un argumento persuasivo o poderoso. Me arrojo voluntariamente hacia Dios y su Palabra, hasta que ya no confío más en mis obras. Sólo confío en Él. Confiar en mi comprensión mental se convierte en un obstáculo para confiar totalmente en Dios. Debo estar dispuesto a ignorar y a dejar atrás mis sentimientos. Debo desear creer, lo cual sólo podrá ocurrir mediante un esfuerzo decidido de mi parte para separarme de mi vieja manera de considerar las cosas, y entregándome por completo a Él.

Todos hemos sido creados con la habilidad de ir más allá de lo que tenemos a nuestro alcance. Pero Dios es el que me atrae, y mi relación con Él en primer lugar es personal, no intelectual. Soy puesto en esta relación por el milagro de Dios y mi propia voluntad para creer. Luego empiezo a comprender la maravillosa transformación de mi vida y a reconocerla de manera inteligente.

 

Diciembre 23

¿Cómo puedo participar de la expiación?

"Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo", Gálatas 6:14

El Evangelio de Jesucristo siempre obliga a una decisión de nuestra voluntad. ¿Acepto el veredicto de Dios acerca del pecado, es decir, que fue juzgado en la cruz de Cristo? ¿Tengo siquiera el más mínimo interés en la muerte de Jesús? ¿Deseo identificarme con su muerte, es decir, morir completamente a todo interés pecaminoso y a la mundanalidad? ¿Anhelo identificarme de tal manera con Jesús que todo lo demás no tenga ningún valor, únicamente Él y sus propósitos? El gran privilegio del discipulado es que puedo alistarme bajo la bandera de su cruz, lo cual significa morir al pecado. Vete a solas con Jesús y dile que cueste lo que cueste quieres identificarte con su muerte. O dile que tu no quieres morir al pecado. Tan pronto actúes por fe, confiando en lo que el Señor hizo en la cruz, ocurrirá una identificación sobrenatural con su muerte; y sabrás, con un conocimiento que sobrepasa todo entendimiento, que tu viejo hombre está crucificado con Él. La prueba de esta crucifixión es la asombrosa facilidad con que ahora la vida de Dios te capacita para obedecer la voz de Jesucristo.

De vez en cuando el Señor nos permite ver lo que seríamos sino fuera por Él. Es una confirmación de sus palabras: Separados de mi, nada podéis hacer (Juan 15:5). Por esta razón, la base del cristianismo es una devoción personal y apasionada al Señor Jesús. Confundimos el gozo de ser introducidos en el reino de Dios con su propósito para que entráramos en él. Este propósito es que comprendamos todo lo que significa la identificación con Jesucristo.

 

Diciembre 24

La vida escondida

"...Vuestra vida está escondida con Cristo en Dios", Colosenses 3:3

El Espíritu de Dios da testimonio de la sencilla y omnipotente seguridad de la vida escondida con Cristo en Dios. Pablo la recalca continuamente en sus epístolas. Y nosotros hablamos como si vivir la vida santificada fuera lo más incierto e inseguro. Por el contrario, es lo más seguro que pudiéramos hacer, porque tiene al Dios Todopoderoso en ella y tras ella. Lo más peligroso e inseguro es tratar de vivir sin Él. Si hemos nacido de nuevo es más fácil vivir en comunión con Dios, que descarriarse. Sólo es necesario prestarles atención a las advertencias de Dios: "...si andamos en luz", 1 Juan 1:7.

Cuando pensamos en ser liberados del pecado, en ser llenos del Espíritu y andar en la luz, imaginamos la cumbre de una gran montaña. Pero, como la vemos muy alta y maravillosa, decimos: "¡Oh, yo nunca podría vivir allá arriba!" No obstante, cuando por la gracia de Dios llegamos hasta esa cima, observamos que no es la cumbre de una montaña, sino una altiplanicie donde hay espacio suficiente para vivir y crecer.

"Ensanchaste mis pasos debajo de mí y mis pies no han resbalado", Salmo 18:36.

Te desafío a dudar de Jesús, cuando realmente lo veas. Te desafío a preocuparte, si ves que Jesús te dice: No se turbe vuestro corazón (ver Juan 14:27). Es virtualmente imposible dudar cuando Él está ahí. Cada vez que entras en contacto personal con Jesús, sus palabras son reales para ti. "Mi paz os doy". Una paz que produce una confianza espontánea y te cubre completamente desde la coronilla hasta la planta de los pies. Vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. La paz imperturbable de Jesucristo te ha sido dada.

 

Diciembre 25

Su nacimiento y nuestro nuevo nacimiento

"Una virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrás por nombre Emanuel", Mateo 1:23.

Su nacimiento en la historia. "...El Santo Ser que va a nacer será llamado Hijo de Dios", Lucas 1:35. Jesucristo nació en este mundo, pero no procedía de él. No surgió de la historia; entro en ella desde afuera. Jesucristo no es el mejor ser humano del que se pueda jactar la humanidad. Él es un ser del cual la raza humana no puede dar explicación alguna. Él no es un hombre que se hizo Dios, sino el Dios encarnado, el Dios que se manifestó en carne humana, el que entro en ella desde afuera. Aunque su vida es la más alta y sublime, Él entró por la puerta más humilde. El nacimiento de nuestro Señor fue un advenimiento, la aparición de Dios en forma humana.

Su nacimiento en mí. "Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea en vosotros" Gálatas 4:19. Así como nuestro Señor entró en la historia humana desde afuera, también debe entrar en mí desde afuera. ¿He permitido que mi vida sea una aldea de "Belén" para el Hijo de Dios? No puedo entrar en el ámbito del reino de Dios, a menos que haya nacido de arriba mediante un nacimiento totalmente diferente al físico. "Os es necesario nacer de nuevo", Juan 3:7. Este no es un mandamiento, sino un hecho que se fundamenta en la autoridad de Dios. La característica del nuevo nacimiento es que me rindo a Dios de una manera tan plena que Cristo se forma en mi. Tan pronto esto ocurre, su naturaleza empieza a actuar a través de mí.

Dios manifestado en carne. Esto es totalmente posible para ti y para mí por medio de la redención del hombre a través de Jesucristo.

 

Diciembre 26

Ubicados en la luz

"Pero si andamos en luz, como él está en luz, la sangre de Jesucristo su hijo, nos limpia de todo pecado", 1 Juan l:7

Es un gran error confundir la libertad del pecado de la que soy consciente, con la liberación completa del pecado por medio de la expiación de Cristo en la cruz. Ningún hombre sabe lo que es el pecado hasta que nace de nuevo. Fue el pecado lo que Jesucristo enfrentó en el Calvario. La prueba de que Dios me ha liberado de él es que conozco la verdadera naturaleza del pecado en mí. Para que una persona realmente sepa qué es el pecado, necesita la obra completa y el toque profundo de la expiación de Jesucristo, es decir, que su completa perfección le sea impartida.

El Espíritu Santo aplica en nosotros la obra de la expiación tanto en el área del inconsciente profundo, como en el ámbito de lo que estamos conscientes. Sólo cuando logramos comprender el poder sin igual del Espíritu, entendemos el significado de 1 Juan 1:7, "la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pecado". Este versículo no se refiere sólo al pecado consciente; también a la comprensión inmensamente profunda del pecado que sólo el Espíritu puede producir en mí.

Debo andar en luz como él está en luz. No en la luz de mi propia conciencia, sino en la luz de Dios. Si camino de esta manera, sin retener u ocultar nada, Dios me revela esta asombrosa verdad: la sangre de Jesucristo me limpia de todo pecado, de tal manera que el Dios Omnipotente no ve nada reprochable en mí. En el nivel consciente esto produce un conocimiento agudo y doloroso de lo que verdaderamente es el pecado. El amor de Dios que obra en mí me hace odiar, con el odio del Espíritu Santo por el pecado, todo aquello que no concuerda con la santidad de Dios. Andar en la luz significa que todo lo que es de las tinieblas me acerca más al centro de la luz.

 

Cliqué aqui para obra completa "EN POS DE LO SUPREMO"

Oswald Chambers (1874-1917)

Diciembre 27

Donde se gana y se pierde la batalla

"Si te has de volver, Israel, dice Jehová", Jeremías 4:1

Las batallas se pierden o se ganan primero delante de Dios, en los lugares secretos de nuestra voluntad y nunca en el mundo exterior. Como el Espíritu Santo se apodera de mí, me siento obligado a permanecer a solas con Dios peleando la batalla delante de Él. Si no lo hago, perderé todas las veces. La batalla puede durar un minuto o un año. Eso no depende de Dios sino de mí; pero es necesario que luche a solas delante de Él y debo atravesar con firmeza el infierno de la negación personal. Nada ni nadie tiene poder alguno sobre la persona que ha peleado la batalla delante de Dios y la ha ganado ahí.

Nunca debo decir: "Esperaré hasta que enfrente circunstancias difíciles y luego pondré a Dios a prueba". Intentar algo así no funciona. Debo resolver la situación entre Él y yo en los lugares secretos de mi alma, donde ningún extraño se entrometa. Entonces, puedo seguir adelante con la certeza de que la batalla se ha ganado. Piérdela y la calamidad, el desastre y la derrota ante el mundo serán tan seguros como las leyes de Dios. La batalla no se gana cuando primero trato de lograr la victoria en el mundo exterior. Permanece a solas con Dios y pelea hasta el final delante de Él. Resuelve el asunto ahí, de una vez por todas.

Lo que debemos hacer al tratar con otras personas, es llevarlas a que ejerzan su voluntad para decidir. Así como es que empieza el sometimiento a Dios. De vez en cuando, Él nos conduce hasta un punto decisivo, una gran encrucijada en nuestra vida. A partir de allí, optamos por un estilo de vida cristiana cada vez más indolente, perezoso e inútil o nos volvemos más y más fervorosos dando lo máximo de nosotros por lo supremo de Él. Lo mejor de nosotros para su gloria.

 

Diciembre 28

Conversión continua

"...Si no os volvéis y os hacéis como niños", Mateo 18:3

Estas palabras del Señor se refieren a nuestra conversión inicial; pero debemos regresar continuamente a Dios como niños, es decir, convertirnos a Él continuamente, todos los días de nuestra vida. Si confiamos en nuestras propias capacidades y no en Dios, originaremos ciertas consecuencias de las cuales Él nos hará responsables. Cuando Dios en su soberanía nos dirige hacia situaciones nuevas, debemos cuidar de que nuestra vida natural se someta a la espiritual, obedeciendo las indicaciones del Espíritu Santo. Que hayamos respondido adecuadamente en el pasado no garantiza que lo repitamos. La relación que existe entre lo natural y lo espiritual es una relación de continua conversión, pero es ahí donde con frecuencia nos negamos a obedecer. El Espíritu de Dios no cambia en ninguna situación que enfrentemos y su salvación permanece inalterable; pero, debemos vestirnos del nuevo hombre (ver Efesios 4:24). Dios nos hace responsables cada vez que rehusamos convertirnos. Él ve nuestra negativa como una obstinada desobediencia. Nuestra vida natural de ninguna manera debe gobernar. Es Dios quien debe ejercer su gobierno en nosotros.

Rehusar la conversión continua es una piedra de tropiezo en el desarrollo de nuestra vida espiritual. En nosotros existen apilamientos de obstinación desde donde el orgullo escupe al trono de Dios y dice: "No me someteré porque no encuentro esto malo". Convertimos en dioses a nuestra independencia y terquedad y las identificamos con nombres equivocados. Lo que Dios considera como una debilidad obstinada, nosotros lo identificamos como una fortaleza. Hay áreas enteras de nuestra vida que aún no han sido sometidas, lo cual sólo se puede lograr mediante la continua conversión. De una manera lenta, pero segura, podemos reclamar todo el territorio en nosotros para el Espíritu de Dios, sometiendolo.

 

Diciembre 29

¿Discípulo o desertor?

"Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con él", Juan 6:66

Cuando Dios, por medio de su Espíritu y a través de su Palabra, te da una visión clara de su voluntad, debes andar en la luz de esa visión. Aunque tu mente y tu alma se emocionen por ella, si no andas, en la luz, caerás a un nivel de servidumbre nunca planeado por el Señor. La desobediencia mental a la visión celestial te volverá un esclavo de ideas y puntos de vista que son completamente ajenos a Jesucristo. Nunca se te ocurra mirar a otro y decir: "Bueno, si él puede tener esos puntos de vista y prosperar, ¿por qué yo no?" Debes andar en la luz de la visión que se te ha dado a ti. No te compares con los demás ni los juzgues. Eso queda entre ellos y Dios. Si discutes y argumentas cuando te das cuenta de que cierto punto de vista en el cual te has deleitado choca con la visión celestial, surgirá en ti un sentido de propiedad y de derecho personal. A ese sentido Jesucristo no le dio ningún valor y siempre se opuso a el porque lo consideraba la raíz de todo lo que era ajeno a él "...La vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee", Lucas 12:15. Si no lo vemos y entendemos así, es porque estamos ignorando los principios fundamentales de las enseñanzas de nuestro Señor.

Somos propensos a recostarnos y regodeamos en el recuerdo de la maravillosa experiencia que tuvimos cuando Dios nos reveló su voluntad. Si hay alguna norma del Nuevo Testamento que la luz de Dios te ha revelado y no te pones a la altura de ella y ni siquiera te sientes inclinado hacerlo, comienzas a descarriarte porque significa que nuestra conciencia no responde a la verdad. Nunca podrás ser el mismo después de que una verdad te haya sido revelada. Ese momento te señala como un discípulo de Jesucristo que sigue adelante con mayor devoción, o como un desertor que retrocede.

 

Diciembre 30

"Y toda la virtud que poseemos"

"...Todas mis fuentes están en ti", Salmo 87:7

El Señor nunca "remienda" nuestras virtudes naturales. Él vuelve a hacer al hombre por completo en su interior. "...Vestíos del nuevo hombre", Efesios 4:24. En otras palabras, encárgate de vestir a tu vida natural con todo lo que armonice con la nueva vida. La vida que Dios implanta en nosotros desarrolla sus propias virtudes nuevas; no las virtudes de Adán, sino las de Jesucristo. Observa cómo Dios, después de haber comenzado en ti el proceso de la santificación, hará marchitar la confianza en tus virtudes y potencias naturales, hasta que aprendas que tu vida debe nacer de la fuente de la vida, es decir, del Jesús resucitado. ¡Dale gracias al Señor si estás pasando por una experiencia de sequía!

La señal de que Dios está obrando en nosotros es que Él destruye nuestra confianza en las virtudes naturales, porque no son promesas de lo que seremos, sino los residuos que nos recuerdan para qué nos creó Él. Nos apegamos a esas virtudes mientras todo el tiempo Dios ha estado tratando de ponernos en contacto con la vida de Jesucristo, la cual nunca se puede describir en función de las virtudes naturales. Es muy triste ver a personas que tratan de servir a Dios y que dependen de aquello que la gracia de Dios nunca les dio, pues su dependencia está únicamente en lo que recibieron por herencia natural. Él no toma nuestras virtudes naturales y las transforma, porque de ninguna manera ellas pueden siquiera acercarse a lo que Jesucristo quiere. Ningún amor natural, ninguna paciencia natural, ninguna pureza natural pueden alcanzar la altura de sus demandas. Pero a medida que armonizamos cada partícula de nuestra vida corporal con la vida nueva que Dios nos dio, Él irá manifestando en nosotros las virtudes que caracterizaron al Señor Jesús.

Y toda virtud que poseemos es sólo de Él.

 

Diciembre 31

Ayer

"Porque no saldréis apresurados ni iréis huyendo, porque Jehová irá delante de vosotros y vuestra retaguardia será el Dios de Israel", Is.52:12 Seguridad del ayer

"...Dios restaurará lo pasado", Eclesiastés 3:15

Al terminar el año nos volvemos con gran avidez hacia todo lo que Dios tiene para el futuro. Sin embargo, la ansiedad fácilmente aparece cuando recordamos el pasado. Nuestro gozo actual, el cual depende de la gracia divina, tiende a opacarse por el recuerdo de los pecados y los errores del pasado. Pero como Dios es el Dios de nuestro ayer, permite que los recordemos para convertir el pasado en un ministerio de desarrollo espiritual para enfrentar el futuro. Él nos recuerda el pasado, para que no tengamos una seguridad superficial en el presente.

Seguridad para el mañana. Jehová irá delante de vosotros. Esta es una bondadosa revelación de que Dios hará guardia donde nosotros hemos dejado de hacerlo. Él vigilará para que no caigamos nuevamente en las mismas faltas, como indudablemente sucedería si Él no fuera nuestra retaguardia. La mano de Dios se alarga hasta el pasado para liquidar todas las demandas que existen contra nuestra conciencia.

Seguridad para hoy. Porque no saldréis apresurados. Al recibir el nuevo año, no lo hagamos con ese apresuramiento impetuoso de la alegría olvidadiza, ni con la huida de una irreflexión impulsiva, si no con el poder paciente que surge cuando sabemos que el Dios de Israel irá delante de nosotros. El pasado nos muestra daños irreparables. Es cierto que hemos perdido oportunidades que nunca volverán, pero Dios puede transformar esta ansiedad destructiva en una constructiva reflexión para el futuro. Dejemos que el pasado duerma, pero que duerma en el pecho de Cristo.

Abandona el pasado irreversible en las manos de Dios y avanza hacia el irresistible futuro con Él.

 

José Mateus
zemateus@msn.com